Lisandro Zeno está a punto de recibir un trasplante de médula ósea. En su exigente proceso de preparación que está llevando adelante en el Hospital Austral, de Pilar, este joven rosarino de 25 años demuestra una extraordinaria lucidez para encontrar a cada paso razones de lucha. Esquiva obstáculos con su admirable valentía, espiritual y física. Y los transforma en productivas moralejas. Desde la inmensidad de su corazón, pone con naturalidad su propia historia sobre el tablero y se atreve a correr velos, desarmar rótulos y enfrentar situaciones que son tabú, como la muerte, a sólo cuatro días del trascendental tratamiento que rubricará el valor de su emotiva cruzada.
Ayer, en su habitación del hospital de Buenos Aires, Lichu volvió a aprovechar situaciones cotidianas para alimentar su vocación de incansable batallador. Este estudiante de medicina y jugador de rugby del Jockey Club conoció a Marcela, una enfermera con quien compartió palabras que realmente lo movilizaron y lo llevaron a escribir un texto conmovedor en su cuenta de Facebook. Queda claro que en este momento de su vida, Lisandro muestra avidez para incorporar personas, mensajes o paisajes, para luego convertirlos en reflexiones apacibles, luminosas y esperanzadoras; que se animan a multiplicarse con la complicidad de las redes sociales.
Sin especulaciones. Sin broncas, ni resentimientos. Con sinceridad absoluta y el coraje de un auténtico guerrero. Lichu propone hablar de la muerte para darle cabal sentido a la vida. Otro gesto más que lo distingue y lo eleva a la condición de ejemplo.
A pocos días. El próximo miércoles, si todo se mantiene en los carriles previsibles y los estudios médicos otorgan el guiño necesario, Lisandro, quien padece un cuadro de leucemia aguda, recibirá el trasplante que tanto anhela en el renombrado centro de salud de Pilar.
Ya dejó atrás un sendero nada sencillo, repleto de interrogantes y dificultades. Con temple y ánimo positivo, y mensajes de apoyo de todas partes del mundo (incluso le llegó un video del Papa Francisco) superó los tratamientos de quimioterapia y la agitada búsqueda de un donante compatible.
Ahora, con la aparición de este brasileño sólo resta el tratamiento que se realizará en las instalaciones del Hospital Austral.
En forma paralela, en este intenso recorrido surgió inicialmente un compromiso impactante con la causa. Que incluso excede su caso. Por su propia voluntad e iniciativa, Lichu se convirtió en legítima bandera de las campañas de concientización para la donación de órganos en todos los rincones del país.
Y ya hizo saber en su entorno inmediato que quiere que declaren a Rosario como "ciudad donante".
Faltan pocos días y Lisandro transita la etapa previa del implante, con el acompañamiento de su novia Sofía, familiares y una enorme cantidad de amigos, demostrando una entereza admirable, un convencimiento estremecedor y una notable capacidad para seguir construyendo _y personificando_ reveladores mensajes de vida.
"No hablar de la muerte es la causa más importante por la cual le tememos"
Este es el texto que subió ayer Lisandro en su cuenta personal de Facebook:
Hoy conocí a Marcela, una de las enfermeras que me cuida y que además se dedica a los cuidados paliativos, es decir, de los enfermos en fase avanzada o enfermedad terminal.
Antes no entendía esta especialidad porque creía que el objetivo del médico era curar; y estos pacientes no tienen cura, ¡están condenados a morir!
Mi problema era que vivía en base a metas, y no me permitía disfrutar del camino
Marce me enseñó que su objetivo no es alargar la vida del paciente, sino que es acompañarlo, y conseguir que el enfermo deba soportar el menor dolor posible hasta el último de sus días. Esta reflexión me hizo dar cuenta de lo poco que se habla de la muerte. Parecería un tema tabú. A lo largo de toda nuestra vida no nos hablan del tema; nos lo esquivan.
Nos hacen creer que vamos a vivir infinitamente, y así nos relajamos pensando que tenemos todo el tiempo del mundo por delante. Así estamos: esperando que nuestro sueños vengan hacia nosotros, creyendo que viviremos eternamente para cumplirlos más adelante.
Creo que no hablar de la muerte es la causa más importante por la cual le tememos, es mero desconocimiento. Si en cambio nos hablaran de ella como el fin de esta vida terrenal, como parte del ciclo de la vida donde todo empieza y termina alguna vez, la aceptaríamos.
La única consecuencia de esto sería disfrutar muchísimo más de la vida, sabiendo que no hay que perder ni un segundo de ella pasándola mal. Hay que ser conscientes de que estamos vivos por un período limitado de tiempo; y así estaremos un poco más cerca de la felicidad, que no es otra cosa que disfrutar de cada instante de esta maravillosa vida, como por ejemplo este hermoso atardecer que nos acompaña todas las tardes.