No puedo permanecer indiferente ante el proyecto de que se canten dos estrofas más del Himno Nacional. Cada día nos sacuden noticias que indica la enorme medida en que se pisotean o ningunean los derechos de los argentinos de etnias originarias. El reciente intento de avasallar a los qom en “La Primavera” (Formosa) es sólo uno de los numerosos escándalos que reproducen en pleno siglo XXI procedimientos de otras épocas. Intereses económicos y apetencias concretas actuando a través de infames personeros y funcionarios venales mantienen viva la llama oprobiosa de un racismo que como argentinos debemos denunciar y rechazar. La indiferencia no es menos condenable. Es inconcebible que ciertos gobiernos provinciales mantengan sistemáticamente situaciones incompatibles con la pluralidad democrática y con la dignidad humana de estos compatriotas. Si admiramos a nuestros hombres de Mayo como solemos afirmar haremos bien en recordar que a su lado pelearon por nuestra emancipación común los antepasados de los pueblos originarios que hoy luchan por sus derechos humanos más básicos. La cosa no pasa por cantar un verso de más o de menos. La realidad lacerante nos demanda un compromiso impostergable con aquellos argentinos, repito, que con todo derecho aspiran a mantener sus culturas ancestrales.