Durante cinco minutos al inicio de la tarde, la avenida San Martín y Uriburu se
asemejó a un set de filmación de un policial holywoodense. Sobre el adoquinado efectivos de la
sección Homicidios que realizaban un patrullaje en un Fiat Uno se enfrentaron en una tempestad de
plomo con un cuarteto de delincuentes que evadieron su control. Según los vecinos se escucharon más
de 40 detonaciones de armas de calibre 9 milímetros. Pese a que la balacera arreciaba los hampones
lograron huir en el Fiat Siena rojo en el que viajaban.
El saldo preliminar de la lluvia de balas arrojó en principio dos heridos: un
suboficial con un disparo en el pecho y un maleante con uno en el pie. La policía presumía que otro
individuo que ingresó en el Hospital Eva Perón con un disparo en un glúteo —que le atravesó
el estómago— integraba el grupo de maleantes. Anoche este individuo, de 29 años, permanecía
en estado desesperante.
La Unidad Regional II dio cuenta de la muerte de otro de los sujetos que iba en
el Fiat Siena. Señalaron que este hombre se había disparado en la cabeza ante testigos al advertir
que no tenía escape.
"Fue de película. Yo escuché los disparos, me asomé al balcón y vi un Fiat Uno
frente al bar y dos tipos que le disparaban desde unos 15 metros. Había uno de remera gris que
parecía enloquecido. Era un infierno verlo disparar: se le terminaba el cargador, sacaba otro del
bolsillo trasero, lo cambiaba y seguía tirando a sangre fría", relató Alfredo, testigo del tiroteo
que se dio en la mano de San Martín hacia el centro. "No entendíamos nada. Eran tipos de civil
cagándose a tiros en plena avenida San Martín", aportó Toto, otro vecino que contempló la balacera
desde su azotea.
Con el Siena rojo como un queso por los balazos de los policías —al menos
dos de sus cubiertas estaban reventadas— el conductor huyó marcha atrás por San Martín al sur
y giró por una de las calles transversales hacia el río. "Se desconoce si tomó por Moussy o por
Benito Juárez. Luego agarró por Laprida hasta Holmberg y de ahí en contramano por Buenos Aires
hasta Esteban de Luca al este", relató un vocero consultado.
Al doblar por Esteban de Luca, el móvil 4018 de la Patrulla Urbana que había
captado el alerta del tiroteo lo persiguió. El Siena se estacionó a la altura del 747 de De Luca y
el conductor se arrojó del vehículo. Tenía un balazo en la pierna izquierda.
Segundos después se escuchó una detonación. Su cómplice, el hombre de gris que
describieron los testigos, se había pegado un tiro en la boca que se incrustó en el techo del auto
rojo. Un tercer integrante de la banda, un hombre de remera verde y pelo largo —algunos
vecinos aseguraban que era una mujer— le sustrajo un celular a un muchacho en la placita de
Holmberg y Buenos Aires y huyó en un taxi.
Auto contra auto. Al inicio de la siesta, el cabo primero Fabio Montoya y el
sargento Luis Coronel —de Homicidios— iban de civil por la zona sur en un Fiat Uno
bordó. Cuando circulaban por Uriburu y Corrientes vieron un Fiat Siena rojo, dominio WUK 702. "Les
gustó la pinta y fueron a identificarlo", explicó una fuente policial.
Se le pusieron a la par y le ordenaron al conductor que se estacionara. Así
comenzó una persecución a los autazos. En duelo de pilotos, los vehículos doblaron por San Martín
hacia el sur, siempre con el Siena a la delantera. Al llegar a Benito Juárez, el auto rojo dobló en
"U" y tomó por San Martín, pero hacia el norte. Casi en el cruce de la avenida con Bonpland, frente
al bar Pago del Sur, los dos vehículos se detuvieron a una distancia de 15 metros.
La versión oficial, confirmada por los vecinos, es que el Siena frenó de golpe y
el Uno de los hombres de Homicidios lo sobrepasó, quedando casi en la esquina con Bonpland y a
metros de Uriburu. Donde además del bar hay un centro comercial que incluye, entre otras, dos
estaciones de servicios —una YPF y otra Indisa—, una heladería, un gimnasio y un
supermercado. Eran poco más de las 14.10.
Policía herido. El cabo Montoya se bajó del lado del conductor, caminó hacia el
Siena y recibió una andanada de balazos. Uno de esos disparos le dio en el costado izquierdo del
pecho. Sorprendido y acosado por los disparos, el cabo cruzó el cantero central y se guareció
detrás de un furgón Trafic, propiedad del supermercado La Sandro, ubicado en frente. "Recién
llegaba, estacioné la Trafic y escuche la balacera al entrar al súper", relató el chofer del
vehículo. El furgón recibió un balazo en la puerta del conductor.
Con el cabo Montoya fuera de pelea y pidiendo ayuda por su celular, su colega
Coronel se parapetó cubriéndose con la trompa del Uno bordó. Así fue plomo y con plomo contra dos
tiradores ubicados entre 10 y 15 metros. Lo enfrentaban "el de gris", que según los testigos tiraba
cuerpo a tierra refugiado entre un volquete y el Siena, y "el de remera verde y pelo largo,
guarecido tras un Renault Laguna, que recibió varios impactos.
"Se dieron con todo. Era un espectáculo verlo disparar al de gris. Se notaba que
no era novato. Tenía temple. El chofer ni se bajó del auto. Y el cana se la re bancó. Se agachaba,
relojeaba y le disparaba", recordó Alfredo, cuya esposa y su hija acababan de salir de la casa. "La
llamé y le dije que ni se le ocurriera venir", rememoró el hombre.
"Primero se dieron con todo. Después pareció que se tranquilizaban y
recomenzaron con disparos más distanciados", recordó Toto. Unos motoqueros del grupo Custom que
estaban en el bar tomando un café fueron testigos notorios del hecho. La balacera transcurrió a
menos de cinco metros de ellos. "Estábamos sentados en la vereda y cuando nos dimos cuenta nos
tiramos adentro del bar", recordó uno de ellos. "Era raro ver a tipos grandotes entrar de esa
manera al bar", recordó una de las mozas. Con ese escenario, el hombre de gris subió al Siena rojo
y ordenó el repliegue. "Se escuchaba que el chofer gritaba: «No puedo más». Y el otro le ordenaba
que se fueran", recordó una mujer.
Así comenzó el tramo final de la fuga. El Siena transitó unas cinco cuadras
hasta quedar estacionado, rociado a tiros, en Esteban de Luca al 700. Ahí el chofer se tiró del
auto atormentado por el dolor del balazo en la pierna. Y su socio, según los testigos, se voló la
cabeza de un tiro tal vez imaginando su porvenir entre rejas.
Murió a las 18.30. Tenía un documento a nombre de Claudio Angel Salvador Bucci,
de 40 años. A la noche supieron que era una identidad falsa: el auténtico dueño del nombre, ajeno
al hecho, había sido localizado y declaraba en Jefatura. El muerto (ver aparte) era Carlos María
Priotti, de 41 años.
A la gavilla le secuestraron dos pistolas calibre 9 milímetros, una de ellas con
mira láser, que fueron recogidas en las inmediaciones de San Martín y Uriburu. También rescataron
seis cargadores calibre 9 milímetros, cinco casi vacíos. Los maleantes heridos fueron trasladados
al Heca. El que tenía el tiro en el pie es Leandro Julio Godoy, de 33 años, con domicilio en Fraga
al 1800 de Rosario.
Al quirófano del policlínico Eva Perón entró un hombre identificado como Damián
Alberto Aguirre, de 29 años. La policía presume que integraba el grupo de maleantes.
El cabo Montoya quedó internado en el CER. Un disparo le atravesó la espalda. De
milagro estaba fuera peligro.
Identificado
A las 21.30 Criminalística confirmó la identidad del
delincuente muerto: Carlos María Ramón Priotti, de 41 años, estuvo detenido por robo reiterado en
la U-III de Rosario. Salió con condicional el 14 de octubre de 2007. Su hermano, Marcelo Priotti,
cumple 28 años de pena por matar al dueño de una estación de servicio en Arminda en agosto de
2001.