Un violento ataque a tiros cometido el pasado 5 de septiembre contra un quiosco de Génova al 1600, a metros de avenida Alberdi, fue el inicio de una investigación que con el paso del tiempo arrojó distintos resultados: primero que el comercio baleado no era el blanco de los tiros sino un local ubicado muy cerca; segundo que el quiosco que debía ser atacado es propiedad de un policía retirado; y finalmente que el uniformado era el nexo en la calle de su hijo preso como integrante de la llamada “Banda de J”.
En el marco de la pesquisa para desbaratar esa banda, conformada inicialmente por cinco personas, este martes se realizaron 16 allanamientos ordenados por el fiscal Franco Carbone. La mayoría de los procedimientos tuvieron lugar en la zona oeste rosarina, uno en la ciudad de Roldán, uno en la localidad de Monje donde se incautó un verdadero arsenal y también en celdas de las cárceles de Coronda, Rosario, Piñero y Pérez donde se encuentran alojados algunos integrantes del grupo.
Como resultado de los procedimientos realizados por personal del Departamento Operativo de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) fueron detenidos tres hombres a los que se identificó como Tobías M., de 19 años; Pablo S., de 50 y el policía retirado Edgardo Avila, de 58. En tanto el hijo del ex uniformado y otro muchacho que ya estaban presos quedaron vinculados a la pesquisa en la cual serán acusados por conformar una asociación ilícita dedicada a balaceras, extorsiones y usurpaciones entre otros delitos.
Además, en los allanamientos se secuestraron cinco pistolas de diferentes calibres, cinco escopetas y rifles de aire comprimido, municiones y cartuchos de distintos calibres, celulares, handys, chalecos antibalas, dinero en efectivo, dos motos, tres autos, una notebook, prendas de vestir y pendrives.
Dos meses atrás
El lunes 5 de septiembre cerca de las 19 un delincuente entró a un quiosco de Génvoa al 1600, en el corazón de Arroyito, y disparó a mansalva hiriendo a un empleado del local y a una clienta. Fueron cuatro tiros dentro del negocio y otros seis para cubrir su escape. No quedó claro en ese momento los motivos del ataque y se descartó un intento de robo. Pero la investigación permitió saber con el paso del tiempo que el blanco del ataque no era ese local sino uno vecino que estaba abierto en forma permanente toda la semana y al frente del cual estaba el policía retirado ahora detenido.
En ese marco, vecinos y comerciantes de la zona dijeron a los pesquisas que en el minimarket de Avila se “planearían ataques y extorsiones y que además se venderían drogas. Sobre esa hipótesis se trabajó y también se constató que el policía retirado era el nexo entre su hijo preso y la banda”, expresó una fuente judicial.
Un día después del ataque, un cartel colgaba en la puerta del quiosco baleado: “Hoy cerrado”. Guillermo, dueño del comercio y testigo directo de lo ocurrido, contó que su compañero de trabajo había resultado herido y que una clienta había recibido el roce de una bala de rebote por lo que tuvo que ser asistida en el Heca.
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“Tengo una serie de sensaciones cruzadas. Gracias a Dios la sacamos barata. Esto pudo ser una masacre”, dijo el comerciante en esos días e hizo una descripción de los hechos. “Yo estaba con mi esposa y empezamos a sentir las detonaciones. Y quiero dejar en claro que esto no fue un robo. Entraron al negocio, dieron un paso y empezaron a disparar directamente. Y siguieron en la vereda. Tiraron contra la carnicería. Habrán sido en total 12 o 13 disparos”, sostuvo Guillermo. Y añadió que los que tiraron “no realizaron ninguna advertencia, tampoco recibí una carta en la que me pidieran dinero por protección, como ocurre mucho ahora ni recibí llamadas telefónicas. No puedo creer lo que sucedió”.