Como sabemos, a partir de una iniciativa del Movimiento Vea Teatro Rosarino, el Concejo Municipal votó el año pasado la creación de la Primera Comedia Municipal de Teatro "Norberto Campos" que acaba de terminar su primer ciclo dirigida por Raúl Saggini, con la obra "Relojero" de Armando Discépolo. Hace unos días, al bajar el telón de la última representación, el rumor de un aplauso interminable trajo a mi memoria el intenso trabajo de quienes fueron de alguna manera los pioneros de un teatro de aquí nomás. Aquellos grupos, llamados en un principio vocacionales y luego independientes, (haciendo mención a su labor al margen del circuito comercial) nacieron y se desarrollaron básicamente en los años 60, un período muy fecundo que comenzó con la creación en 1958 de El Faro, donde trabajaron Eugenio Filipelli, Héctor Tealdi y Antonio Postiglione. También fue un hito la representación de "El soldado de chocolate", de Bernard Shaw, A cargo del grupo dirigido por Carlos Serrano y Jorge Garramuño en el recordado Centro Dramático del Litoral. A partir de allí, el Teatro Escuela Los comediantes de Serrano y La Ribera de Garramuño, vendrían después el Teatro Independiente del magisterio de Carlos Mathus, Meriadiano 61, de Mirko Buchin. Más acá en el tiempo, Arteón, de Nestor Zapata, y las puestas de la Vigil, Naum Krass o Norberto Gallina, entre otros emprendimientos destacados. La Comedia Municipal de Rosario fue siempre un sueño latente en una época en que se trabajaba a puro pulmón con funciones gratuitas o a muy bajo precio, sin esperar apoyos oficiales, y cuyos principios eran hacer teatro como una actitud para difundir y educar al pueblo a través del arte. Por lo comentado, esta realidad actual de la Comedia Municipal de Teatro significa del alguna manera un reconocimiento a los pioneros entre los cuales vienen a mi memoria, además de los antes nombrados, las figuras de Lucrecia Castagnino, Perla Trillas, Elio Incrocci, Lía Barilleau, Gustavo Borelli, Omar Tiberti, Ana María Esterkin, Keño Bossi, Armando Colombaroli, Emilio Lenski, David Edery, Haidée Balbé, Noberto Campos y muchos otros que aportaron en forma casi anónima su esfuerzo vocacional y desinteresado. Para todos ellos el mejor premio, un fuerte, largo y merecido aplauso.





























