Soy coordinador de servicios turísticos y trabajo para una compañía extranjera que envía contingentes a Sudamérica. Como argentino, me esmero por causarles buena impresión a los visitantes, pues vienen a mi tierra y me gustaría que se lleven una linda experiencia. Pero cuando tengo recorridos turísticos que ingresan al país por fronteras terrestres, algunos controles migratorios nacionales no parecen estar preparados para tratar con extranjeros. Desde principios de 2008, con bombos y platillos, la página web oficial del servicio migratorio nacional anuncia con orgullo a Argentina como uno de los únicos países del mundo que da la posibilidad de completar e imprimir on line la tarjeta de entrada y salida migratoria. Coordinando a uno de esos grupos de turistas desde Chile, ingresé en agosto último por el control fronterizo Cardenal Samoré, cerca de Villa la Angostura-Neuquén. Le pregunté, mostrándole los formularios descargados de la página web e impresos, a uno de los oficiales de control de pasaportes si los mismos eran válidos. Con cara de sorpresa, nuestro empleado público no sabía de qué se trataba pero me afirmó que no iba a haber inconvenientes. Minutos más tarde, la primera turista extranjera del grupo miraba desorientada cómo ese mismo oficial, al que yo había consultado, le decía de mala manera en español: "Señorita, yo no sé qué es este papel, aquí no conocemos esto". Inmediatamente le dije a esa misma persona que él me había asegurado que no iba a haber problemas y por qué ahora cambiaba de opinión. De mala manera me pidió que saliera del recinto y que yo no podía asistir a los extranjeros con los trámites migratorios, que por esa única vez iba a aceptar lo que estaba impreso vía internet. Evidentemente hay una falta de comunicación interna dentro del servicio de migraciones. Hay delegaciones que no saben acerca del formulario virtual. Pero peor situación vivo cada vez que cruzo la frontera desde Uruguay a Argentina por el puente internacional que une las ciudades de Concordia con Salto. El control migratorio argentino está a cargo de Gendarmería Nacional y sus oficiales parecen no haber tenido una capacitación previa sobre reglas, leyes y normas aplicables a distintas nacionalidades. Tampoco se los ha capacitado en uso de equipos de informática; los oficiales no saben usar los scanners que leen digitalmente los pasaportes y deben tipear la información de a uno. La mayoría de ellos lo hace letra por letra con un solo dedo apretando el teclado frente al computador. Cada vez que llego, usualmente con 16 extranjeros, demoran una hora para hacer ingresar toda la información al sistema, mientras los pasajeros observan cómo nuestro personal de Gendarmería titubea y mira constantemente si escriben bien letra por letra en el ordenador. Los oficiales del país hermano tardan sólo 10 segundos por persona porque saben utilizar el scanner y el grupo es atendido en 5 minutos. Se pone en evidencia la falta de importancia que nuestro gobierno tiene sobre nuestras puertas de entrada al país.