Buenos Aires.- Héctor Oesterheld, el célebre autor de “El
Eternauta”, desaparecido durante la dictadura militar, es recreado por el escritor Juan
Sasturain en el libro “El aventurador” centrado en la aventura como eje de su vida, lo
que comprende la acción, el riesgo, el azar y “una decisión ética, existencial”.
A través de una recopilación de artículos periodísticos escritos en los últimos 30 años sobre el
autor de “El Eternauta” -ya un clásico del género- Sasturain propone en este libro,
editado por el sello Aquilina, una relectura del cruce entre la vida y la obra de Oesterheld.
Sasturain recuerda que empezó a leerlo a los 12 años. "Me marcó definitivamente”.
Oesterheld y su obra iban a aparecer luego en distintos momentos, sea como lector de
historietas, sea como docente de Letras -“al reivindicar y comenzar a estudiar las formas de
la literatura popular y los 'géneros marginales'"- o como periodista.
Convertido en especialista y difusor del género -Sasturain trabajó en las revistas Humor,
Superhumor y dirige actualmente la revista Fierro- señala que “Oesterheld es una referencia
temática constante, sobre todo por la recurrencia del tema de la aventura, la frecuentación de los
géneros y el uso de la circunstancia argentina como materia aventurable”.
Con una profusa obra narrativa y autor del guión de la historieta “Perramus”,
dibujada por Alberto Breccia, Sasturain califica al autor de “El Eternauta” como:
“Extraordinario narrador, inventor de historias que logró crear héroes a partir de personajes
cotidianos y con una destreza específica para guionar imágenes”.
Autor de los ensayos dedicados al género “El domicilio de la aventura” y
“Buscados vivos”, Sasturain ve en Oesterheld a un gran narrador que si bien no publicó
libro ni novelas, "dejó el relato, en términos míticos, más importante de la narrativa argentina de
la segunda mitad del siglo XX“.
Y agrega: “Tenía formación científica y una primera vocación de autor de cuentos para
chicos que nunca abandonó. Dejó pocos relatos puros -no pensados para la secuencia gráfica- y es
autor de un puñado de excelentes cuentos, aunque novelizó con destreza una docena y media de sus
primeras historietas de continuará, que se leen como lo que son: muy buenos relatos de
género”.
En “El Aventurador”, el autor traza un paralelismo entre Oesterheld y escritores
como Robert Louis Stevenson y Rodolfo Walsh: “Los dos aventuraron, pusieron el cuerpo,
quisieron vivir lo que habían escrito, estar a la altura de lo que imaginaban”.
Respecto a Walsh explica: “Tienen en común su modo de integrar la vocación literaria con
el trabajo, siempre tratan de vivir de lo que escriben: con distintas prácticas, de la traducción
al periodismo y la ficción, eligen los medios masivos, el lector real y concreto de las
publicaciones periódicas, el kiosco como lugar de contacto con el lector”.
Tanto “Operación Masacre” como “El Eternauta” son obras de fines de los
50 “releídas y resignificadas por sus propios autores en los años siguientes. No es casual
entonces que luego, en lo ideológico, a grandes rasgos también coincidieran”.
Para Oesterheld, “la aventura es el resultado de la asunción, por parte de una persona
`común`, de una situación límite que lo pone en circunstancias de elegir ser/hacer lo que cree o
sueña o quedarse en el molde. Es esa decisión interior lo que lo convierte en héroe”.
“Más allá del resultado final: no hay héroe anterior a la aventura. Y la aventura es una
decisión ética, existencial. Eso escribió reiteradamente y eso trató de vivir. La Aventura (le
gustaba subrayarla con mayúscula) es, borgeanamente, la comprensión de un sentido -anagrama de
destino, se recuerda en `Perramus`- el saber para qué estamos, qué nos justifica acá”.
“Sus lectores iniciales crecieron con él, no los subestimó ni fue condescendiente. Dejó el
medio -la historieta popular y masiva- en un lugar distinto (mejor) del que lo encontró. Y demostró
que con ese soporte narrativo se podían contar las mejores historias. Además -enfatiza- rompió
prejuicios con respecto a las posibilidades expresivas del medio”.
De los muchos personajes que viven en los “cuadritos” de las historietas de
Oesterheld, Sasturain menciona a Ernie Pike: “Inspirado en el yanqui Ernie Pyle, corresponsal
de guerra histórico, un convincente alter ego que trataba el tema de la muerte con la naturalidad
que da la guerra, presentaba historias fuertes, `reales`, de alto contenido ético en situaciones
límite”
Aunque confiesa que le gustan mucho “el primer `Joe Zonda` una comedia aventurera
excelente, lo mismo `Rolo`, con su barra de club porteño que termina luchando en Marte”,
considera el escritor que “el mejor `grupo humano` fue el de `Sargento Kirk`, porque se formó
a lo largo de aventuras largas que permitían ir conociendo a los personajes, sin un armado de
antemano”.
“El Aventurador” se completa con tres textos de ficción urdidos por Sasturain
alrededor del creador de “Hora Cero”.
Son dos relatos y un poema. En uno de esos textos, titulado “En busca del padre
perdido”, los personajes de Oesterheld, desaparecido en 1977, se reúnen en Buenos Aires para
investigar la suerte que corrió e interceder por su libertad.
(Télam)