Es frecuente escuchar en los foros internacionales la consabida frase "Guerra a la pobreza". Una arenga para la cual, leyendo entre líneas, podríamos agregarle: "Preparémonos y vayan". ¿Será porque es una guerra de victoria imposible o porque no está claro de qué se trata? Edelmiro Mayer decía, por ejemplo, que la pobreza es un estímulo para el desarrollo personal. Ford opinaba que desaparecerían los pobres cuando todos tuvieran un auto y Anchorena creía que pobre era aquel que no tuviese por lo menos una estancia. Me parece que estos muchachos habían visto la pobreza sólo en figuritas. Alguien con los pies en la tierra, la señorita Olga Cosettini les decía, sabiamente, a sus alumnos que pobre era "la persona no instruida". Ahora bien ¿se es pobre por no estar instruido o se es instruido por no ser pobre? El huevo y la gallina dirían algunos, pero yo opino que ante la dramática realidad de marginación que padecemos debemos dejar la retórica a un lado y pensar en una medida concreta, posible y reconocida históricamente: me refiero a un "shock educativo", es decir destinar para un plan bianual una inversión importante, por ejemplo 4 millones de dólares.