La patriota del Alto Perú, Juana Azurduy, se convirtió en una mujer emblemática a partir de su lucha en las guerras de independencia hispanoamericanas por la emancipación del Virreinato del Río de la Plata contra la monarquía española. Desde ese ejemplo de resistencia parte “Territorio Coraje”, la obra de teatro unipersonal, con dramaturgia y protagónico de María Victoria Franchi, con el propósito de relatar el compromiso de las mujeres en el proceso de independencia. La puesta, dirigida por Cielo Pignatta, se presenta hoy, a las 21, en Empleados de Comercio (Corrientes 450). En diálogo con Escenario, la directora y la actriz reflexionaron sobre la obra: “Veremos a una Juana de todos los tiempos que se nos acerca para contarnos que nació junto a muchas otras y que todas ellas construyeron el territorio añorado, el territorio coraje”.
“Territorio coraje” es un espectáculo en el que conviven el drama y la comicidad. A través de múltiples recursos como las artes marciales, el clown, la danza y otros recursos, cuenta las vivencias de Juana Azurduy y la lucha de un colectivo de mujeres que siempre estuvo presente haciendo historia. “La voz de la propia Juana se entrelaza con la de una periodista que representa a los medios hegemónicos, siempre presentes a lo largo de nuestra historia, intentando confundir y silenciar los verdaderos motivos de la lucha de estas mujeres”, indicaron.
—¿Cómo y por qué surge la idea de esta obra?
Pignatta: Entendemos nuestro oficio como herramienta de transformación social. A partir de esto y del contexto en el que vivimos inicié una investigación sobre las mujeres de nuestra historia comprometidas con las luchas de género y que dejaron huellas fundamentales para la conquista de derechos. Estas huellas, la mayoría de las veces, son invisibles para la historia “oficial”. Franchi realizó un trabajo audiovisual llamado “La profesora argentina al margen de la historia”, videos cortos para redes sociales sobre la médica Julieta Lanteri y las sufragistas y Carolina Muzzilli, trabajo que tuvo una mención especial del premio Juana Manso. Esa propuesta le despertó su interés sobre la vida de Juana Azurduy como protagonista en la lucha de la independencia y su posterior puesta en escena.
—¿Qué singularidades encontraron en la figura legendaria de Juana Azurduy para tomarla como punto de partida?
Franchi: La figura de Juana Azurduy ha ido teniendo un lugar en la historia a diferencia de otras que no figuraron en ningún libro y sus peripecias quedaron registradas. Estas andanzas describen a una mujer de denotado coraje, capaz de darlo todo por sus ideales. Conectada y comprometida con su época y que se puso al frente de ejércitos populares. Una mujer que pudo dejar su lugar socialmente asignado para sumarse a la lucha por la libertad que se respiraba por aquellos días.
—¿Cómo se entiende el desempeño y el liderazgo que tuvo en el contexto de su época?
Franchi: Justamente lo leemos desde una perspectiva distinta, ya no como una prócer lejana e idealizada sino como una mujer de coraje conectada con su época que podría ser cualquiera de nosotras a la hora de defender nuestros derechos. Ese coraje es el que queremos contagiar.
—¿Quiénes son, o serían, las equivalentes actuales a Juana Azurduy?
Franchi: Mientras se escribía la obra y luego en el montaje era imposible no pensar en las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo; en las jóvenes militantes secuestradas y desaparecidas en la última dictadura militar; en todas las mujeres de los pueblos originarios, en Milagros Sala, en las esclavas africanas, en las compañeras del LGBT y así podríamos seguir en una lista interminable a lo largo de la historia de los pueblos.
—Mencionan a las mujeres que “construyeron el territorio añorado, el territorio coraje”. ¿En qué otros ámbitos las mujeres manifiestan y siguen construyendo hoy ese coraje?
Pignatta: Ese territorio hoy en día sigue siendo nuestro, está en manos de los feminismos, de la lucha indigenista; de las organizaciones sociales que están en los barrios, en las villas, que van a las cárceles, en las maestras luchando, en las marchas del Ni Una Menos; en las instituciones, en las casas, en las madres criando solas y en las calles.