Milena Salamanca fue una las artistas que destacó en la última temporada de "La Voz", como parte del equipo de La Sole. Pero, tal como se vio en el programa, su historia comienza mucho antes.

Tras su destacada participación en el certamen como parte del Team La Sole, la cantautora, bailarina, productora y gestora cultural se presenta el viernes 7 de noviembre en Refi
Milena Salamanca, quien fue parte del Team La Sole en la última edición de "La Voz Argentina", llega el 7 de noviembre a Rosario
Milena Salamanca fue una las artistas que destacó en la última temporada de "La Voz", como parte del equipo de La Sole. Pero, tal como se vio en el programa, su historia comienza mucho antes.
“Durante el verano, hace más de 15 años, la mudamos por temporada a Cosquín. La decisión de hacer la peña no solo es un esfuerzo físico, emocional y económico, porque el folklore es un fenómeno empírico, generacional, de transmisión cultural, de sostener espacios por miedo a que tal vez dejen de existir. La Salamanca terminó siendo una escuela para todos, no solo para mí”, declara Milena en diálogo con La Capital.
Antes de presentarse el viernes 7 de noviembre en Refi (Vélez Sarsfield 641), la artista manifiesta que el folklore “es un fenómeno que nunca dejó de existir”, más allá de este momento de mayor exposición mediática: “Tiene esa cosa pasional de mover masas. Yo básicamente me crié dentro de un montón de artistas y siempre vi esta diferencia con lo que la gente ve o cree que es el folklore. Pasa en ciudades como La Plata, de donde soy yo, o CABA, donde está el pensamiento medio básico de que es para gente grande, un poco aburrido. Y nada que ver, es todo lo contrario. No deberían perderse la etapa de ir a una peña a tomarse un vinito y bailar una chacarera, es lo mejor que te puede pasar, de verdad”.
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Entiendo que en la historia del Festival de Cosquín, sos la única persona que ganó el Premio Revelación como cantante y como bailarina. ¿Cómo fue atravesar eso?
En el 2012 lo gané cantando y después en el 2017 bailando, con la compañía Pucará, y fueron experiencias totalmente diferentes. Con 18 años pensaba qué hay que hacer para cantar en el festival. En esa época era ganar el Pre Cosquín o poner mucha plata o tal vez hacer una carrera de cientos de años para que te convoquen. Bueno, me anoté a ver qué pasaba, y terminó sucediendo. Y la verdad que la revelación fue algo que no esperaba, que no buscaba y que tal vez no deseaba, y me llevó a lugares difíciles, porque tenía 18 años y no estaba preparada mental y físicamente para recibir algo así y hacerme cargo de eso. No sabía dar notas y de repente me llamaban de Clarín, de Télam, de lugares que yo no me imaginaba. Después, a los 23 años sucedió lo de revelación como bailarina, que tal vez en ese momento sí estaba más preparada, más consciente y con más deseo de ganar.
¿Sentís que el folklore nuevamente está siendo tenido en cuenta es espacios donde no siempre estuvo?
Para mí La Sole, el Chaqueño, Luciano Pereyra, Abel Pintos, Los Tekis, no hay mucho más que sean del mainstream, que cruzan la frontera entre los géneros y que todo el mundo los conoce. Yo digo La Sole y todo el mundo sabe quién es, versus los artistas más del under que siguen siendo populares y convocantes, como Peteco Carabajal, Los Coplanacu, Rally Barrionuevo, que tienen el lineamiento de convocar mucho, pero no están en una posición como están los otros. Es medio feo y raro decirlo, pero se ve esa diferencia, se siente. Ni hablar de ser yo de un espacio cultural que es una peña. El Chango Spasiuk decía que las prácticas culturales que hay dentro del folklore son tantas, que el hecho de que no se vean no quiere decir que no existan. Y que no se difunda no quiere decir que no suceda, y esa es una realidad y una verdad que está todo el tiempo.
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También hay un montón de cantoras y compositoras atravesando un gran momento, se me ocurre Nadia Larcher, por ejemplo.
Sí, Nadia es tremenda cantora. Yo canté con ella en mi disco y la conozco, nos hicimos amigas. Ella junto con otro nicho de cantoras como La Bruja Salguero, Mery Murua, Micaela Vita, Noelia Recalde, son cantoras, compositoras, inspiraciones. Me sumo a la lista, como que tenemos un perfil y un lineamiento muy parecido en el cantar, en el decir, no porque seamos iguales, sino al contrario, porque somos como de esa camada de canciones, de inspiración.
¿Qué buscabas al entrar en La Voz Argentina?
Tiene que ver con visibilizar. Quería estar en otros lugares, entrar en otros espacios. Por ahí decía: “pucha, ¿por qué yo no estoy ahí y re quiero estar ahí? ¿Y qué tengo que hacer?”. Y siento que son mis mejores años. Yo deseo ser madre, deseo un montón de cosas que me van a dedicar tiempo, y es ahora que le quiero dedicar tiempo a la música, a la energía, a la vida y demás. Elegir esto es una cuestión cien por cien intensa y uno reafirma todos los días el camino de la autogestión, de la independencia. En lo personal, artísticamente, si bien es verdad que yo no soy amateur y que tengo un reconocimiento por mis canciones, por mi interpretación, por supuesto que fui a buscar desafíos y fui a someterme, entre comillas, a lo que propone el programa, ¿no? Me tocó la suerte de que me eligió La Sole, que me cuidó, me cuidó sin decírmelo.
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El tema es a qué costo. ¿Serías permeable a no hacer lo que no te gusta?
Bueno, el juego lo que propone en un punto es que vos seas versátil a lo que ellos proponen. Están los directores, los productores, los coach, los que te guían. Pero yo era muy consciente, no es que me metí sin pensar o sin saber que eso iba a ser así, entendí por fuera que el juego iba a ser ese. Y en algún punto me armé de paciencia. Yo estoy más acostumbrada a decidir sobre mí, qué me pongo, qué canto, qué digo, qué hago y dónde toco, versus lo contrario, y entendí ese juego. El tema es que hay un punto emocional en el que eso te quiebra y entonces termina siendo ver quién soporta más emocionalmente lo que te digan, cómo tenés que cantar. También hay otros lineamientos que son crueles, dolorosos, es real que uno está nervioso, a mí se me secaba la garganta. Antes de subir te ponen en el pasillito previo y están todos bastante alterados, porque los productores son como (grita) “ahora, dale y sonrían, métanle”. Y vos estás tipo: “no me entra saliva en la garganta”. Y después está el hate que hay atrás de ciertas cuestiones. Me acuerdo que leí un comentario en la etapa que llegué contra Gustavo, y me largué llorar, ahí me repregunté: ¿qué hago acá? Me pesó la presión, me dolió, no podía parar para llorar, sentía angustia y me quería ir. Y tenía que estar ahí parada esperando que me digan si me quedo o me voy. Y cuando eso sale en la televisión y veo el hate… la gente decía que La Sole me había elegido porque me largué a llorar. Puedo soportarlo, puedo entenderlo, pero bueno, la televisión tiene esto, que uno se expone esos lineamientos televisivos del reality y del show.
¿Te considerás una artista ambiciosa?
Sí, no te voy a negar que tengo ambición. Creo que a veces la gente tiene pensamientos negativos sobre ciertas palabras como la ambición, el ego, pero para ser artista un poco de ego hay que tener, aunque hay que medirlo y eso se mide con la gente que te rodea. Hay cosas que te tienen que traer la realidad. Pero sí, tengo deseos y sueños y metas. Si eso no existiera, no sería posible lo que uno va logrando, también ser ambiciosa quiere decir que uno tiene que accionar. Si yo no acciono, voy a vivir toda mi vida frustrada.


