Después de meses de rumores, el misterio llegó a su fin: el bar Pasaporte, una de las esquinas más emblemáticas del centro rosarino, reabrirá bajo el nombre “Pasaporte x Justo”, en una fusión que busca equilibrar historia, mística y renovación. Al frente estará el equipo creador de Justo, la cafetería y panadería premium de Urquiza al 1900.
El objetivo es claro: devolverle vida a la esquina cargada de memoria sin borrar su identidad. La barra de madera original está siendo restaurada, el piso de época será preservado, y el aire de bar de la zona de la ex-Aduana que marcó generaciones continuará siendo parte de la experiencia. “Queremos recategorizar la esquina sin perder su alma. Las bases están, sólo había que acompañarlas con un producto a la altura”, explican los nuevos gestores del local de Urquiza y Maipú.
Almuerzos amigables
La transformación no será solo visual. El nuevo Pasaporte x Justo funcionará durante el día como cafetería con panadería artesanal y almuerzos ejecutivos, mientras que por la noche mutará hacia una propuesta con vinos, vermut, cerveza tirada, tapeos y cocina ligera.
El plan de menú incluye una línea de focaccia, pastrami, ahumados y tablas especiales, aprovechando la experiencia previa del equipo y el conocimiento construido con Justo. “Al igual que en el local de Urquiza, no queremos que el lugar se muera de 12 a 16 como les pasa a muchas cafeterías de especialidad. Apostamos a un espacio operativo durante toda la franja horaria”, cuenta Jorge Cipullo, líder del proyecto.
Los almuerzos ejecutivos tendrán precios “amigables”, estimados en un rango de 15 a 16 mil pesos con bebida y postre o café, apuntando al público de oficinas y consultorios de la zona.
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La historia de Justo
Para entender la magnitud del nuevo Pasaporte, hay que retroceder al nacimiento de Justo. El local abrió en mayo pasado, sin anuncios rimbombantes ni inauguración oficial, pero generó rápidamente una fuerte adhesión. “Nuestra idea siempre fue trabajar desde la base para que no sea una moda que después se pincha. Trajimos un formato que no está en Rosario, con una línea de exhibición tipo joyería y mucha dedicación a la calidad y el producto”, relata Cipullo.
El equipo trabajó durante meses en un laboratorio previo, entre pruebas, errores y desarrollo de recetas desde agosto hasta mayo. Los impulsores Importaron maquinaria, construyeron un obrador propio y diseñaron cada detalle con precisión, desde el packaging hasta los procesos. “Nosotros marcamos el paso del día a día. No manejamos esto desde una cabeza empresarial; estamos presentes poniendo el cuerpo en los locales”, asegura.
El concepto de “joyería” también trasladará su espíritu a la nueva esquina: “El packaging de Justo es como la cajita del anillo; queremos que el nuevo local tenga el mismo nivel de cuidado”.
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Restaurar sin borrar
Lejos de intervenir agresivamente el espacio, la reforma se basa en la conservación y puesta en valor. La barra histórica ya está siendo restaurada por carpinteros especializados. El piso de época recibirá un tratamiento para protegerlo y realzar su color original. La guarda de madera en el ingreso por Maipú también se conservará.
Uno de los cambios estará en el mobiliario exterior, que será rediseñado en función de las quejas históricas por su incomodidad. Se planifica además un trabajo conjunto con la Municipalidad para acondicionar el árbol de la vereda y sumar un puesto de flores frescas permanente.
La fachada sobre Maipú, declarada patrimonio, sólo será intervenida en el paño vidriado; en Urquiza se construirán dos grandes ventanales de punta a punta que abrirán la visual hacia un nuevo sector semicubierto tipo balcón con baranda. La iluminación será clave: el nuevo diseño buscará darle más luminosidad y calidez a todo el espacio.
El artista visual Daniel Pivetta, conocido por su estilo icónico, ya fue convocado para intervenir los cristales del local. El color institucional será amarillo, en referencia a la identidad de Justo.
Noche temprana
La propuesta nocturna será diferente a la del local original de Justo. La idea es trabajar una “noche temprana” con cocina activa, cócteles, spritz, vermut, vinos, cerveza tirada y tapeos que se puedan combinar con la línea de panificados y ahumados.
“El vermut se busca mucho. Queremos dar lugar a ese momento de tardecita en la vereda, con una propuesta que no sea pretenciosa, pero sí cuidada”, anticipan. El vínculo con otros negocios propios les abrirá camino para contar con una selección breve pero cuidada de etiquetas de vino.
La franja estimada será de martes a jueves hasta las 23 y viernes y sábados con horario extendido, en función de la demanda y el comportamiento de las propuestas cercanas, como Feuer.
¿Diciembre?
El vínculo emocional con los habitués del viejo Pasaporte es un eje fundamental del proyecto. “Quiero rescatar todo ese recuerdo del público que transitó por ese bar, para que pueda seguir teniendo esa experiencia. Vamos a armar una mística donde esté presente Pasaporte, fusionado con Justo”, dice Cipullo.
Las obras ya comenzaron, con permisos municipales en curso y el equipo de trabajo alineado. Las estimaciones apuntan a una apertura entre mediados de diciembre y las fiestas de fin de año. En caso de que los plazos se extiendan, el plan alternativo sería desembarcar oficialmente en febrero. La apuesta busca construir una permanencia afectiva. En una ciudad donde las esquinas pueden cambiar de identidad de un mes a otro, la ambición de Pasaporte x Justo es convertirse en una pieza estable del paisaje urbano.
La idea es que el aroma a café siga siendo parte del ritual matutino, que la barra vuelva a ser punto de encuentro y que ese piso gastado siga hablando de miles de historias, sumando el pulso de un local que tenga vida desde la mañana hasta la noche.