Daniel Flores es músico y escritor, y en la actualidad es director de la revista Rolling Stone Argentina. Integrante de la banda Satélite Kingston, también escribió el libro “La manera correcta de gritar” (2012) sobre Ska, 2-tone y rude boys en la Argentina. Entrevistó a cuanto músico jamaiquino estuviera en nuestro país e incluso los acompañó tocando a muchos.
Es DJ del estilo, melómano y coleccionista de discos de la música que se produjo y editó en Jamaica, a donde viajó tres veces. ¿Quién iba a escribir un libro sobre música jamaiquina sino Daniel Flores?
“Jamaica no existe, en busca del poder del reggae” se presenta este viernes 24 de octubre, a las 18, en Contraviento Centro Cultural (Rodríguez 721). Lo acompañará Litoral Dub Sound System, uno de los “sound systems” más importantes de Argentina y el primero en la ciudad de Rosario, inspirados en la tradición de fiestas callejeras originada en Jamaica.
El libro tiene una construcción narrativa que permite ser leído por fans del país caribeño y de su música, pero también por personas que no tengan idea de nada sobre la isla. Ni siquiera se necesita saber quién fue Bob Marley. Lo atractivo de estos textos justamente radica en que están escritos para ser leídos por todo el mundo. Amantes de las buenas crónicas, del historicismo, de la cultura, la religión y la música en general, descubrirán historias territoriales, leyendas y conceptos entretenidos y minuciosos por partes iguales.
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Por supuesto se revelan historias sobre personajes conocidos como Harry Belafonte, Rico Rodríguez, Bob Marley o Don Letts. También se desarrolla la visita del emperador etíope Haile Selassie, la relación entre James Bond y Jamaica, el origen y desarrollo de los Skatalites y sus principales integrantes. Y aparecen nombres menos conocidos fuera del nicho, como la figura polémica de Byron Lee, el rol de la Alpha Boys School, y Hopeton Lewis, Bob Andy, Errol Dunkley y más.
Antes de su visita a Rosario, Flores dialogó con La Capital y dio detalles de su reciente trabajo.
Es un libro popular, que lo puede leer todo el mundo. Pero a la vez, tiene datos y rescates de músicos que no se conocen fuera del núcleo duro de fans. ¿Por qué esa decisión?
Hay algo con la música jamaiquina, y es que además de que es sorprendente su influencia, también lo es el volumen de cosas que se grababan y que se editaban. Estamos hablando sobre todo de la década del sesenta, principios de los setenta, donde un estudio de grabación en Jamaica significaba una habitación con un micrófono colgando en el medio y una grabadora de dos canales, que después habrá sido de cuatro y después de ocho, con muchísima pero muchísima suerte. Se grababa a la mañana, a la tarde y toda la noche, y era una cantidad de producción que ni los coleccionistas terminan ni siquiera de escuchar todo. Entonces los nombres que rescato, que son muy pocos de todos los que hay, tratan de ejemplificar distintos aspectos de esta evolución. Y aprovechando algunas conexiones argentinas, trato de hacerme bastante cargo de que este libro sobre Jamaica se escribió desde Argentina.
Describís a Bob Marley como “más profeta que estrella pop”, ¿por qué?
A ver, hay toda una mística en su música, pero una mística real, no sólo como a veces se usa la palabra para distintas situaciones de rock, que efectivamente tienen algo de trascendental, pero no necesariamente algo religioso. Pero en Marley hay religiosidad, hay una intencionalidad de mensaje, incluso de profecía. No estoy diciendo que fuera una divinidad, pero sí que él tenía esa forma de comunicarse y de hacer arte, y eso combinado con mucho talento, y con la potencia artístico-musical de Jamaica, lo hizo un artista tan trascendente. Podemos pensar en un montón de estrellas pop, y contrastar qué tienen en común con Bob Marley. Seguramente tienen varias, pero otras, que son las más importantes, creo que no. ¿Bob Marley vendió discos en todo el mundo? Sí. ¿Tuvo hits? Sí. ¿Hizo giras y le hicieron notas en la Rolling Stone? Sí, pero fíjate lo que son esas entrevistas, sobre todo cuando él es un artista ya maduro, en su última etapa, cómo daba declaraciones, parecía un tipo de 60, 70 años, y constantemente tenía un tono muy trascendental y muy heavy. Porque quizás hay un recuerdo medio difuso de Bob Marley a través de sus canciones más luminosas, “No Woman No Cry”, “One Love”, cosas así. Cuando ves las entrevistas, sobre todo de los últimos cuatro o cinco años de vida, cuando ya era el Bob Marley combativo y serio y muy enojado con Babylon, con occidente, es totalmente distinto. Es un tipo que parece que estuviera hablando más o menos desde la clandestinidad y llamando a la lucha armada. Es un tipo que no se come ninguna, quizás no tiene mucho que ver con cómo suena en algunos de los temas más conocidos, que están buenísimos, pero que son parte de la historia, nada más.
La figura de Halei Selassei, ¿todavía se sigue adorando Jamaica?
Sí, totalmente. Por supuesto no tengo la interna del movimiento necesariamente, pero los Rastafaris siguen totalmente vigentes. Ahora, y ahí vamos al título de “Jamaica no existe”. La Jamaica de las tapas de los discos no es lo mismo que la isla, el país que se llama Jamaica. No coinciden totalmente, se solapan por momentos, pero son dos cosas distintas. Y en eso tiene que ver el tema de los rastas que existen en Jamaica, que son una ultra minoría, son marginales, no son bien vistos. Es muy distinta la situación de lo que uno podría imaginarse sólo escuchando reggae. El reggae no suena tanto en Jamaica, la marihuana está prohibida, no es una isla de paz y amor. Todo lo contrario, es un país con índices altos de violencia, de conflictividad en general, hermoso también, pero muy complicado. Y el “Jamaica no problema” es más una ironía que una filosofía de vida, te diría.
Embed - Bob Marley & The Wailers - One Love / People Get Ready (Official Music Video)
¿Y quién inventó para el resto del mundo esa imagen medio Disney de Jamaica?
Es que "Jamaica no existe", pero sí existe, digamos (risas). Jamaica es una isla achatada. Kingston está en la costa sur, más bien hacia el este. Toda la costa norte es una sucesión de playas de punta a punta, con hoteles de cadenas internacionales cinco estrellas, en general con sistema all inclusive. La gente se mete en el resort, están en la playa del hotel, tragos todo el día y nada más. Por ahí hacen una excursión, pero no pasan por Kingston, los turistas ni siquiera pasan por la capital. Entonces, ahí sí está esa cosa de “no problem”, de “One love”. De hecho, cada uno de estos hoteles tiene su banda de reggae careta, digamos. Pero podría ser un hotel en cualquier otra parte del Caribe, que también tienen bandas de reggae en general. Entonces esa imaginería sí existe, porque existe ese producto turístico, esa propuesta, que ahí sí no es casi nada distinta a cualquier otra isla. También es cierto que en los últimos años el gobierno ha hecho un esfuerzo para que el turismo no sea solo eso y tenga un poco más de contenido, y en ese sentido Kingston empezó a mostrarse más. Si vos hablabas con alguien de turismo de Jamaica hace diez años y le decías que querías ir a Kingston, trataba de convencerte para que no lo hicieras, te decía que no era una buena idea. Hoy, por el contrario, lo quieren mostrar más, está el museo de Bob Marley, de Peter Tosh. Lo que no significa que puedas meterte, no sé, en Trenchtown. Bueno, de hecho, hay varias casas de Marley. Está la casa donde nació y está enterrado, que no es en Kingston. Está la casa del museo en Kingston, y después está la casa donde vivió en Trenchtown, que también se puede visitar, son casas de vivienda social. El barrio es tremendo, pero hay un proyecto que se hizo para recibir visitas, entonces si vas en un en un auto y te estacionás justo en la puerta, podés entrar y hay una persona del barrio que te muestra y que te cuenta, estás en un lugar que es importante, porque Trenchtown no solo es donde primero vivió Marley, sino que es una barriada popular donde había muchos otros músicos y donde fue caldo de cultivo del reggae con más contenido social.