Sus temas y videos fueron un éxito inmediato en su canal Youtube, donde supo transmitir su propio estilo de llevar el relato audiovisual de la mano de sus composiciones. El titular del singular talento es Bhavi, el innovador trapero belga-argentino que en el marco de una gira nacional e internacional, presentará el próximo 19 de mayo su nuevo EP “Abducción” en la Sala de las Artes de la ciudad.
El año pasado realizó el lanzamiento de “Pochoclos”, el álbum con el que cerró la trilogía integrada por “Butakas” y “Cinema”. En su arte se juega lo bizarro y lo excéntrico, materializados en videos clip con despliegue cinematográfico. En estos días, Bhavi está abocado a una extensa gira que lo llevará por ciudades de Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile, México y próximamente España.
En diálogo con Télam, el músico nacido bajo el nombre de Indra Buchmann indicó, sin reparos ni medias tintas, que tiene que “vender” su arte porque tiene que “comer y armar ciertas movidas”, pero siguiendo siempre “con mucho orgullo” su propio “sendero” como artista.
El año pasado sorprendió con un show en un renombrado shopping que descolocó a propios y extraños, y hace unos meses, el día que lanzó las entradas para su show en Obras Sanitarias, volvió a acortar las distancias atendiendo la boletería del estadio. “Yo lo pienso como si yo estuviese en su lugar, aunque nunca lo estuve porque antes no había una movida nacional. Me hubiese encantado poder estar cerca de los artistas que admiraba: sé que lo hago simplemente por un movimiento de emociones”, explicó en un mano a mano con Télam desde la terraza del bar Local Support.
En ese sentido, añadió sobre el intercambio con el público: “A veces hasta yo me sorprendo cuando tomo dimensión, pero yo solamente lo hago porque me gusta la idea de hacerlo y estoy seguro que a mucha gente le genera cosas”.
“Y creo que por hacer la música que hago y por tener cierta vulnerabilidad y sensibilidad hace que la música llegue de cierta manera y que se cree esa conexión tan personal que después se refleja en los shows. Todo se conecta”, añadió días antes de terminar de cerrar su nuevo EP titulado “Abducción” que se completó con el lanzamiento de “Aeróbico”.
—”Pochoclos” cierra una trilogía conceptual que empezó con “Butakas” y continuó con “Cinema” ¿Qué camino se abre a partir de “Abducción”?
—Creo que este EP es más como un puente que tiene los mismos adoquines que los proyectos anteriores o como una calle que se está refaccionando y que ya tiene ya otro tipo de cemento y mármol. Tiene mucho del anterior más que nada porque “Pochoclos” cierra con el personaje de Pochoclín siendo abducido. En este la historia sigue desde ahí. Creo que el gran cambio va a ser un poquito más adelante, porque si bien hay una correlación y un puente bastante claro entre los dos, no se ve mucho qué hay del otro del puente, para nada.
—Aquella saga representaba, además, una metáfora sobre lo que te estaba pasando en relación con materializar tus propios sueños y proyectos ¿Qué viene después de haberlo logrado? ¿Se siente un vacío?
—Yo creo que no, porque siento que tengo mucho que materializar todavía, y que ese fue el comienzo de un concepto que pensé para inspirar a la gente y a mí mismo, pero yo sigo en la búsqueda, como todos. Nadie la tiene calada y yo soy parte completamente de eso: sigo buscándome, queriendo materializar, con esta cosa de no comerme la peli y tratando de ser la mejor persona posible. Sigo aprendiendo, porque uno va madurando también y va viendo las cosas de manera distinta y puliéndose. Para mí, o vas para adelante o para atrás; no sirve quedarse en el medio porque eso también es como ir para atrás. Quiero seguir probando: hay cosas que a la gente le van a gustar y traer plata, y otras que van a traer goce propio. Hay cosas que les va a gustar a las masas y otras a la que te sigue ’hardcore’, pero uno hace lo que hace por distintas razones. Es parte del camino de un artista al que no sólo le importa vender. Yo no soy así: vendo porque tengo que comer y armar ciertas movidas, pero también sigo mi sendero con mucho orgullo y me chupa todo un huevo.
—¿De qué manera se conectan el arte plástico y la música en tus proyectos?
—Justo ayer estaba en el estudio y me dijeron que habían llegado a la conclusión de que estaba como pintando. Llegué muy suelto y las frases parecían como pinceladas. Y cada vez más grabo de la misma manera con la que pinto: simplemente, haciéndolo más desde un lado como del inconsciente, sin pensarlo tanto. Simplemente voy confiando en lo interno y dejando que se cree la obra. Por lo general, sale algo increíble. Cada vez más trato de perderme y de soltar a la hora de crear, sin miedo al fracaso. Hay días que va a salir algo increíble, otros que no y está todo bien, y lo mismo me pasa cuando pinto: agarro y no pienso en nada, pinto una línea y veo a dónde sigue. Tal vez de la nada baño todo en negro y empiezo de vuelta arriba, o lo tiro a la mierda, o lo quemo y queda ahí. Cada vez estoy como más libre.
—¿Cuánto necesitás de esos espacios, de tener un momento para la música y otro para el arte? Me refiero a necesitarlos como algo liberador, casi espiritual.
—Principalmente hago música, giro, tengo un público y un circuito al que tengo que abastecer, donde para ser el mejor tengo que poner mi tiempo en eso, solo pinto como algo terapéutico de vez en cuando, porque grabo todos los días y porque quien mucho abarca poco aprieta. En un par de años me pienso tomar un ’break’ de la música y ahí, seguramente, pinte con toda o me ponga a cocinar que es algo que también me encanta. La cocina es otro gran arte; me encanta hacerme amigo de chefs porque los admiro. Me gustan muchas disciplinas, pero yo no puedo cocinar más de dos veces por semana y solamente lo hago por una cosa sana. También porque, en realidad, tengo que estar enfocado en la música.
—Hiciste un montón de cosas por fuera de la música ¿Hoy preferís no dispersarte tanto entonces?
—Sí, me pasaba, pero ahora estoy tratando de que no. Quiero pisar sólido y no irme a todos lados porque yo, al no tener mucho equipo, puedo hacer lo que quiero. Bueno, nadie hace lo que quiere sino que todos hacemos lo que podemos, pero yo hago muchas cosas que salen de mí y, la verdad, eso es una bendición. A veces también necesito que alguien me pegue un cachetazo y me diga algo. Ahora estoy como en una misión de romperla y muy afilado, y sé que cualquier cosa que quiera hacer me va a salir. La cosa es dividir bien los tiempos, por ahí antes los estaba dividiendo demasiado. Después de hacer las zapatillas para Sarkany, que diseñé con todas las herramientas y límites que me dieron, me dije que era lo último de arte visual que iba a hacer por un tiempo. Ahora voy a grabar durante un par de años, todo lo que me dé la energía.