“Argentina tierra de amor y venganza” (mejor conocida por su acrónimo ATAV), una producción original de Pol-Ka, estrenó su segunda temporada. Después de un exitoso paso por el aire de El Trece en 2019, la novela histórica volvió con un salto temporal considerable. Mientras la primera se centró en las historias de inmigrantes de los años treinta y abordó temas como la trata de personas, la segunda se sitúa en el retorno democrático de los ochenta y temáticas propias del momento: la búsqueda de personas desaparecidas y de bebés apropiados en la última dictadura cívico-militar, la epidemia del VIH-Sida, y las hostilidades del ambiente del teatro de revista.
Tras varios años exiliados en Barcelona, Pedro Salvat (Rafael Ferro) y su hijo Antonio (Toni Gelabert) vuelven a Argentina en 1984, con el objetivo de buscar a su mujer Silvia (Julieta Diaz), secuestrada y desaparecida por el gobierno militar mientras cursaba un embarazo. Antonio es el nieto de Lucia y Bruno Salvat (Delfina Chaves y Albert Baró), protagonistas de la primera temporada y favoritos del público.
Además de dilucidar qué pasó con su madre, Antonio quiere reencontrarse con Segundo (Tato Quattordio), un amigo de quien estaba enamorado y con quien se mantuvo en contacto por carta durante su exilio. Segundo es hijo de Rafael Machado (Federico D’Elia), un médico del Hospital Militar que ayudó a su amigo Pedro a exiliarse pero que pronto se devela estuvo detrás del secuestro de Silvia y la apropiación de su hija.
Aunque “ATAV 2” ya cuenta con 125 episodios grabados, algunos se aventuraron en catalogarla prematuramente como fracaso cuando llevaba apenas una semana al aire, dado que no logró acopiar todavía el rating promedio de la primera entrega (unos 13.6 puntos con picos de 17). Por este motivo, la tira, que por ahora acumula entre 8 y 9 puntos, se fue corriendo desde su horario inicial a las 22.30 a las 23. Sin embargo, la novela también tiene un margen de consumo considerable a través de Youtube, donde se suben los episodios de forma diaria y acumulan en promedio entre 250 y 300 mil espectadores (entre 2.5 y 3 puntos de rating extra). Contemplar e incorporar las nuevas formas de interacción con los productos televisivos es menester para una lógica de producción que se resiste terca a estándares más bien obsoletos.
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El paisaje televisivo también cambió, como todo, desde aquel 2019 pre-pandémico a esta parte: la televisión argentina se volcó progresivamente a la producción de realities, en detrimento de las ficciones. De hecho, “ATAV 2” es la única novela de producción nacional al aire en este momento (en la TV Pública hay algunos unitarios, pero ninguno en formato tira diaria), lo cual la pone frente a un desafío descomunal: ganarle espectadores a formatos exitosos como “Masterchef”.
En suma al típico tono costumbrista de las ficciones argentinas contemporáneas, “ATAV” aprovechó el escenario histórico para afirmar un estilo más melodramático, más propio de las telenovelas latinoamericanas de otras latitudes. Retomado en la segunda entrega, esto hace que el estilo narrativo del guión, la puesta y las actuaciones se presenten como más subrayados que de costumbre y choquen a cierta parte de la audiencia.
Las primeras dos semanas al aire también dieron algunas sorpresas a nivel narrativo. Algunas cuestiones que tradicionalmente las novelas estiran en su desarrollo, en una típica suspensión dramática, como el beso entre dos protagonistas o la develación de un misterio, aparecieron rápidamente. Pedro descubrió la traición de Rafael al cabo de cinco episodios, y confrontó a su amigo, con un desenlace inesperado: casi a lo “Juego de tronos”, “ATAV 2” mató a uno de sus protagonistas en tiempo récord. Estos aceleramientos en el relato (que se sienten como una podrían hablar de una adaptación, quizás innecesaria, a una audiencia multigeneracional más acostumbrada al formato serie, donde en ocho episodios se abren y cierran grandes conflictos.
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La mayor incógnita de “ATAV 2”, antes que cualquier giro en la trama, es cómo resolverá la combinación de este estilo más melodramático con el abordaje simultáneo de temáticas complejas, que a su vez funcionan de sostén de varias capas narrativas.
Quizás desde la producción se sintió una necesidad, acorde a cierto clima de época, de meterse con temas que nunca dejan de ser relevantes, como la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia, la discriminación a las personas LGBTIQ+ y la violencia de género. Hay algunos detractores que afirman que esto aleja al público en vez de generar nuevas fidelidades y atraer a más sectores. Si bien es cierto que en Twitter se vio un minoritario rechazo a una supuesta “mirada progre” sostenida por la novela, la mayoría de las quejas a la nueva trama tienen que ver con un distanciamiento completo de los personajes y la historia original, que tanta fascinación habían generado en los fanáticos.
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Marina Calabró, por ejemplo, aseguró que “es muy pesado” ver escenas sobre la dictadura al final del día, y que la gente en realidad prefiere distraerse. En este sentido, y considerando la cantidad de realities al aire, donde el entretenimiento puro y duro es el motor, es interesante que la ficción apunte a un diferencial de compromiso. Aunque podría pensarse que ya no hay mucho para decir desde la ficción, y menos desde una novela, sobre la última dictadura (teniendo en cuenta la larga tradición cinematográfica argentina sobre el tema), está claro que hay nuevas generaciones que se encuentran por primera vez con representaciones explícitas del terrorismo de estado. Esa apertura posible de diálogos es un valor por sí mismo. Vale recordar que allá por el 2006, la premiada tira de Telefé “Montecristo” presentó un abordaje destacable del tema, en un contexto que acompañaba el desarrollo de los primeros juicios por lesa humanidad después de la derogación de los indultos.
Antonio quiere escribir una nota sobre el SIDA, visitó el hospital de Segundo y conoció a Francisco
Por otra parte, el último registro de un abordaje de la epidemia del VIH/Sida en una telenovela argentina remite a principios de los 90. Considerando todo lo que ha cambiado en torno al virus en los últimos treinta años, visibilizar desde el pasado y para el presente, el estigma y la persecución (que se mantienen a pesar de los avances) hacia las personas VIH positivas, puede ser otro ejercicio de memoria y empatía activa para jóvenes y no tanto que nunca se acercaron a la temática.
El mayor reto de “ATAV 2” quizás no sea, entonces, estar a la altura de la trayectoria exitosa del producto o competir por el rating contra los realities del momento, sino el que se planteó a sí misma: sostener varias capas narrativas simultáneas, que implican ocuparse apropiadamente de múltiples temáticas complejas a través de un relato coral, en un tono que mezcla el costumbrismo y el melodrama. En pocas palabras, decirlo todo y decirlo bien.