El mensaje en que el presidente apareció rodeado por los cuatro jinetes del equipo económico mostró dos grandes flancos débiles.
Uno es que se perdió el factor sorpresa en la etapa de preproducción. El propio Milei había filtrado el qué, el cuándo y el para qué tres días antes a los magnates reunidos en el Foro Llao Llao.
El segundo es que festejó un superávit fiscal que tiene más de licuación de jubilaciones, postergación de pagos y contabilidad creativa que de saneamiento sostenible de las cuentas públicas. Las hazañas de hoy pueden ser los fracasos del mañana.
Pese a los tecnicismos económicos, el mensaje transmitido por el instrumento de comunicación que Cristina Kirchner privilegió en su segundo gobierno pareció más un sermón en plena travesía por el desierto.
Una apelación a la fe para ratificar el camino hacia una tierra prometida que todavía no se ve en el horizonte. Pero también un señalamiento hacia los voceros de la ortodoxia que advierten que el sacrificio que se le pide a la población es insostenible y que el programa del presidente sumerge al país en una depresión económica de la que difícilmente podrá salir.
El gobierno ya comprobó amargamente que la necesidad tiene cara de hereje. Las pulseadas con supermercados y empresas de medicina prepaga por los aumentos desaforados tras la liberación de precios le mostraron a Milei y el equipo económico que la realidad es rebelde ante las leyes de la escuela austríaca y que no encaja necesariamente en el molde teórico e ideológico del presidente.
La universidad, un faro opositor
El intento de condicionar el flujo de la agenda fue barrido por la marea de la comunidad universitaria y sus aliados, que hackearon la Matrix conceptual libertaria.
Se trató de una movilización masiva, policlasista, intergeneracional, que abarcó a todo el arco ideológico, pacífica y federal. En tiempos de resistencias particulares a las políticas del gobierno, la universidad encarnó una demanda universal.
La potencia de la marcha residió más en el millón de estudiantes, docentes, graduados padres, madres y trabajadores que desbordó las calles que en la dirigencia política que vio en la protesta una oportunidad para sumar contenido a sus redes sociales.
Menos aún en el acto central. Referentes de derechos humanos de trayectoria intachable como Taty Almeida y Adolfo Pérez Esquivel descendieron varias veces al registro partidario, abundaron los discursos de dirigentes sindicales con formas y contenidos más propios del siglo XX y, curiosamente, no tomó el micrófono ninguno de los rectores, los principales organizadores de la movida.
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Más allá de estos detalles escénicos, fue la primera gran advertencia social para Milei en más de cuatro meses de gobierno. La motosierra llegó al nivel estructural y se topó con piedra dura. Eso se suma a los errores de manual que cometió el gobierno.
En lugar de tratar de legitimar antes el ajuste —ya sea por motivos financieros, ideológicos o ambos— el oficialismo asfixió primero, subestimó las derivaciones el problema y cuando la movilización ya era inevitable sólo pudo salir a balbucear sobre las auditorías de los fondos, que ya están contempladas por ley.
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La educación pública, un pilar de la cultura argentina
Lo cierto es que pese a las preferencias de Milei por la mercantilización total de la vida en sociedad, la educación pública como vehículo de ascenso social en base al mérito es un valor constitutivo de la identidad argentina. Incluso, una idea que está en el corazón conceptual del ideario liberal.
Según el último informe de la consultora Zuban Córdoba, 87,4% de la población está de acuerdo con la idea “la educación pública es un derecho de todos y debemos defenderla” y 58,5% rechaza congelar el presupuesto de las universidades.
Otro dato: de acuerdo a la Encuesta de Satisfacción y Opinión Pública (Espop) de la Universidad de San Andrés los científicos son el sector, actor y organización con mayor imagen positiva: 75%.
Así, Milei pretendió polarizar en un tema donde defiende una posición hiper minoritaria, frente a un adversario con más apoyo que él y en un conflicto al que llegó mal pisado. Este martes, el presidente que gusta compararse con Napoleón sufrió su Trafalgar.
A pesar de la reacción instintiva del dibujo del león tomando “lágrimas de zurdos”, Milei y su entorno procesaron el golpe. Con un tono atípicamente sobrio para sus mensajes en X, el presidente dijo que la marcha fue por “una causa noble”, aseguró que van a garantizar los fondos para las universidades y el gobierno convocó para la semana que viene a los rectores.
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Luces de alerta para los outsiders
Aunque la movilización universitaria todavía no alumbre liderazgos emergentes ni sectores políticos que la capitalicen, sí plantea un caso testigo para nuevas protestas que pueden gatillar temas diversos como la suba de tarifas o el cierre de empresas.
Es un asunto crítico para un gobierno con una estructura de poder raquítica y que depende del humor de la opinión pública.
No es un problema sólo argentino. Como señala un estudio del Observatorio Pulsar de la UBA, los presidentes outsiders como Milei (sin partido consolidado ni experiencia de gestión previa) parten de un piso más bajo de apoyos y salen de la luna de miel de los primeros cien días con mayor desgaste que los presidentes con estructura y trayectoria política previa.
La falta de experiencia y el escepticismo sobre su capacidad para manejar los engranajes del gobierno pueden erosionar rápidamente el apoyo si no logran resultados tangibles rápidamente”, advierte el estudio del centro dirigido por Daniela Barbieri y Augusto Reina.
Canales de negociación
Por eso, al mismo tiempo que dispara metralla discursiva contra Cristina, Lousteau, Massa y Kicillof, Milei habilitó una negociación para que no colapse otra vez en vivo y en directo la versión reducida de la ley Bases, aunque por lo que dijo en su show en la cena de la Fundación Libertad la considera casi un instrumento descartable en función del superávit fiscal.
Por ahora, la ley ómnibus parece más una iniciativa de la oposición dialoguista acompañada por el gobierno que al revés.
“Está firme. Entiendo que no se va a empiojar el lunes por la mañana pero es todo raro”, dice un diputado nacional partidario de entregar la herramienta al presidente y dar vuelta de página.
La media sanción parece posible. Sin embargo, la cantidad y densidad de los temas en debate, el juego de distintos lobbies, la fragmentación de los bloques legislativos, la inexperiencia de los negociadores de La Libertad Avanza y el mismo carácter volátil de Milei suman factores de inestabilidad a un andamiaje de acuerdos precario.
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Pullaro, sólo intereses
En ese marco, desde el entorno de Maximiliano Pullaro —que este sábado recibió un guiño de Cristina en el tema ausentismo docente— creen que la ley finalmente tendrá media sanción, aunque remarcan: “Hubo mucha renovación, y una cosa son los gobernadores y otra los legisladores”.
De los 19 diputados y diputadas por Santa Fe, en la Casa Gris sólo cuentan como propia a la radical Melina Giorgi, que bajó a la fallida sesión convocada por UxP y otros bloques para aumentar el presupuesto educativo.
Antes de cerrar este fin de semana su primer discurso de apertura de sesiones legislativas, que dará este miércoles en Santa Fe, Pullaro también participó de la cena de la Fundación Libertad.
Allí compartió mesa con el vocero presidencial Manuel Adorni, la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello (justamente en el ojo de la tormenta por la pulseada por los fondos educativos) y los gobernadores Alfredo Cornejo (Mendoza) y Leandro Zdero (Chaco).
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En la mesa chica del mandatario provincial, que endureció más su discurso con respecto al gobierno nacional en el acto en la Bolsa de Comercio de Rosario, señalan que no se sorprendió con el stand up de Milei: “Maxi es un político muy tradicional, se maneja con intereses, en este caso de Santa Fe. Que se tome diez cafés con vos no significa que seas su amigo, sino que están alineados”.