"Es la primera vez que nos animamos a llegar hasta ahí". La frase del arquitecto e integrante de la Comisión Directiva de El Círculo, Drazen Juraga, da cuenta del desafío que tienen por delante al poner en marcha por primera vez en 118 años la restauración integral de la cúpula de la sala principal del teatro. El trabajo ya implicó el retiro completo de las butacas y la instalación a lo largo de esta semana de una estructura de andamios de más de 25 metros y una plataforma en altura desde donde trabajarán los especialistas sobre las pinturas del italiano Giuseppe Carmignani, que aún están como en 1904 las dejó el artista. Está previsto que para marzo, con el inicio de la programación, todo esté terminado. "El tiempo, ese es otro desafío", señaló el arquitecto.
Ya el año pasado, aprovechando el parate de la programación durante el verano y con subsidios de Nación, el teatro avanzó en obras clave: la restauración del proscenio del escenario (también obra de Carmignani), la ampliación del foso de la orquesta, que casi duplicó su capacidad, y un nuevo ingreso por calle Mendoza para acceder a los subsuelos, donde ya se trabaja en el guión curatorial del que será el Museo del Teatro.
Este año los fondos llegaron de los gobiernos municipal y provincial que, entre ambos, aportaron un subsidio directo de 20 millones de pesos para que la sala pudiera poner en valor lo que Juraga llamó "la frutilla del postre" del edificio de Laprida y Mendoza.
El presidente de la Comisión Directiva, Guido Martínez Carbonell, destacó la importancia de poder mantener el tradicional edificio de la ciudad en obra durante dos años seguidos y, sobre la cúpula en particular, señaló que "el único antecedente de obra se hizo durante la preparación del Congreso Internacional de la Lengua Española, cuando se realizó un arreglo puntual en una pieza".
Ojos arriba
Para Martínez Carbonell, el hecho de intervenir de modo integral la cúpula por primera vez en más de un siglo ya es todo un hito. Si bien señala que "duró bastante" en estado original, ya que nunca fue tocada desde 1904, reconoció filtraciones, rajaduras y desprendimientos. Así y todo, el diagnóstico preciso estará cuando la mano de obra especializada suba a los andamios en las próximas semanas e inicie los trabajos.
"Todo el teatro es una obra de valor patrimonial, pero ciertamente la cúpula es un todo símbolo", señaló el arquitecto sobre ese espacio al que sin dudas todos miran, ojos arriba, minutos antes de cualquier función.
El italiano Carmignani, nacido en Parma y venido a la Argentina con 28 años, había tenido experiencias previas de trabajo en teatros de Buenos Aires, como son el Olimpo y el Coliseo. Ya en Rosario, fue el encargado no solo de la cúpula de la sala principal, sino además del proscenio del escenario y del telón que aún hoy se exhibe.
El gran plafón central de la cúpula está circundada por una corona en la que Carmignani pintó medallones con figuras alegóricas que aparecen interpoladas con retratos de los principales compositores: Giuseppe Verdi, Richard Wagner, Wolfgang Mozart, Gaetano Donizetti, Giacomo Meyerbeer, Vincenzo Bellini, Charles-François Gounod y Gioachino Rossini, que aparecen entrelazados con guirnaldas.
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Un círculo menor simula ser el firmamento y allí está la firma del artista. Entre el plafón y los compositores, una rueda de ángeles. "Son los llamados puttis (figuras de niños que con frecuencia aparecen en las obras desnudos y alados), que según cuenta la leyenda son los intermediarios entre los dioses y los artistas", detalló Martínez Carbonell.
Construir en los inicios de 1900
El principal desafío de las obras que se pondrán en marcha a partir del 20 de este mes (lo hecho hasta ahora es la puesta a punto para poder iniciarlos) es justamente trabajar sobre una estructura construida de acuerdo a los estándares de los inicios del siglo XX.
"Toda la estructura del techo del teatro está hecha de vigas de madera apoyadas sobre paredes, lo que hace que estén vinculados de forma mucho más precaria que las actuales", explicó el arquitecto y agregó que en el exterior se debieron reforzar las chapas de la cubierta del edificio, por donde a lo largo de estos más de cien años se produjeron filtraciones.
Del lado de adentro, Juraga señaló que la obra del artista italiano se elaboró sobre el material que se utilizaba en ese momento: listones de madera cargados de yeso. Sobre eso no solo trabajó Carmignani en sus pinturas, sino que además se montaron molduras que pesan hasta 30 kilos.
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"Esas molduras están cocidas con grampas de hierro que, ante las filtraciones, se oxidan y se aflojan, y a lo largo del tiempo provocó pequeños desprendimientos", detalló.
Pero las filtraciones no fueron el único problema a lo largo de estos 118 años: las vibraciones también hicieron lo suyo. "Sobre todo sobre un material tan inerte como es el yeso", agregó. Y no solo se refirió a las vibraciones externas del edificio, causadas por el tránsito, sino además al mismo uso de equipos de sonido en la sala del teatro.
Todas esas características requieren mano de obra especializada, que recaerá una vez más sobre el Grupo Basamento, una cooperativa de artistas especializados que en 2004 formaron parte como pasantes de los equipos de restauración del teatro y que realizaron en 2022 las obras del proscenio.
También se colocó ahora una estructura de andamios de más de 25 metros, con una plataforma en altura de 16 x 16 metros, sobre la cual trabajarán los expertos. Eso sí, los andamios tampoco pudieron montarse así no más sobre la pinotea de la sala. "Trabajamos mucho para que los apoyos de los andamios llegaran hasta los subsuelos del teatro, de modo de garantizar que la madera no ceda", explicó Juraga y agregó: "Tal es así que es más caro llegar hasta allá arriba que hacer lo que hay que hacer". Quizá por todo eso, es la primera vez que se animan a llegar en 118 años.