“Yo creo que cuando es real no se termina nunca”, dice Pablo Pino, líder de Cielo Razzo, la banda de rock rosarina con mayor proyección nacional que está cumpliendo 30 años.

Pablo Pino (centro) es el líder de Cielo Razzo.
“Yo creo que cuando es real no se termina nunca”, dice Pablo Pino, líder de Cielo Razzo, la banda de rock rosarina con mayor proyección nacional que está cumpliendo 30 años.
La gran celebración será el 9 de septiembre en el Luna Park, el mítico estadio que ya conocen bien pero que está vez los recibirá con un sabor distinto que amalgama los recuerdos y el festejo.
Y así anda el cantante y compositor por estos días, rememorando, agradeciendo, repasando esos momentos inolvidables, intentando retener los que se escapan un poco,y reconociendo, con orgullo, que su pertenencia a Cielo durante tres décadas le permitió afianzarse como un gran cantante con una sólida trayectoria pero sobre todo ser un tipo que se parece bastante a lo que quiere ser.
“Cielo es mi escuela musical y humana”, afirma durante la charla, cafecito de por medio, en un mediodía frío en un bar del centro de Rosario.
Pablo habla, escucha atento las preguntas y deja un montón de reflexiones en cada respuesta. Esos retazos de historia que se cuelan todo el tiempo lo hacen reír pero también emocionar hasta las lágrimas.
En 30 años hubo mucho pero quizá, o seguramente, queda mucho por llegar.
Están grabando un nuevo disco…
Sí. Y definiendo la manera en la que va a ir saliendo porque seguramente tengamos una canción antes del Luna. De hecho ese tema debería estar unos 10 o 15 días antes del show, es la idea, para fines de agosto.
Unos días moviditos, me imagino…
Es que todo esto es a la par de lo del 9 de septiembre, y una gira por el interior del país. Ahora toca Córdoba y seguramente Capitán Bermúdez. Lo que hicimos este año es parar conurbano y Capital para concentrar la celebración ahí en el Luna. Aguantar un poco la mecha. Igual es un montón. Venía hablando con Cristian, el manager, que toda la difusión del disco puede estar entre enero y febrero del 2024.
¿Cómo te llevás con la logística del laburo?
Eso lo maneja él con los productores y ahora se suman los productores del Luna. Yo aprendí a delegar. Cuando hablo es cuando creo que tengo que opinar…si siento o veo que hay un error. Pero en general confío porque se ha construido esa confianza.
Hace 30 años en los inicios de la banda era todo mucho más artesanal, sin dudas
Claro. Yo aprendí un poco de todo. Fui asistente de plomo, menejé cuestiones técnicas (no la cosa tan fina que esa la saben los expertos) pero en esto de producir uno conoce. A mí lo que me interesa es que camine. Obvio que lo mío es más lo artístico, la composición, que la manejamos con Diego (Almirón) y con el resto de los muchachos... Cada uno en sus cosas, de alguna manera. En el laburo de estudio confío plenamente en Javier (Robledo). Con el tiempo aprendés a escuchar también y eso es una enseñanza. Nos tenemos que apoyar, hay que confiar. Es eso: confianza, y caminar...
En qué cosas te parecés aún al chico de hace 30 años y en que no. Me refiero a lo laboral y a lo personal
En esencia soy el mismo, pero había algunos rasgos de ese pibe que cambiaron. Yo era más individualista y más egocéntrico. Por eso digo que Cielo es mi escuela artística y humana...Mirá, hay algo que ejemplifica mucho esto de lo que hablo. Cuando yo lo conozco a Diego (mmm no sé si lo tendría que contar, pero dale) él era un pibe al que yo admiraba mucho. Cuando lo ví era una especie de representación de lo que para mí era un rockero. En esa época veintipico de años. Imaginate… hay que pararse en contexto: los 90, música alternativa, el menemismo, rebeldía, darnos cuenta de que no estaba todo bien y la música que atravesaba todo. A mí me atravesaba por completo. Y Diego era todo lo que yo pensaba del chabón que yo quería ser. Un gran ejemplo. Y cuando empieza a trabajar con nosotros aparece el tipo que era un gran cantante, un gran compositor, una presencia fuerte en el escenario y en el primer momento me hizo mucho ruido. La pura envidia. Escuchaba ¿esta canción de quién es? Del Pájaro. ¡Uy, que bueno esto! ¿quién lo hizo? El pájaro. Y me ponía mal, me tocaba el amor propio, las inseguridades. En un momento, incluso, yo estaba cantando Por Llegar, y él me marcó unas cosas y no me gustó ni medio. El tiempo, lo vivido, hizo que eso cediera por completo.
De recelarlo pasó a ser mi hermano, mi amor musical. Con él aprendí a escuchar, a tratar de cantar lo que otros me daban y no siempre lo que yo decía y en un punto desaparció en mí el individualismo, el ego, las ganas de competir. Ese fue el cambio más grande y eso lo llevo a todos los aspectos de mi vida: no veo con ojos de querer ser mejor, ya no estoy midiendo. Eso me enseñó Cielo y el amor por mis compañeros.
Y te quedaste y bancaste todos esos sentimientos porque pudiste haberte ido…
Si se hubiese roto yo no lo atravesaba y no hubiese llegado a este presente. Fijate que el Pájaro es el padrino de mi hijo... (se emociona mucho).
¿Tus hijos aman la música también?
Tobías, Camila y Magalí son los tres muy musicales. Pero no se dedican todavía (sonríe). Siempre estoy cerca de ellos con la música como si fuese un juego. ¿Ves? Eso es otra cosa que cambió con el tiempo y por el hecho de tener hijos, seguramente. La verdad es que me levanto y pienso en cómo están ellos. Como está mi mujer. En ir a ensayar, hay cierta estructura. Cuando era muy joven era distinto, más de que el día venga como venga y estar hasta tarde tomando cerveza.
Hablando de despertar...una vez leí que te levantás de mal humor
(Se agarra la cabeza) Sí. Puede ser. Es. Un cosa terrible y no lo puedo frenar. Y hay momentos en que peleo contra eso cuando me doy cuenta, esa parte que no me gusta. Soy medio un tipo de mierda cuando me levanto lo que pasa es que lo reconozco. Creo que tiene que ver con el buen dormir o mal dormir, pero la verdad es que no sé. Soy un ser a la mañana que nada que ver con el resto del día. A la mañana no está Pablo...por suerte dura muy poco y lo fui aplastando. Quedó eso de mí un rato a la mañana...nada más (se ríe)
Creés que con la música dejaste o estás dejando huella...¿pensás en eso?
-Yo quiero dejar con la música una huella del lado de la construcción colectiva. Que soy parte de algo, de la gente que escuché, y aceptar que estamos en movimiento todo el tiempo. Y preguntarme: ¿qué querés? Eso está bueno que nos lo preguntemos los músicos pero no solamente sino todos los que creamos, los que en vez de romper hacemos cosas, y eso es un montón de gente, tenemos que entender eso. Tomar decisiones. Yo quiero dejar algo positivo con la música. Como sea. Actuando en un lugar en el que me necesiten, acompañando a quien pueda acompañar musicalmente hablando... Si mi voz es una voz reconocida y sé que se me escucha entonces quiero que pueda representar algo y llevar adelante ideas. Son pensamientos muy humanos y quizá en ese punto es donde me puedo llegar a enojar con otros que van por otro lado. En mi caso tengo este instrumento pero la armonía depende de todos. Si alguien, en cualquier ámbito, quiere romper, está complicado. Si largás eso jodido afecta a uno y a otro y al final a todos. Arranca uno y el otro, y así se pudre. Yo quiero tener esa conciencia de decir: seamos parte de algo mejor, algo bueno. La música es un servicio. Lo pienso así...
-Vos de hecho estás con tus canciones, con la música de Cielo, en la vida cotidiana de muchos, en los shows…
-Es cierto, y lo tomo como algo natural. Como tanta gente que está en mi vida y me regula la emoción. Siempre dependo del otro, bah...dependemos de los otros.
-Y qué pasa cuando no te salen las cosas como querés..
- Pasa que puede pasar. No siempre podés leer bien lo que está ocurriendo ahí en la sala o en el estadio, pero bueno, si la banda falla en algo o fallo yo, y uno no llega o no pasa, lo piola que tiene esto es que cada canción que uno compone, cada show es una oportunidad nueva. Te da revancha, sí.
- Alguna vez pensaste que Cielo Razzo se podía terminar...
- (Piensa un largo minuto) Siempre en la vida estamos al borde de que algo se rompa, el laburo, las relaciones, pero yo creo que cuando es real no se termina nunca.
Por Carina Bazzoni

