¿Fallida? ¿Polémica? ¿Intrascendente? Todos estos calificativos encajan bien con la entrega número 94 de los premios Oscar, que también fueron una oportunidad perdida. Después de la abrupta caída en el rating con la pobrísima ceremonia del año pasado, atravesada por las restricciones de la pandemia, la gala del domingo 27 suponía el regreso a la tan ansiada “normalidad”: la vuelta de las estrellas en la alfombra roja, los números musicales en vivo, los elencos completos de las películas nominadas, los chistes, los homenajes... Y todo eso estuvo presente, pero no exactamente de la forma en que se esperaba. El imprevisto cachetazo de Will Smith al comediante Chris Rock por un chiste desagradable y desubicado fue el papelón cumbre de una noche para el olvido, donde cualquier atisbo de emoción quedó eclipsado por una serie de eventos desafortunados.
Esa cachetada a mano abierta de Smith (que tal como se esperaba se llevó su estatuilla dorada a mejor actor protagónico por “Rey Richard”) ya parece haber superado en memes y análisis de lo más insólitos en redes sociales al último papelón que se recuerda de los Oscar: cuando Warren Beatty anunció equivocadamente que “La La Land” había ganado el premio a mejor película. Mientras en las redes algunos toman partido por Chris Rock y otros defienden el arranque violento de Smith, la verdad es que es difícil decidir cuál de los dos tuvo la actitud más repudiable.
La ceremonia se venía desarrollando sin mayores sobresaltos cuando Rock, que estaba por presentar la terna a mejor documental, hizo una broma sobre el aspecto de la esposa del actor de “Hombres de negro”, Jada Pinkett Smith, que sufre de alopecia. El cómico comparó sarcásticamente a Jada con “G.I. Jane”, el personaje que interpretó Demi Moore en 1997 (una militar rapada). En principio Smith parecía reírse del supuesto “chiste” (uno que atrasa años y de gracioso no tiene nada), pero su actitud cambió cuando vio la cara seria y visiblemente enojada de su mujer, y acto seguido se levantó de su butaca, encaró para el escenario y sorprendió a Rock con una sonada cachetada.
La platea estaba desconcertada. ¿Eso estaba guionado? ¿Todo iba a terminar con una risotada? No. Will Smith subió la apuesta y después del golpe le empezó a gritar a su colega: “¡Mantené el nombre de mi esposa fuera de tu puta boca!”. Tenía la cara desencajada y los ojos llorosos. “Bueno, esta fue la mejor noche de la historia de la televisión”, atinó a responder el comediante como para salir del paso. Tras el escandalete la ceremonia ya no fue la misma. Y es comprensible. Quedaban pendientes los premios a las máximas categorías, pero el desconcierto y la tensión le ganaron ampliamente a los festejos y la emoción.
Es cierto que Smith y Rock ya habían tenido un encontronazo por Jada Pinkett en 2016, cuando en el marco del movimiento #OscarsSoWhite (“Oscars tan blancos”), que señalaba la carencia de nominados afroamericanos en la premiación, la intérprete dio a conocer su intención de boicotear la ceremonia. “Su esposo Will no fue nominado por «La verdad oculta». Lo entiendo. Uno se molesta”, había dicho el cómico. “No es justo que Will fuera tan bueno y no fuera nominado. ¡Pero tampoco es justo que a Will le pagaran 20 millones de dólares por «Wild Wild West»!”, exclamó, en referencia a la comedia que fue pésimamente recibida por la crítica y el público. De todas formas, nada justifica ni la broma desagradable de Rock seis años después ni el arranque violento de Will Smith.
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Will Smith y su mujer, Jada Pinkett Smith, en la ceremonia del domingo.
Más allá del chiste retrógrado estrella de la noche, lo concreto es que el humor jamás funcionó en la ceremonia del domingo. Las tres conductoras (Regina Hall, Amy Schumer y Wanda Sykes) son actrices con experiencia en la comedia, pero los libretos que le tocaron en suerte dieron pena. En los cinco minutos del comienzo quemaron los únicos chistes buenos de la noche. El resto fueron papelones. Regina Hall manoseó a Josh Brolin y a Jason Momoa en un paso de comedia que dio vergüenza ajena. Y lo mismo sucedió cuando Amy Schumer intentó bromear con el matrimonio de Kirsten Dunst y Jesse Plemons.
¿Y los premios? ¿Alguien habló de los premios? Porque ahí también hubo desconcierto y reconocimientos fuera de toda lógica. “Coda” se quedó con el Oscar a mejor película en un cabeza a cabeza con “El poder del perro”, que ostentaba 12 nominaciones. “Coda” tenía sólo tres nominaciones y se llevó las tres estatuillas. Es el primer filme con menos de cuatro nominaciones que gana el Oscar máximo (a mejor película) desde “Grand Hotel”, de 1932. ¿Es un caso extraño, no? Sin ir más lejos recuerda a “Green Book”, la amigable comedia dramática de Peter Farrelly que en 2019 se alzó con el premio mayor cuando enfrente tenía a “Roma”, que era la gran favorita y que le valió a Alfonso Cuarón el Oscar a mejor director.
Sin embargo, el Oscar más inexplicable a “Coda” es el de mejor guión adaptado. “Coda” es una remake de la película francesa “La familia Bélier”, de 2014. ¿De qué adaptación estamos hablando? Ni siquiera tendría que haber figurado en esa categoría. Y competía con “Drive My Car”, “Duna”, “La hija oscura” y “El poder del perro”, todas adaptaciones de reconocidas novelas. La cachetada de Smith fue un escándalo. Este rubro fue una bofetada silenciosa.
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El elenco y la directora de “Coda” festejan sus tres Oscar.
Este año la Academia decidió introducir varios cambios para que la ceremonia sea más entretenida y dinámica. El principal fue dejar ocho categorías (diseño de producción, edición, sonido, música original, maquillaje y peinado, y los tres premios a cortometrajes) fuera de la transmisión en vivo. Esta medida fue muy criticada antes de la entrega y en la práctica resultó un fracaso. Estos galardones se entregaron una hora antes de la gala. Los resultados obviamente se filtraron y cuando se los pudo ver en forma de resumen editado durante la ceremonia ya no tenían la menor gracia. La Academia no sólo ninguneó esos rubros, también mató el suspenso. Encima, en casi todas las categorías técnicas (seis en total) ganó “Duna”, una de las pocas películas taquilleras en competencia. Peor no pudo haber salido.
En este desfile de torpezas, no fue extraño que los homenajes parecieran deslucidos. Los tributos a James Bond y a “El padrino” se resolvieron como un trámite de compromiso, incluso teniendo sobre el escenario a tres leyendas como Francis Ford Coppola, Al Pacino y Robert De Niro. En la sección In Memoriam, el recuerdo de los artistas fallecidos en el último año, la Academia se olvidó nada menos que de Monica Vitti.
“La razón por la cual no hay que arreglar los Oscar es que ESTA CEREMONIA es lo que sucede cuando tratás de arreglar los Oscar”, escribió en Twitter el crítico de cine Bilge Ebiri. Y es así. Ahora la 94ª entrega del premio más importante de Hollywood se reduce a un meme viral que se olvidará en un par de semanas. Un signo de estos tiempos. Un signo de estos Oscar.