Pese a las muchas veces dramáticas dificultades que se vivieron durante el transcurso de la pandemia, empresarios y gremios reconocen que las políticas de asistencia directa implementadas permitieron sostener gran parte de la trama fabril de la Argentina, aunque "muchos quedaron en el camino". La situación económica actual, con altos niveles de pobreza, desocupación e inflación, se yergue como un horizonte que impone la necesidad de tomar medidas urgentes.
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Las tres referentes empresariales consultadas por este diario coincidieron en que resulta preocupante la falta de políticas proteccionistas, así como de expansión y proyección industrial. El reclamo es por "la inexistencia de un plan estratégico y soberano que se sostenga" en el tiempo y no dependa de la ideología de cada gestión, y por esa razón al unísono piden el control de las importaciones. En las sucesivas campañas electorales que se han realizado en el país, reflota la idea de agregar valor a las materias primas, de ser 'el supermercado del mundo' pero claramente continúa el modelo agroexportador primarizado del 1800.
Los indicadores fabriles de coyuntura marcan “una reactivación importante”, según mensura la propia Unión Industrial Argentina (UIA). Las perspectivas señalan la apertura de nuevas esperanzas. Desde el Ejecutivo nacional calculan una proyección de crecimiento al 7 u 8 por ciento para el año que viene. “La actividad industrial ya estaba en junio un 11,7% por encima del mismo período de 2019 de acuerdo con el Indec, aunque el empleo asalariado registrado en la industria se encuentra todavía -0,6% por debajo”, señaló el informe nacional del Centro de Estudios UIA (CEU). Esta entidad divulgó el informe de Indicadores Laborales de la Industria 10/2021, en el que podemos leer como síntesis de la situación actual: “El empleo industrial todavía se encuentra bastante lejos de los niveles observados en años anteriores, ubicándose un 12,5% (-140.000 puestos) debajo del máximo registrado en octubre de 2013”.
Con la excepción de aquellos sectores industriales calificados como esenciales, durante los primeros tiempos pandémicos muchos debieron bajar persianas en todo el país. “El horizonte era muy preocupante, por cómo venía del año anterior, y por lo que se esperaba. Sin embargo, lo que finalmente ocurrió tiene un saldo mucho más positivo que el que pronosticaba el fuerte escepticismo reinante en aquella época. Creo que eso tuvo que ver con el cierre total productivo en el mundo, que hizo que se empezara a producir desde adentro por el cierre drástico de las importaciones. Se generó el efecto contrario al que se esperaba”, explicó Pablo Cerra, referente de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) de Rosario. Y coincidió con el informe publicado por la UIA: “Llegando al final de la pandemia tenemos más ocupación de la capacidad instalada que en 2019, y más trabajadores registrados que en el escenario prepandémico”, destacó.
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Silvana Dal Lago es titular de una importante fábrica de indumentaria deportiva que produce y vende desde Rosario al país. “Cuando todo empezó la empresa estuvo lejos de paralizarse, tuvimos la oportunidad de seguir con los motores en movimiento con la producción de batas y barbijos. A la distancia, creo que fue una tabla de flotación para no parar, porque para una industria la parálisis es fatal. Trabajamos ad honórem, pero encontramos la forma de seguir, éramos algunos de los 160 que ahora somos. Fue como volver al inicio de la empresa, hacer el producto, diseñar el molde, lograr el calce, ver cómo lo cosemos. Fue lindo en ese sentido, menos penoso el tránsito”, narró.
Por su parte, Cristina Bondioni pertenece a una familia de industriales pyme. En sus talleres se procesa el aluminio utilizado para aberturas y planchas de litografía, tecnología médica y electrodomésticos. “El cese total de actividades fue complicado, los clientes nos demandaban productos porque son materias primas esenciales para elaborar productos de primera necesidad y no podíamos enviarles nada. Ahí fue que empezamos a hablar con todos los organismos, y con cada uno de los que pudieran destrabar esa situación”, describió Bondioni.
Mientras, Graciela Alabarce, directora comercial de la panificadora La Cumbre, que produce ocho líneas de productos para consumo nacional y exportación, explicó: “Por ser un grupo esencial y de comestibles tuvimos un 20 a 25 por ciento de merma en las ventas. Las familias se encerraron y empezaron a producir sus propios alimentos”.
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En todos los casos, las consultadas incluyeron lecturas políticas vinculadas a su participación en entidades gremiales empresarias. Dal Lago en el Grupo Trascender, Bondioni en la Multisectorial (de Comercios e Industrias) y Alabarce en la Organización Argentina de Mujeres Empresarias.
En el invierno de 2020, la incertidumbre era moneda corriente, pese a las medidas estatales de ayuda. “La empresa no se dejó caer, pedimos todos los créditos que estaban a mano. La verdad es que antes de llegar a la octava semana se pudo empezar a vender todo lo que había en stock. El impacto fue duro pero seguimos valorando cada ventita chiquita hasta que se tomó un ritmo mayor”, recordó Dal Lago. En coincidencia, Bondioni marcó que al llegar la reapertura, los primeros tiempos fueron de gran incertidumbre porque se cortó la cadena de pagos y había que afrontar gastos. “Si bien el gobierno había empezado a implementar medidas de emergencia y asistencia, el dinero no ingresaba, y se producían situaciones difíciles cuando llegaba el momento de responder a los compromisos, sobre todo el pago de salarios”, confesó Bondioni. “Lo más preocupante era salir de esta situación, las ventas se fueron recuperando y hoy hemos regresado al ritmo normal prepandemia”, expuso Alabarce.
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“Las fábricas quedaron paradas. No había ritmo de comprar materiales, para producir. Nosotros somos industria, y sin materias primas se rompe la rueda y se pagan sueldos sin producir. En ese sentido, lo mejor fue habernos encontrado muy bien estoqueados, y sin mucha deuda. Lo peor de todo fueron el parate y la incertidumbre, uno no sabe si va a recibir o no los materiales, si los empleados van a presentarse o no, si amanecés con un nuevo decreto. La incertidumbre fue lo peor, sin dudas”, reconoce la titular de la marca Sonder. “El sector se paralizó porque se frenó el consumo, a diferencia de los alimentos que siempre uno compra, y reconozco que la gente con la indumentaria siempre se da el gustito. Al existir lo digital, estuvo la posibilidad de vender. Fue una suerte tener el sistema digital bien desarrollado”, ponderó.
El mínimo movimiento que se vio durante las primeras épocas de la pandemia estaba protagonizado por los trabajadores esenciales, un grupo de sectores que permiten el funcionamiento básico del país. Alabarce contó que “por fabricar alimentos no tuvimos un cierre total”. Puso énfasis en la reorganización interna: “El gran impacto hizo que nos uniéramos como equipo para hacer frente a lo desconocido. Formamos grupos para analizar las diferentes estrategias y mantener la producción, bajando el ritmo de turnos, fijando pautas de movimiento dentro de la compañía para que las personas se mantuvieran lo más alejadas entre sí, sumando protocolos a los que ya veníamos utilizando”, aludió la titular de la empresa La Cumbre.
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Efecto rebote
Rosario y la provincia se beneficiaron ante la paralización de la ciudad de Buenos Aires y el Conurbano debido al auge. Los comerciantes mayoristas, principalmente de calle San Luis, relataban en el 2020 un sorpresivo repunte de ventas a clientes nuevos que llegaban desde la provincia de Buenos Aires. “Creo que Santa Fe estuvo en una mejor condición que el resto del país. Entiendo que se debe a que Buenos Aire quedó mucho más castigada, muchísimas cosas se operan desde allá, entonces cuando empezó a aparecer el desabastecimiento el país en general buscó por fuera de Buenos Aires, y dentro de todos los males, Santa Fe estuvo mejor que el resto”, describió Dal Lago. En esa dirección, Bondioni consideró que “el efecto de la pandemia en cuanto a la gravedad epidemiológica llegó más tarde en comparación con Buenos Aires. Esta situación hizo que empresas de Buenos Aires salieran a la búsqueda de proveedores alternativos, sobre todo en Rosario, ya sea por la cercanía o porque en el caso nuestro somos la única laminadora de aluminio por fuera del Amba. Entonces, eso hizo que se incrementaran los volúmenes de ventas. Incluso, varios de esos clientes siguen comprando”, completó la empresaria metalúrgica.
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Home office
La pandemia puso en cuestión esquemas históricos de trabajo. Parece insólito que un empleado industrial proponga trabajar desde su casa, pero el Covid quebró y condicionó todo lo establecido en cuanto a normas y formas. “Pudimos trabajar muy poco en home office. La parte administrativa, el diseño. Tuvimos la suerte de tener varias notebooks lo que permitió trasladarlas. Nosotros somos industria, se puede tratar que todo no sean pérdidas, pero no es como trabajar en la propia fábrica”, dijo Silvana Dal Lago.
Por su parte, Cristina Bondioni fue contundente: “Nosotros no pudimos implementar el home office, no hay chances, no le podemos llevar una laminadora a la casa de cada trabajador”, sentenció la referente metalúrgica con la experiencia pandémica en su escritorio. “Si tuvimos casos, se han arbitrado los medios, y a pesar de las vicisitudes que genera cualquier tipo de cambio en las relaciones laborales se pudo resolver con el home office, incluso hubo casos que terminaron mejor de lo que creíamos, hay que destacar que en el sector no hubo cese total, sí parcial”, sumó Cerra, del gremio metalúrgico.
“Pudimos implementar el home office en algunos sectores de la empresa, desde ya en la oficina hubo momentos donde no había nadie por contactos estrechos o aislados y se pudo trabajar a la distancia”, compartió Graciela Alabarce, y develó que no han recuperado "la visita presencial de proveedores y tampoco de clientes". Aunque, gracias a la tecnología, pudieron adaptarse a mantener los negocios externos vía zoom: "Y la verdad es que el sistema fue exitoso, hemos logrado cerrar ventas a EEUU y hacer nuevos clientes en Uruguay gracias a la posibilidad virtual”.
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Subvenciones y diferencias
De un momento a otro se apagaron los motores y las chimeneas dejaron de humear. El temor a perder el trabajo crecía minuto a minuto. Todos los sectores de la producción fabril aguardaban ansiosos las nuevas medidas decretadas por el gobierno nacional. Fue notoria la rápida puesta en marcha de las fábricas de Rosario y la provincia. De a poco, con protocolos y nuevas reglas, los obreros regresaban a sus lugares. Pero no faltaron conflictos: “Nos encontramos con un grupo minoritario que se sintió cómodo con los subsidios del 70 por ciento del valor del salario y quedarse en su casa. Fue algo llamativo, muy minoritario, pero existió ”, reveló Cristina Bondioni, del sector metalúrgico. Desde la UOM destacaron que el porcentaje sobre las subvenciones llegó al 85% y al 100% en los casos de comorbilidad.
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Elecciones: el camino a 2023
En torno del rol que debe desempeñar la dirigencia política, las coincidencias entre empresarios y trabajadores son totales: resulta imprescindible implementar un plan que no dependa de los humores, aciertos o desaciertos de cada gestión de gobierno. Todos recordaron la infausta experiencia de la década del noventa del siglo pasado, cuando se destruyó uno de los dos cordones industriales más importantes de Sudamérica, y también el cierre de 25 mil pymes durante la gestión presidencial de Mauricio Macri.
“Es desagradable cómo intentan justificar la inacción y culpan al otro. Esa postura de victimización no suma, y menos en política. Sería más productivo y potable para el país si se sentaran a construir un proyecto común con continuidad", manifestó Bondioni. Mientras, Dal Lago expresó: “Les pediría que no les preocupen tanto los resultados electorales. Tratemos de tirar para adelante. Es muy triste ver que a cada partido político solo le importa ser distinto del de al lado y pareciera que la consigna es no apoyar nada de lo que dice el otro. Y la verdad es que las necesidades de una sociedad son comunes. No se puede oscilar tanto”, remató.
El referente de los obreros metalúrgicos fue explícito: "Requerimos una política de Estado a nivel industrial, porque no podemos estar cuatro años para un lado y cuatro para el otro, especialmente en la industria, donde el desarrollo de un producto demanda tiempo e inversión. Es imposible llevar adelante los proyectos sin una política de Estado a mediano y largo plazos que genere certezas”, explicó Cerra. Y aprovechó para dar un ejemplo: “Un argentino invierte en un desarrollo de un producto, y en el medio le abren las importaciones”.
“Les pediría a los políticos lo mismo que les pide toda la sociedad: que estén a la altura de los problemas reales que tiene la Argentina, o sea, capacidad de gestión, honestidad intelectual y honrar el cargo para el cual fueron elegidos”, sentenció Alabarce.
Mientras, la titular de la empresa textil se quejó de lo que percibe como “desigualdad entre el sector público y el privado. En el público nadie tuvo jamás miedo de perder el trabajo, mientras que en el privado tanto empleados como empresarios tuvimos temor de no saber qué iba a pasar al día siguiente. Los políticos suelen olvidar que lo público existe, principalmente, por el aporte virtuoso del sector privado y los impuestos al consumo masivo”, manifestó.
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Las perspectivas
“Creemos que el 2022 va a ser tranquilo. A menos que abran indiscriminadamente la importación. Para las pymes es fatal, porque nuestros costos internos no nos permiten competir con los productos importados. Muchas veces, traer algo importado al país es más barato que lo que cuesta el kilo de aluminio bruto en Argentina. Mientras la importación no se abra, estamos tranquilos y nos seguiremos sosteniendo con la actividad”, dijo Bondioni, y agregó: “Ahora estamos notando una meseta, puede ser que los clientes hayan aprovechado a estoquear, aunque sin embargo se esperan ventas”.
En el mismo camino, Dal Lago manifestó que “la proyección es buena. Después de todos los chubascos pasados, estamos muy bien. El consumo de indumentaria deportiva creció, por más que haya bajado el poder adquisitivo de la gente. Los empleados han sufrido mucho, porque la inflación ha sido terrible y los sueldos no subieron al mismo ritmo”.