Rosario transita una década en la cual el sello fue la escalada de la violencia, y en esa historia el crimen de Martín “Fantasma” Paz, ocurrido en septiembre de 2012, se convirtió en un mojón inevitable a la hora de analizar el tiempo presente en el cual la muerte parece llevarse puesto todo. Durante el trienio 2010-2012 las estadísticas de homicidios sufrieron un 30 por ciento de incremento. Se pasó de 126 hechos en 2010 a 180 en 2012. Esa suba se sostuvo a partir de las luchas entre bandas que tenían como uno de sus aceleradores la venta de droga, una demencial circulación de armamento, una policía que negociaba a su gusto en las calles de la ciudad y una Justicia con bajo porcentaje de esclarecimiento de homicidios. La muerte del Fantasma no fue la primera con tinte mafioso en Rosario. Otros hampones vinculados al mundo narco ya habían caído en desgracia y los años previos fueron asesinados en emboscadas sangrientas Joel Alcaraz (un pibe de 19 años baleado en noviembre de 2009 en la villa del Tanque), Walter Cáceres (de sólo 14 años y alcanzado por los tiros en una emboscada a colectivos de la barra de Newell's que transitaban la autopista junto al barrio Las Flores en febrero de 2010), Roberto “Pimpi” Caminos (ejecutado en un bar de barrio Azcuénaga en marzo de 2010) y el triple crimen de Villa Moreno (cometido por error el pirmer día de enero de 2012). De esos casos dos terminaron con condenados y los otros dos siguen impunes como el crimen del Fantasma, un hecho que abriría otra dimensión de la violencia en las calles.
El sol primaveral vestía el mediodía del sábado 8 de septiembre de 2012 cuando cinco balazos hicieron añicos la vida del Fantasma dentro de su flamante cupé BMW Z4 blanca en la esquina de Entre Ríos y 27 de Febrero. Todo ocurrió a la vista de su mujer y su pequeño hijo de dos años que lo acompañaban. El ejecutor actuó desde una moto que se puso a la par del auto mientras esperaba en el semáforo. Aún herido, el muchacho alcanzó a circular algunos metros hasta detenerse en Corrientes entre Gálvez y 27 de Febrero. Los forenses comprobaron que el cuerpo presentaba cinco orificios de balas calibre 9 milímetros que le impactaron en el abdomen, el pecho, la espalda y los brazos. Al lugar del hecho llegó, cuando aún los peritos trabajaban, la hermana de Martín, Mercedes. Junto a ella estaba quien era su pareja, Claudio “Pájaro” Cantero, el líder de la banda de Los Monos. El hombre que sería asesinado ocho meses después, el 26 de mayo de 2013. Y si se quisiera cerrar uno de los capítulos de máxima violencia en la ciudad se podría acoplar el doble crimen del que fueran víctimas el 29 de diciembre de 2013 Luis Medina, empresario sindicado narco y socio de Esteban Lindor Alvarado. Así, en sólo 15 meses, dos de las más pesadas estructuras de venta de drogas en Rosario habían sufrido golpes en sus cúspides. Ninguno de los tres asesinatos terminaron con condenados, al menos dentro de la Justicia formal.
Los Monos en el banquillo
Como en el guión de una serie, pero en la vida real, el crimen mafioso del Fantasma fue el que impulsó a la Justicia provincial a investigar el mundo de la narcocriminalidad y puso como objetivo a la banda de Los Monos, liderada por la familia Cantero. La investigación del asesinato recayó en manos del entonces juez de Instrucción Juan Carlos Vienna, un funcionario judicial reprochado de forma constantes por los Cantero. La evidencia estrella de la investigación fueron una serie de escuchas telefónicas al grupo, ordenadas por el magistrado en abril de 2013 a partir de informes policiales que consideraban a la familia afincada en el barrio Las Flores como los gestores del crimen de Paz. Esa investigación, en la cual uno de los testigos clave fue el padre del Fantasma, Luis Paz (hoy preso y condenado por tráfico de estupefacientes) encendió la mecha de una causa que terminó en condena para el núcleo duro de la banda de Los Monos.
La investigación del asesinato del Fantasma marcó, quizás como ningún otro expediente, la connivencia policial con una banda temida en la calle. En el celular de Paz había agendado al menos 35 números de policías y de protagonistas de la red criminal que dominaban las calles rosarinas. Vienna instruyó la causa hasta el 20 de febrero de 2015, cuando pasó al sistema procesal penal puesto en marcha el 10 de febrero de 2014 y dejó más de 80 cuerpos, un crimen sin resolver y 38 procesados. Para llevar adelante su trabajo el juez se recostó sobre el territorio de la disuelta Brigada Operativa de Judiciales (BOJ), compuesta por una serie de efectivos policiales sospechados dentro y fuera de la fuerza y que fueron presentados como los superhéroes del momento. Cinco años más tarde, en un juicio oral y público realizado entre noviembre de 2017 y abril de 2018, fueron condenadas 19 personas, diez de ellos policías, y seis fueron absueltas como integrante de la banda de Los Monos. Las penas más severas fueron para Ramón “Monchi” Machuca, quien recibió 37 años como jefe del clan e instigador de cuatro homicidios, entre los cuales no se le pudo atribuir el del Fantasma; y para su hermano de crianza Ariel “Guille” Cantero, condenado a 22 años en carácter de jefe de la banda y autor de otro crimen. Este año, al transitarse el juicio condenatorio a Esteban Lindor Alvarado, se supo que varios de los integrantes de aquella Brigada trabajaban moviendo fichas en el tablero para este narcoempresario y fueron los autores de desviar la pesquisa hacia el clan Cantero.
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La tapa del libro autobiográfico de Luis Paz, en la que se puede ver una de las pocas imágenes del Fantasma.
“Este crimen quedó impune porque se investigo mal ex profeso. No se lo quiso investigar como se debía”, explicó un fiscal que participó de la causa 913/12. “Los grandes crímenes de esa época, como el del Fantasma, el Pájaro o el de Luis Medina no se investigaron porque no hubo una decisión política para ello. Y así le fue a la política con esa decisión”, explicó el funcionario judicial consultado.
El Fantasma
Martín Paz tenía 27 años y ningún antecedente policial. “Era hábil para los negocios y para los números. Además de la venta de autos, con el tiempo empezó a prestar dinero y a cambiar cheques. Eso lo aprendió de mí, que cuando me sobraba algo de plata le cambiaba cheques a los amigos. Pero Martín le prestaba a cualquiera. Cuando me enteré que le prestaba a los gitanos lo reté. Le prestaba a los que jugaban en el casino. Tipos peligrosos. Un día trajo a mi casa a uno de esos personajes y mi hija terminó fijándose en él. Este personaje luego le arruinó la vida: me refiero al Pájaro Cantero”, describió Luis Paz en su libro “El Fantasma. Su lucha por la verdad y la justicia”, que publicó Ediciones El Escriba, en Buenos Aires en noviembre de 2019. El entonces empresario transportista y manager de boxeo escribió este libro, de poco más de 100 páginas, estando detenido en la celda 28 del pabellón 8 de la Unidad Penitenciaria Federal 6 de Rawson. Estaba allí después de que en octubre 2021 fuera condenado a la pena de 13 años y 9 meses como organizador de una red de narcotráfico en gran escala que operaba desde un country de la ciudad de Recreo (15 kilómetros al norte de la ciudad de Santa Fe) y, además, se lo declaró culpable por el delito de lavado de dinero.
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De la investigación surgió como principal hipótesis que el Fantasma había recibido una importante suma de dinero de los Cantero, se habla de 10 millones de pesos, con la orden de blanquearlo mediante prestanombres que no pudieran ser rozados por ningún control fiscal. Paz consiguió los “compradores” y éstos iniciaron operaciones en tres concesionarias de autos: una de Junín y Monteagudo, otra de Corrientes al 100 y una de Oroño al 2900. Pero también se quedó con parte de lo recibido para otro emprendimiento. El plan era entrar al negocio grande y convertirse en organizador del tráfico de drogas a gran escala.
Para eso el Fantasma contactó a “Bogocho” o “Cabeza de quincho”, un conocido productor del insumo para elaborar cocaína. Un hombre afincado en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Cerraron trato para comprar unos 80 kilos de pasta base. La idea era que en 45 días la ganancia generada por la venta en quioscos de Rosario podría asegurar el reintegro de una plata tomada para fines que los Cantero no habían previsto.
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Pero el Fantasma tampoco previó que el negocio podía fracasar. El 5 de septiembre de 2012 agentes del Escuadrón 54 de Gendarmería Nacional interceptaron el paso de un vehículo en un camino secundario del paraje El Algarrobal, en la localidad salteña de Salvador Mazza. Los ocupantes escaparon dejando abandonado el auto y seis bolsas con 85 paquetes de cocaína de máxima pureza que pesaron 86,665 kilos. Un mensaje desesperado del Fantasma, que quedó en la memoria de su celular, graficó ese momento: “Cambiaron los bichos verdes del norte y nos cagaron la carga”. Así, Paz se quedó sin la plata y sin la droga. Tres días más tarde estaba muerto en el interior de una cupé de 70 mil dólares.
En diciembre de 2017 Luis Paz declaró por tercera vez en la causa por la muerte de su hijo. Fue durante el juicio. Y dijo: “En los medios han dicho muchas cosas. Como que mi hijo les quedó debiendo 10 millones de pesos a esta gente (los Cantero). Mi hijo tenía una actividad que no sé si es ilícita o lícita: él prestaba dinero. Aparte de criar chanchos, como criaba su abuelo, prestaba la plata que le sobraba. La que ganaba con los chanchos la prestaba, la que ganaba con los préstamos la usaba para comprar autos. Así era la actividad de mi hijo”, dijo el hombre. Y brindó su propia hipótesis sobre el asesinato de su hijo. Delante del tribunal sostuvo que “todos le debían plata” a Martín y lo mataron para no saldar esas deudas. “A mi hijo, cuando lo mataron, les convenía a todos”.
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La familia Paz llora a Martín al lado de la cupé de 70 mil dólares en la que fue asesinado.
En su segunda declaración, el 31 de julio de 2013, Paz sólo habló del clan Cantero ante el juez Vienna. El último párrafo de aquella declaración, Paz lo reservó para hablar de quién había sido el autor del crimen de su hijo. “El que se dice que mató a mi hijo es el «Chino» González. Esto no lo sé por los diarios, sino que me tiraron su nombre a poco de morir mi hijo, y nunca lo había escuchado antes, no sé más datos de él”.
Se refería a Norberto Alejandro “Chino” González, quien fue condenado en un juicio abreviado en abril de 2015 como miembro de Los Monos a una pena de tres años de prisión. Por el crimen del Fantasma nunca tuvo más que una imputación inicial en base a una escucha telefónica captada en 2013. Ya estaba en libertad el sábado 4 de marzo de 2017 cuando dos hombres en moto lo persiguieron hasta ingresar a su casa de Cura Malal al 3900, en la zona sur de Rosario. Allí un sicario lo mató subiendo una escalera, delante de su mujer. Ocurrió el día anterior a que empezara el juicio por el asesinato del Pájaro Cantero.
Todas las voces
En una entrevista con La Capital publicada el 24 de diciembre de 2016 Ramón Ezequiel Machuca, más conocido como "Monchi Cantero" y sindicado como el organizador del crimen de Paz, contó su verdad respecto al crimen del Fantasma y las acusaciones contra la familia. “Nada de lo que se dice es verdad. La hermana de Martín estaba en pareja con mi hermano Claudio. Nosotros no teníamos ningún negocio con él y mucho menos de drogas. Al primero que acusaron de ser el autor intelectual de ese crimen fue a mí y a otro pibe, Alejandro González, le dijeron que había sido autor material. Pero nada que ver. Nosotros no ordenamos matar a nadie. Y esa causa, que empezó con el homicidio del Fantasma, hasta hoy no tiene ningún acusado ni identificado. Quedó en la nada, pero eso al juez Juan Carlos Vienna le sirvió para inventar la causa que involucra a mi familia”.
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Lo que la Justicia no pudo resolver en el flamante Centro de Justicia Penal, el crimen organizado lo hizo a su manera en las calles. Esa espiral de violencia, fogoneada desde la venganza de una de las bandas ante el asesinato de su líder, quedó registrada en los 271 crímenes registrados en 2013 y los 254 del año 2014, por el momento los dos años más violentos de la década. Ese germen se reprodujo en los barrios que hoy son invivibles. Muchos de los apuntados como hampones hoy están muertos o presos, condenados en prisiones provinciales o federales desde donde buena parte de ellos continúan cometiendo delitos que van desde las extorsiones, balaceras u homicidios.
Buena parte de la policía entró en un circulo vicioso de degradación y ya no llama la atención que un efectivo de una fuerza de seguridad sea detenido o asesinado en medio de una contienda narco. Quedará por explorar cuál fue y es el rol de la política en el desmadre que se percibe en las calles y los barrios. La política parece ser un mojón imposible de saltar para las investigaciones judiciales más allá de que varios de sus integrantes han sido mencionados en causas judiciales. En el último tiempo varios expedientes han expuesto la connivencia entre las cuevas financieras y transeros que buscan dólares para comprar su droga. El mercado de los estupefacientes nunca sufrió sino que, por el contrario se expandió. En estos dos últimos años se están comenzando a desarrollar expedientes sobre lavado de activos y provisión de armas ilegales. Y esperar que el año en curso, que camina sólido por el sendero de la violencia, no termine siendo el más áspero de la historia.