Veintisiete horas, y 6 metros de diferencia, separaron dos asesinatos que conmocionan a los vecinos de Gorriti al 6200, casi esquina Campbell, en barrio Ludueña. El jueves a las 15 horas a pocos metros de la esquina Cristian Leonel “Larva” Fernández, de 28 años, estaba colaborando en la reparación de su auto KIA 4WD modelo 2002 color bordó cuando cuatro sicarios en dos motos se le abalanzaron y lo ejecutaron en el interior del vehículo. El viernes alrededor de las 18, a seis metros de distancia de la escena del crimen de “Larva”, un auto ingresó a un garaje que tenía su portón abierto y comenzó a disparar contra un grupo de personas que estaban en el lugar. Cinco proyectiles impactaron en el cuerpo de Bárbara Verónica González, de 30 años, quien murió camino al hospital.
¿Por qué mataron a la mujer? La pregunta tienen múltiples explicaciones para los vecinos y para la investigación. “Lo que se comenta en el barrio es que parece que los de la banda del Larva están convencido que al muchacho lo entregaron. Entonces vinieron a disparar contra el mecánico y le dieron a esta mujer. Pero no te puedo decir nada más porque no sé quien es la chica”, explicó una vecina de la zona al cronista en el lugar.
Sin embargo esa no es una hipótesis que contemple la investigación en manos del fiscal Adrián Spelta, quien estaría orientado por una vinculación entre el marido de la víctima y el Larva Fernández. Según esa teoría judicial, el asesinato no tendría que ver con una vendetta por el crimen de Fernández sino como una continuidad del ataque hacia “Larva” y su entorno.
Lo que sobraba este sábado por la mañana en Gorriti entre Campbell y Barra era el miedo. La mayoría de los vecinos consultados dijeron que el viernes a la hora del crimen de González no estaban en sus domicilios. Otros argumentaron que si bien sienten “indignación” no iban a contar nada de lo sucedido por dos motivos: “nadie va a hacer nada” y “no quiero terminar como la chica”.
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En concreto, los vecinos de la cuadra se encomiendan a Dios cada vez que salen de sus casas para hacer el trámite que los ocupe. “La gente a la que le pasó esto (por el crimen de González) está muy mal y no quiere hablar. Pasa que toda la zona está con problemas por el tema drogas y van y le disparan a gente que no tiene nada que ver”, explicó un allegado a la familia de la víctima.
El crimen de Bárbara
El viernes alrededor de las 18, Bárbara González participaba de una reunión familiar en un garaje ubicado sobre Gorriti, a 15 metros de la esquina con Campbell y a 6 metros de la escena del crimen del “Larva”. Testigos indicaron que un auto gris (las características se preservan para no entorpecer la pesquisa) ingresó al garaje, que tenía el portón abierto, y uno de los ocupantes comenzó a disparar hacia todo lo que se moviera.
González recibió impactos en el pecho y en su glúteo, todo sobre su costado derecho. Su marido la trasladó en auto al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez (Heca) donde a las 19.30 murió. Los vecinos recordaron que hace dos meses, en febrero pasado, el mismo domicilio fue atacado a balazos y tres hombres resultaron heridos. Uno de ellos habría sido la pareja de la mujer asesinada. Vecinos también contaron de una supuesta ligazón con “Larva”.
Una década atrás, el asesinato de la militante social Mercedes Delgado expuso ante la sociedad rosarina que el diario vivir en un barrio dominado por la lucha armada por el control de las calles podía costarle la vida a un inocente. Pasaron nombres de maleantes que regentearon la dinámica del barrio pero la infección quedó.
“Hoy Ludueña está como Tablada hace cinco o seis años. Te la pueden poner en cualquier momento del día con el argumento que mejor los convenza. La territorialidad está en crisis. No hay un orden como para poder determinar de inmediato quien está detrás de cada crimen. Sí están representadas todas las grandes marcas: Los Monos, El Peruano (Julio Rodríguez Granthon) y Fran Riquelme (contratado para balear a Mariana Ortigala, testigo estrella en el juicio a Alvarado)”, explicó una fuente consultada hace 72 horas en el marco del asesinato de “Larva” Fernández.
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En lo que va del año en un sector de siete cuadras por siete —delimitado por Casilda, French, Felipe Moré, Campbell— fueron asesinadas ocho personas: Williams Agustín Rillos, de 17 años (25 de enero); Sebastián Eduardo Ibarra, 39 años y Iván Nicolás Ferreto, 23 años (12 de febrero); Brian Ortigoza, 26 años (13 de febrero); Brenda Samira del Valle Bravo, 24 años (13 de marzo); Lidia Mabel Menseguéz, 45 años (23 de marzo); Cristian Leonel “Larva” Fernández, 28 años, (14 de abril) y Bárbara González, 30 años (15 de abril). En la última semana fueron denunciadas al menos una decena de ataques a balazos con o sin heridos.
No es la primera vez que calle Gorriti al 6200 es manchada con sangre. Y sus vecinos son testigos de los acontecimientos. La caída de Franco Matías “Milanesa” Almaraz en julio de 2020 marcó uno de los cambios de nombre dentro de la violencia en la barriada. El 17 de julio de 2020, pocas horas después de que el ex concejal Eduardo Trasante fuera asesinado en San Nicolás al 3600, una nena de 4 años recibió un balazo en la cara en Gorriti al 6200, casi esquina Barra, de parte de dos hombres en moto. Según los investigadores quien disparó fue “Milanesa”.
“Se siguen cagando a tiros. Le balearon la casa al «Topo», a la suegra de «Milanesa» Almaraz, le tiraron a la casa de «El gordo» Gastón e hirieron a una nena de 4 años. Esto no va a parar”, explicó un vecino, por aquellos días de pandemia cerrada de 2020.
“Este barrio está jugado a su suerte. Como Empalme Graneros, como el Industrial, como Larrea. Somos barrios de gente pobre, amigo. No importa que pase en un barrio de gente pobre. Somos un barrio pobre por el que pasa un negocio que mueve millones. Mucha plata. Ahí está el por qué nadie se quiere meter. Porque si esto se aplaca se le termina el negocio a un montón de gente. Y hay gente que no quiere eso”, reflexionó una vecina.
Los vecinos, los pocos que quisieron brindar datos a la prensa, tiraron enigmáticos en los que se vincula a “Larva” con dos homicidios resonantes. Uno, el doble crimen de Sebastián Eduardo Ibarra, y Nicolás Ferreto, ocurrido el pasado 12 de febrero en Vélez Sársfield al 5500. Y el de Alexis Nicolás Cabral, de 20 años, quien murió el martes tras ser baleado en la cabeza el lunes 11 de abril en la puerta de su casa en Gandhi al 5600. “En la calle se dice que esos asesinatos fueron del Larva. Era un loco bravo ese”, dijo un joven vecino de la zona.
“En este barrio ya no se puede vivir. Acá no nunca llega la buena. En otros barrios dependiendo de quien esté preso o muerto la cosa mejora. En Ludueña esa ola no llega nunca”, explicó un vecino. En los últimos dos meses algunos residentes le dijeron a este cronista que “Ludueña debería ser declarada capital de la metra” (en la jerga, pistola ametralladora) y que residir en el barrio “era como vivir en Ucrania”.