Cristian Leonel “Larva” Fernández murió acribillado la tarde de este jueves mientras reparaba su camioneta en Gorriti y Campbell, a una diez cuadras de donde tenía registrado su último domicilio. Según fuentes oficiales, cuatro muchachos que pasaron a bordo de dos motos le dispararon con un par de armas de grueso calibre. Y a diferencia de lo que ocurre muchas veces, cuando las víctimas son alcanzadas por proyectiles que no las tenían por destinatarias, en este caso todo indica que el joven de 28 años era la persona que los tiratiros buscaban como blanco. Su pasado reciente, su presunto vínculo con una de las franquicias que disputan las calles de distintos barrios por el negocio del narcomenudeo y la historia de tres de sus hermanos que murieron en circunstancias violentas son indicios de que a Larva se la tenían jurada.
La información oficial dice que este jueves a las 16.15 Fernández, quien tenía como último domicilio una casa de Pedro Lino Funes al 200 bis, estaba reparando su camioneta Kia 4WD dominio DYZ142 con vidrios polarizados cuando fue sorprendido por cuatro motociclistas que lo rociaron con tiros de pistolas calibres 9 y 40 milímetros. Nada pudo hacer el muchacho para esquivar la lluvia de proyectiles y murió en el acto sentado en la butaca del conductor y su cabeza caída sobre el volante del rodado.
Para los pesquisas de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) que junto al fiscal Adrián Spelta trabajan en el esclarecimiento del tema, Larva no era un desconocido. El sábado 19 de febrero a la madrugada dos jóvenes a bordo de una moto balearon el frente de la comisaría 12ª, ubicada en el cruce de Casilda y Solís, en el corazón de barrio Ludueña. Al menos diez disparos impactaron contra el frente de la seccional y otros cinco contra una patrulla estacionada en el lugar. En una saga de allanamientos que se realizaron para esclarecer el atentado fueron detenidas siete personas, entre ellas estuvo Fernández, quien hace tres semanas recuperó la libertad después de ser desvinculado del episodio.
En tanto, dos hermanos de Larva fueron asesinados en un triple crimen ocurrido poco después de las 16.30 del 16 de abril de 2018 frente a una vivienda de Liniers al 2000 que ocupaban en el barrio Martín Fierro de Granadero Baigorria y a la que llegaban a bordo de un Chevrolet Corsa gris dominio LNP804. Tras estacionar frente a la vivienda se detuvo en medio de esa misma calle un Volkswagen Bora gris con vidrios polarizados en el que iban cuatro personas de la cuales tres se bajaron portando armas y les descargaron al menos 30 disparos.
>> Leer más: Estupor ante un nuevo triple crimen con sello mafioso a plena luz del día en Baigorria
Las víctimas del hecho, que en aquel momento los investigadores describieron con el sello de ajuste narco, fueron Ezequiel David “Parásito” Fernández, de 38 años; su hermano José Horacio “Grasita” Fernández, de 30; y Gerardo “Abuelo” Abregú. Al menos el primero de ellos, dijeron entonces los pesquisas, estuvo implicado en un fallido secuestro que según una investigación de la Justicia Federal fue orquestado desde la cárcel por Ariel Máximo “Guille” Cantero, líder en las sombras de la banda de Los Monos, el grupo criminal tantas veces desarticulado oficialmente pero que sigue operando bajo franquicias en manos de terceras personas y a la que habría estado ligado directamente Larva, hermano de Parásito y Grasita.
Pero hay otro hermano de los Fernández, Nahuel, cuyo paradero es aún desconocido más allá de que los pesquisas sostienen que lo asesinaron y así lo declaró el mecánico Carlos Argüelles cuando habló ante la Justicia, un año antes de ser acribillado frente a su familia en un taller de su propiedad, en una medida de aseguramiento de pruebas previa al juicio que se sigue por estos días al narco empresario Esteban Lindor Alvarado, de quien Argüelles supo ser ladero y después pasó a integrar la lista de sus enemigos.
>> Leer más: Juicio a Alvarado: los desaparecidos de los que habló un mecánico asesinado
En su testimonio Argüelles dijo que a Nahuel “lo secuestran y lo llevan a Ybarlucea, a lo de Fabián «Calavera» Pelozo”, un hombre apresado el mes pasado, ligado a una banda internacional de narcotraficantes que trabajaba como una especie de gerente en la distribución de estupefacientes a diferentes organizaciones criminales que operaban en Rosario. El mecánico contó que en esa finca “Lo esperan Pelozo y dos personas. Lo golpean y torturan. Después lo llevan a un pozo y lo entierran”. Jamás se supo dónde está ese pozo y el cuerpo de Nahuel no apareció. Al respecto, el testigo explicó que al joven “del Fonavi 7 de Septiembre, hermano de «Grasita» Fernández, lo mandó a secuestrar, lo enterró en un pozo y aún lo siguen buscando. Yo veía a esa madre por TV y créanme que es muy duro. Por eso (lo de Alvarado) es una narcodictadura, hace desaparecer personas, no te da ni la chance de velarlo. Me lo dijo a mí: «A éste (Nahuel) no lo encuentran más»”.
Ahora fue el turno de Larva, el cuarto hermano Fernández asesinado en el marco de una guerra de bandas que parece no tener fin y que están disputando las grandes marcas del narcomenudeo rosarino desde hace más de una década.∏