Cuando Angélica Gorodischer enumeraba sus lugares en el mundo, ninguno estaba muy lejos. Eran su propio jardín, la zona sur, donde vivió desde siempre, Rosario y la Biblioteca Argentina . "Esos eran sus sitios predilectos, pero la biblioteca era su templo", recuerda su hijo Sergio y confirma a La Capital una de las decisiones que la escritora tomó antes de muerte, ocurrida hace poco más de un mes: parte de su biblioteca personal será legada justamente a ese espacio de lectura. El lugar donde Angélica pasó largas horas de estudio cuando era alumna del Normal Nº2 y donde, además, prevén que un auditorio lleve su nombre.
Angélica falleció el 5 de febrero pasado a los 93 años y, según relata su hijo, antes de morir dejó cartas -"muchas", dice-, con indicaciones precisas en torno a lo que deseaba no solo respecto de sus últimos días, su propia muerte y su entierro, sino además sobre el destino de las que fueron sus cosas.
"Ella pidió morir en su casa y eso se le cumplió, qué tenía que decir en su lápida y además una serie de cartas con instrucciones e indicaciones detalladas sobre qué destino debían tener sus cosas, cuáles serían para su hija y cuáles para su nieta, y así", contó Sergio Gorodischer.
Entre sus cosas están sus libros, esos que ocuparon el estudio de la casa de zona sur donde trabajó, pero que, según relataba ella misma, tenía desperdigados por rincones de la casa.
Gran parte de esos libros serán legados a la Biblioteca Argentina, confirmó su hijo, mientras que para otros buscó un destino diferente y vinculado a su amigo el poeta Jorge Isaías.
Se trata de la Biblioteca Manuel Belgrano de Los Quirquinchos, que funciona en el edificio del Club Huracán del pueblo santafesino y que el escritor no solo transitó a lo largo de su infancia, sino que además es una presencia en sus escritos.
Un destino natural
"Ella formó parte de esa biblioteca, hay lugares que uno ama y uno quiere que sus cosas pasen a formar parte de esos lugares", reflexionó el secretario de Cultura municipal, Dante Taparelli, en relación a la decisión tomada por la escritora, y consideró a la biblioteca como "el destino natural de sus libros".
El funcionario recordó que la escritora "se formó en ese espacio", por eso, dijo que de alguna manera con esa decisión tomada tras su muerte lo que hace "es devolverle a ese espacio que tanto quiso, y hay una enorme generosidad de su parte y de su familia".
Más allá del nombre propio de Angélica, Taparelli señaló que "la ciudad toda se constituyó a partir de la generosidad de sus habitantes y no solo de la generosidad material, sino también espiritual e intelectual y el de ella es un ejemplo".
Angélica y la biblioteca
La escritora se jactaba no solo de haber aprendido a leer a los cinco años y haber leído novelas ya a partir de los 7, sino que además insistía en que los libros habían sido su "salvación" en medio de una infancia que siempre recordó como "solitaria y triste".
Y en esas charlas en que contaba cómo desde niña había sido lectora voraz "de los grandes escritores" también aparecía como escenario la Biblioteca Argentina en esos años en que fue alumna del Normal Nº2 y donde, a pocas cuadras, la biblioteca fue espacio de estudio y refugio.
"La biblioteca era uno de sus lugares favoritos y predilectos, era su templo del saber en la ciudad", cuenta Sergio y señala que cada vez que su madre hacía referencia a que había ido "a la biblioteca" se trataba justamente la de la Biblioteca Argentina.
De hecho, entre sus anécdotas de la adolescencia, cuando su madre no la dejaba salir sola ni ver cine francés, recordaba las tardes de martes, cuando la engañaba diciendo que se iba justamente a la biblioteca y en realidad se encerraba en el Cine Teatro Broadway de calle San Lorenzo a ver nada menos que "El continuado francés".
Sergio contó además que entre los proyectos para homenajearla está el que el auditorio del edificio de Presidente Roca lleve su nombre.
Una forma de que Angélica vuelva a la biblioteca, ya no solo a través de los libros que ella escribió y que son parte de la colección, sino ahora además, como indicó el secretario de Cultura, "con lo que ella misma leía y elegía para ella misma".