No se sabe cómo terminará esta historia. Vale el presente. Nadie descubre nada diciendo que Lionel Messi es el mejor jugador del mundo, pero sí vale remarcar que, a los 35 años, está en su mejor momento en la selección argentina. Ya llegó a una final de Copa del Mundo y, repita o no, su figura es superadora. Determinante, aún cuando el equipo de Scaloni no se la dé todas a él como antaño. Sabio hasta para administrar el físico y terminar el partido como un pibe, apurando, llevando la pelota, asistiendo con pases-gol y buscando él mismo. No es casualidad que, como ante México, destrabara el partido. Y no es un dato para nada menor que convierta por primera vez en una instancia de eliminación directa. Si no erraba el penal ante Polonia sería el único artillero del Mundial y habría marcado en todos los partidos. No importa. No sólo está intacto, está en su cénit y juega su mejor Mundial.