El triunfo de la selección argentina de fútbol en el mundial de Qatar gatilló el domingo una movilización popular masiva en todos los rincones del país. Frente al acontecimiento aparecen varias preguntas. Por ejemplo, cuánto durará el efecto analgésico del éxito deportivo. También, si la victoria del equipo liderado por Lionel Messi tendrá derivaciones en la política.
Consultados por La Capital, cientistas sociales coinciden en términos generales en que la euforia por la imagen de Lionel Messi se disipará cuando la población vuelva a enfrentar la cruda realidad económica y que los impactos en la política serán magros o directamente nulos.
Para el politólogo Gustavo Marangoni se debe separar el humor social del humor político. “Se trata de un hecho feliz, alegre, que mejora la autoestima; de hecho, el fútbol está en nuestro DNI global. Esto permite terminar el año con buena onda y empezar el que viene con ese arrastre. Pero esto ocurre en el humor social, en lo que está más allá de la frontera de los partidos o las coaliciones”, sostiene el director de la consultora M&R Asociados.
La socióloga Celia Kleiman, directora de Polldata, señala que la obtención de la tercera copa del mundo llega en un momento muy particular. Su último estudio cualitativo marcaba que los sentimientos predominantes eran tristeza, depresión y angustia.
“Esta victoria contrarresta estos sentimientos negativos que veníamos observando y de alguna manera devuelve la alegría que se estaba necesitando”, sostiene.
Sin embargo, Kleiman advierte que en algún momento bajará la espuma. “Va a llegar un momento en que el desborde se va terminar. La gente volverá a ir al supermercado o almacén, verá los precios y se planteará, como viene sucediendo en los últimos tiempos, hasta qué día del mes le dura el ingreso que ingresa. Ahí lo económico volverá a ser nuevamente lo predominante”, indica.
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En la misma línea, el consultor político Carlos Fara, director de la consultora Fara Veggetti, remarca que el clima de euforia empalma con las fiestas de fin de año, en donde los encuentros con los afectos y la llegada del nuevo año llevan a un momento de balance y de reseteo de expectativas, y el verano, donde se relaja el humor social.
Pero subraya: “En todo caso, es un efecto de corto plazo, ni siquiera de mediano. Con los problemas económicos que tiene la Argentina, hacia marzo todo debería volver a su cauce natural”.
“Las mega victorias deportivas nacionales suelen tener dos efectos: unidad emotiva para los pueblos y cortina de humo para los gobiernos. Electoralmente, no hay efectos comprobados. A nivel local, en Estados Unidos se detectó un ligero efecto (un aumento de hasta dos puntos porcentuales para el oficialismo), pero se diluye completamente después de dos semanas”, observa el politólogo Andrés Malamud, profesor e investigador del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa.
Mensaje a la dirigencia
En este marco, ni el gobierno ni la oposición parecen en condiciones de capitalizar el éxito deportivo en Qatar.
En primer término, por la distancia que marcaron los referentes del equipo con la dirigencia política.
“Hasta acá, la selección se ha mantenido al margen de la política. Ha despolitizado y desideologizado su accionar”, resalta Kleiman.
Fara está convencido de que el mundial no tendrá efectos políticos. No solo por lo que marca la experiencia histórica -por ejemplo, Raúl Alfonsín sufrió una dura derrota electoral en 1987, un año después del mundial de México- sino también por el contexto actual. “Estamos en una situación de crisis económica y fastidio con la política. El humor popular positivo rechaza que alguien trate de llevar agua para su molino, más aún para un gobierno con un claro balance negativo”, afirma.
“Sería positivo que la política en general pudiera mostrar algún aprendizaje de este proceso de Scaloni como director técnico: ir de menor a mayor, plantearse objetivos cumplibles y tratar de generar una adhesión similar, obviamente, con muchas más dificultades y necesidades enfrente”, dice el sociólogo Carlos De Angelis.
“La lección debería ser que se pueden hacer las cosas de modo diferente y que no siempre hay que repetir la misma historia, pero la clase dirigente en general está muy lejos de entender este momento”, lamenta el consultor.
Por su lado, para Malamud el campeonato le permitió al gobierno de Alberto Fernández algo de paz social. “Más que la victoria fue el desarrollo del mundial, y las expectativas generadas, lo que escondió la política y canceló los tradicionales estallidos de diciembre”, analiza.
El politólogo Juan Negri afirma que el mundial dejó en un segundo plano el renunciamiento de Cristina. “Fue un evento político significativo y marcó el comienzo de la campaña, pero no se le dio la magnitud que tiene por el contexto”, plantea el director de las carreras de Ciencia Política y Gobierno y Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella.
Y agrega: “No hay nadie que pueda capitalizar esta mejora, aunque sea provisoria, del humor social. Si imagino la aparición de un discurso político berreta, con consignas como ‘unidos todos podemos’, ‘el poder del equipo’, ‘no somos un país de porquería’. Son discursos floridos, pero que tienen muy poca capacidad de terminar en algo concreto”.