Quince días pueden ser mucho tiempo en la vida de un hombre, más aún si está a cargo del Ministerio de Seguridad de Santa Fe, el organismo del Estado que afronta el mayor desafío de las últimas dos décadas: desacelerar la extrema escalada de violencia que vive Rosario. En ese contexto, una racha de crímenes mafiosos y atentados precipitaron la renuncia de Rubén Rimoldi, un policía de la vieja escuela que ocupó seis meses la función de ministro. Un hombre que quedó expuesto ante las críticas del intendente Pablo Javkin, tuvo limitaciones para fundamentar su gestión y tuvo diferencias de criterio con el Ministerio Público de la Acusación (MPA).
La realidad marca que el 2023 suma 35 crímenes en el departamento Rosario, atacaron dos comisarías, la sede de la Agencia de Investigación Criminal (AIC), las puertas de un sindicato y la fachada de un Distrito Municipal. Como si eso no hubiera sido suficiente, estalló una interna en la banda de Los Monos en las tribunas de Newells, lo cual quedó en evidencia con el cruel crimen de Lorenzo “Jimi” Altamirano, un joven inocente levantado de la calle y ejecutado frente a la puerta 6 del Coloso Marcelo Bielsa.
Pero los dos últimos días en la gestión de Rimoldi fueron, quizás, los que marcaron su suerte. El martes fue a la Legislatura provincial para rendir cuentas de la gestión 2022. Luego fue consultado por la prensa respecto al homicidio de Altamirano. Y al responder sugirió que se habían realizado allanamientos con al menos una detención. “Creo que hay detención de personas relacionadas al suceso”.
Sin embargo, esos dichos fueron desmentidos por los fiscales Matías Edery y Luis Schiappa Pietra, quienes investigan el asesinato. Los funcionarios incluso se mostraron molestos ante la posibilidad de la filtración de datos. Ese cruce dejó en evidencia las discrepancias entre el MPA y el ahora ex ministro.
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La mañana siguiente Rimoldi despertó con el ataque a balazos al Centro Municipal de Distrito Sudoeste (Francia al 4400), donde dejaron un cartel con una advertencia dirigida a los condenados narcos René Ungaro y Esteban Alvarado, que personal policial no advirtió ni recolectó.
El hecho enfureció al intendente Pablo Javkin, quien se trasladó al edificio atacado y realizó una conferencia de prensa con declaraciones explosivas contra Rimoldi. La más grave fue que la policía parecía no responderle.
Más tarde se convocó a una rueda de prensa en la sede de Gobernación. Allí, el todavía ministro no hizo otra cosa que resbalar y enmarañarse en explicaciones referenciadas en Colombia, o sostener que los índices de violencia estaban a la baja. En sus respuestas dejó más dudas que certezas. “Ahora se entiende porque no lo dejaban hablar”, sobrevoló en el lugar.
Pasadas las 21 del miércoles, el gobernador Omar Perotti llamó a Rimoldi a su despacho y le exigió la renuncia. En su lugar nombró al ex comandante de Gendarmería Nacional, Claudio Brilloni, quien era el segundo de la cartera y ahora afronta una realidad de violencia sostenida, lo cual potencia la crisis política.
De pesadilla
La última pesadilla de Rimoldi comenzó el jueves 26 de enero. A las 4 de la madrugada tres personas lanzaron una bomba molotov contra el auto de una agente policial frente a la comisaría 12ª del barrio Ludueña. Los atacantes se fueron caminando y nadie los persiguió.
Al otro día, poco más tarde de la 1, un Audi A5 blanco fue atacado a balazos por dos hombres que se desplazaban en una moto Honda Tornado. El conductor, Walter Matías M., de 37 años, recibió al menos dos disparos mientras circulaba por Ovidio Lagos y Jorge Cura. Según los pesquisas, es el número 2 de la barra de Newell’s. La madrugada del 30 de enero fue asesinado Iván Daniel Escobar, de 40 años, y trabajador del Hospital Carrasco. Un caso que se investiga como tentativa de robo seguido de homicidio porque la víctima fue baleada para robarle su moto Paraguay y Batlle y Ordóñez.
El último día de enero fue ejecutado Heber Durquet, de 42 años, en la localidad de Ybarlucea. Un sicario entró a su casa en Chacabuco al 300 y lo ultimó de varios disparos. Según las evidencias, el asesinado guarda relación con un contexto narcocriminal.
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Secuencia infernal
En febrero comenzó la debacle de Rimoldi. En los primeros días del mes se contabilizaron nueve muertes violentas, ocho de ellas ejecutadas por sicarios. El 1º de febrero fue el turno de María del Carmen Vidal, comerciante de 53 años muerta a balazos en su almacén de Solís al 200 bis, a una cuadra de la seccional 12ª. A la mujer le habían baleado el negocio una semana antes.
Entre las 22 y las 23 de esa noche se produjeron dos hechos vinculadas a la interna de la banda de Los Monos: balearon la subcomisaría 26ª de Villa Gobernador Gálvez y asesinaron a Jimi Altamirano. En ambas escenas dejaron mensajes contra Damián “Toro” Escobar, Leandro “Pollo” Vinardi y Nicolás “Pupito” Avalle, convictos cercanos a Máximo Ariel “Guille” Cantero.
Al día siguiente mataron a Mariano Nicolás Barea, de 30 años, en una pelea intrafamiliar ocurrida en Avellaneda al 6000. El sábado 4 se produjeron tres asesinatos, uno de ellos doble: el de Jonathan Gabriel Góngora, de 30 años, en Seguí al 300 bis; y poco después dos hermanas fueron atacadas a balazos en Provincia de Misiones al 2100, barrio Santa Lucía. Belén Sofía Rodríguez, de 18 años, murió esa madrugada; y al otro día falleció su hermana Milagros Noelia, de 21.
Esa noche también fueron atacadas a balazos la sede de la AIC (Lamadrid al 500), y el Sindicato de la Carne (Fausta al 5300) del barrio Saladillo. En ambos lugares dejaron carteles amenazantes para Leandro “Gordo” Vilchez y Rodolfo Héctor “Eri” Masini, miembros de Los Monos detenidos en penales federales.
El lunes pasado hubo otras tres muertes. Un hombre de 45 años que agonizó desde noviembre de 2022; en Valparaíso al 2700 fue asesinada Tamara Ailén Benítez, de 26 años, tras recibir un disparo en la cabeza en la puerta un búnker; y en Riobamba al 4400 dos hombres en una moto dispararon sin blanco fijo y asesinaron a Ramón Alegre, de 72 años, que regresaba de una iglesia en bicicleta. Allí hirieron en una pierna a un niño de casi dos años que jugaba en la vereda.
Tras ese derrotero, Rimoldi fue a la Legislatura. El miércoles se despertó con una balacera y se cruzó verbalmente con el intendente Javkin. Por la noche dejó de ser ministro de Seguridad de Santa Fe.
Al día siguiente el gobernador Perotti argumentó: “cuando no alcanzamos los objetivos que queremos, no dudo”. E insistió: “acá no hay amiguismo, hay una población que merece resultados diferentes. Y cuando esos resultados no los alcanzamos en su magnitud, generamos los cambios necesarios”. Mientras la política debate qué hacer con la seguridad, la delincuencia gana territorio, corre los límites, y los vecinos le rezan a sus dioses para que su nombre no figure en una estadística de homicidios.