¿Dónde estaba la hija de 11 años del gendarme Gustavo Elorrieta en el momento en que su padre fue asesinado en su casa familiar? Esta pregunta aún sin respuesta fue parte de la resolución de la jueza Valeria Pedrana el martes pasado antes de disponer la prisión preventiva para la ex esposa del uniformado y dos muchachos acusados por el homicidio triplemente agravado del oficial, cuyo cuerpo fue encontrado en el interior de un aljibe del casco de una estancia abandonada de la ciudad de Roldán el 29 de julio y tras permanecer 19 días desaparecido. La nena de 11 años tiene autismo y hoy está al cuidado de un oficial de gendarmería y su familia, vecinos del barrio donde se pergeñó y se ejecutó el asesinato.
En tanto Alex, el hijo de 17 años del gendarme, permanece arrestado a disposición de la jueza de Menores María del Carmen Musa, quien todavía no pudo indagarlo y ordenó que el martes sea sometido a una junta médica psiquiátrica para valorar si está en condiciones de declarar y si entiende la criminalidad de los actos por los que está detenido.
Los fiscales Adrián Spelta y Gastón Ávila acusaron a Mercedes “Mechi” E.F., de 47 años y ex pareja de Elorrieta; a Mario Luis F., de 26 años; y a Alex Miguel Jesús G., de 18 (ambos amigos del hijo del gendarme) por homicidio doloso triplemente calificado por el vínculo, la alevosía y el concurso premeditado de cuatro personas. Una acusación con una pena en expectativa de prisión perpetua. Dentro de esta hipótesis fiscal, Alex fue parte del plan criminal.
Por estas horas tanto la fiscalía como la defensa pública a cargo de Marianela Di Ponti deberían haber recibido los resultados de los exámenes de los fluidos extraídos de distintos elementos secuestrados del baúl del Volkswagen Bora propiedad de la víctima que apareció chocado a unos 700 metros del lugar en el que se halló el cadáver. Entre esos elementos enviados a peritar había trozos de ropa, tres pares de guantes de látex, dos rollos de papel film, cinta de embalar, una maza de obra y dos jeringas, una de ellas con un líquido que podría ser ketamina, un poderoso analgésico para caballos con el que habrían reducido al gendarme. La pericia es para determinar si las manchas rojizas que se consignan en los informes son de sangre y si la misma pertenece a Elorrieta; si en las jeringas hay material compatible con algún tipo de droga como la ketamina; y si la maza fue utilizada para partirle la cabeza al hombre con cuatro golpes.
Drogas y muerte
La historia desgranada por los fiscales sostiene que Gustavo Elorrieta realizaba un curso de ascenso en la Escuela de Gendarmería en Buenos Aires desde febrero pasado tras trabajar desde 2013 en las áreas de Inteligencia y Drogas de la fuerza federal en el Gran Rosario. Que en abril había iniciado una relación sentimental con Lourdes, una camarada de armas con la que realizaba el curso. Que a partir de eso, en junio Elorrieta le comunicó a su esposa y madre de sus dos hijos su intención de separarse. Y que el 6 de julio, cuatro días antes de que Elorrieta viajara a Roldán, Lourdes se había ido a vivir con él.
“Ese día yo lo veía triste, angustiado, no me dijo por qué. Nunca lo vi así, yo estaba muy preocupada. Él no quería ir pero nunca me dijo el motivo. Sí se que no se sentía cómodo yendo a su casa. Recuerdo que el 10 de julio él se fue a Roldán cerca de las 18 tal como había dicho. Creo que llegó a las 21.30 y me avisó todo por WhatsApp, incluso que los chicos estaban contentos. En ese momento no me mencionó a Mercedes, su esposa, pero antes sí me la había mencionado. Ellos estaban peleados. Siempre había discusiones, pero no se habían divorciado. Sólo fue a Roldán por sus hijos”, explicó Lourdes ante los fiscales. También contó que intentó comunicarse con Elorrieta por todos los medios desde la noche del 10 de julio y que al no lograrlo se comunicó con Sthella Mari, la hermana del gendarme.
Lourdes volvió a la Escuela de Gendarmería para retomar el curso el 26 de julio y habló con sus superiores. Luego se reunió con Sthella Mari, la hermana de su novio. Entonces se hizo la primera denuncia por averiguación de paradero del Elorrieta. La presentó el comandante principal José Carlos Lodolo el 26 de julio. Para ese momento Elorrieta ya había sido asesinado, su cuerpo descartado en el aljibe y su auto chocado y abandonado.
En ese marco, para los fiscales no quedan dudas de que Elorrieta fue drogado y asesinado a golpes de maza en el interior de su casa familiar de Larrea al 1200, en el barrio Villa Flores de Roldán, lo que se comprobó mediante pruebas con el reactivo Luminol que expusieron el vía crucis que padeció el gendarme en tránsito hacia la muerte.
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El celular de Elorrieta funcionó hasta las 23.30 del 10 de julio. Tras ello fue encendido nuevamente el 12 de julio con otro chip y luego no funcionó más. Ningún integrante de la familia en Roldán hizo denuncia de paradero ni reportó el choque del auto del gendarme en el que volvían los imputados tras deshacerse del cuerpo. En la policía quedó la actuación de oficio por el remolque del vehículo y la constancia en el Samco por la atención de tres personas tras el choque, entre ellos el hijo del gendarme.
Sthella Mari Elorrieta también prestó declaración ante la Fiscalía. Dijo que la última vez que habló con su hermano fue el 7 de julio. Que le contó que iba a intentar visitarlos en Monte Caseros, la ciudad correntina de la que era oriundo, pero “que estaba corto de plata porque le habían aparecido unos prestamos que él no había sacado. Eran varios prestamos chicos que representaron un montón total de 100 mil pesos y que iba a averiguar en el banco quién los había gestionado”.
Desconfiando lo que sucedía y luego de comunicarse con Lourdes, Sthella Mari llamó a la comisaría de Roldán preguntando si había alguna denuncia por averiguación de paradero sobre su hermano. Le respondieron que no. Pero le dijeron sobre el accidente de su sobrino con el auto. Entonces le pidió a su pareja que se comunicara con Mercedes haciéndose pasar por un compañero del gendarme.
“Cuando Leandro le preguntaba a Mercedes por Gustavo decía que no lo había visto desde el 12 de junio, cuando cumplió años su hija menor. Que había dejado el auto ahí y que se fue a Buenos Aires en colectivo. También dijo que si quería más información se comunique con dos compañeros de Gustavo. Mencionó que tenía mala relación con él, que su hijo Alex se quiso suicidar en varias oportunidades desde que se enteró que su padre tenía otra familia y otro hijo. Leandro le volvió a preguntar si lo había visto y cambió el relato. Dijo que dejó el auto en su casa y que no lo vio”. Tras eso Sthella Mari decidió con su hija publicar en Facebook la foto de su hermano desaparecido.
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Entre otros testimonios que aportaron a la causa está el de un camarada de Elorrieta radicado en Roldán que indicó que el 20 de julio (Mercedes) le mandó “audios por WhatsApp” que él le reenvió a su esposa. “Me contaba que se enteró que Gustavo había sacado créditos, que había prendado el auto e intentado vender la casa, que todo eso lo había averiguado una abogada de Acción Social de Roldán”. Y contó que con su esposa fueron a ver a Mercedes.
“Nos comentó lo mismo que nos había dicho por audios. Nos dijo que el último día que había visto a Gustavo fue el 12 de junio, día del cumpleaños de su hija; que había venido, estuvo una o dos horas y se fue. Y de ahí no lo vio más, que no mandó mensajes ni nada. Mechi me contó que ellos ya estaban separados, que todo había cambiado y que Alex le había secuestrado información al padre y que la tenía en un disco rígido porque se dio cuenta que tenía un hijo en Entre Ríos a quien le giraba 80 mil pesos por mes. Que por eso Alex estaba deprimido y con tendencias suicidas. Alex siempre admiró mucho a su padre. Ese día Mechi me comentó que había ido a sacar plata de una cuenta de ahorros que tenía con Gustavo y se dio cuenta de que Gustavo había hecho movimientos, que había sacado dinero. Vi que el último movimiento era de 100 mil pesos pero no le presté mucha atención, y que le había dejado 3.500 pesos en la cuenta”, explicó el compañero de Elorrieta.
Tres testimonios
Hubo otros tres testimonios que orientaron hasta aquí la investigación por el crimen del gendarme Gustavo Elorrieta. Uno, el de la novia de uno de los imputados, una joven embarazada de seis meses que escuchó que en la casa de Mercedes se hablaba de matar a Elorrieta. Un remisero que declaró que Mercedes lo llamó luego del 10 de julio para realizar varios viajes y aprovechó para tirar bolsas de consorcio en varios contenedores de Roldán y Rosario cuando aún no era pública la desaparición del gendarme. Y la de un pibe de 17 años, apodado “Chano”, que contó que fue convocado por Alex y otros de sus amigos el 12 de julio para manejar el Vokswagen Bora gris del gendarme.
“Me pasaron a buscar por calle Echagüe y la ruta a las 16.15 o 16.30. Cuando subí al auto me convidaron con marihuana, tenía olor a flores. No parecía nada raro”, relató el joven. También indicó que sólo identificó a Alex y que al resto de quienes estaban en el vehículo no los conocía. Eran cuatro en total. “El que estaba de acompañante mío fue el que me dijo dónde ir”, resaltó el muchacho antes de trazar de memoria el recorrido hasta la estancia abandonada. “Me hicieron frenar dejando el baúl para el lado de los pastizales. Se bajaron los tres, abrieron el baúl y yo me quedé adentro del auto. No sé que hicieron. Dejaron el baúl abierto. Diez minutos habrán estado. No llegué a ver si sacaron algo, no escuché nada. Sólo que murmuraban entre ellos. Por lo que escuché, uno de ellos al menos pasó para el lado del pastizal. Antes de subirse al auto el que iba atrás tiro un par de guantes de látex”, explicó Chano.
“Luego cerraron el baúl, se subieron, me dijeron que siga por donde veníamos. Ahí me coleó el auto y recuerdo que lo enderecé con el freno de mano. De ahí no me acuerdo de nada, ni de haber chocado. Me levanté en un campo cerca del parque industrial. No sé como llegué ahí. Recuerdo que me desperté como a las 17.15 porque le mandé un mensaje a una amiga. Estaba solo y el auto no estaba. Arranqué a caminar, me orienté por el parque industrial y por la A-012. Cuando iba caminando me sentía mareado, pero seguí igual. Me fui a tomar un café al bar que está enfrente de la comisaría”, relató el joven.
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Tras la audiencia del martes, en la que Sthella Mari dejó constancia de que quiere la tenencia de su sobrina de 11 años, la familia Elorrieta viajó a la ciudad correntina de Monte Caseros donde nació y fue sepultado.
“Cuesta creer el motivo por el cual llegamos hasta aquí, pero las vueltas de la vida parece que así lo quisieron. Has dejado un gran vacío que nadie llenará, tu partida sin dudas ha golpeado fuerte al curso, a la promoción, familiares, amigos y compañeros. Ojalá puedas sentir todo el afecto con que te despedimos, te lloramos y sobre todo te extrañamos, esperamos también que hayas encontrado la paz que buscabas. Nunca vamos a comprender lo inexorable de la muerte y más aún la tuya. Rogamos por tu descanso eterno y a familiares, amigos y compañeros que reciban la fortaleza para sobrellevar tu partida”. Así los despidieron sus compañeros de la promoción 59 de oficiales de Gendarmería Nacional.