Como instructor de artes marciales, Flavio José Conde era parte de una cultura que se destaca por no emplear la violencia salvo que la necesidad de defenderse lo torne inevitable. Sin embargo una fatídica mañana de marzo de 2019 hizo todo lo contrario: según quienes estaban entonces en un after del barrio de Pichincha, el profesor de taekwondo de 54 años buscó incansablemente problemas hasta que terminó matando a balazos a un joven taxista de 25 años.
Teniendo en cuenta el contexto de un episodio tan absurdo como trágico, ayer al comienzo del juicio oral por el crimen de Matías Rafaelle el fiscal de Homicidios Luis Schiappa Pietra pidió para Conde 26 años de prisión por el delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego y la portación ilegal del revólver.
Si bien desde el momento de ser imputado Conde negó haber cometido el crimen y no entender de qué se lo acusaba, muchos testigos coincidieron en sus relatos sobre lo ocurrido sobre las 8 de la mañana del domingo 17 de marzo de 2019 en Oktubre, un minibar que funcionaba como after en Balcarce 7 bis. Al menos tres personas indicaron que el instructor de taekwondo estaba molestando a los clientes hasta que el encargado del lugar hizo que se retirara.
La situación molestó al acusado, que momentos después de salir regresó al local y pateó la puerta requiriendo que lo dejaran entrar a buscar cosas suyas que habían quedado ahí. Otra vez adentro, volvió a discutir con algunos presentes hasta que la bronca se focalizó con Matías, quien horas antes había terminado su turno como taxista y pretendía terminar su jornada laboral tomando algo con amigos.
Al parecer el joven le reprochó a Conde que su conducta no era la apropiada para un profesor de artes marciales. “Tanto que sos quinto dan y estás haciendo eso”, contaron que le recriminó antes de que la pelea pasara de las palabras a los puños. Fue entonces que en medio del forcejeo el profesor de taekwondo redobló su apuesta a la locura y sorprendió sacando un revólver de un bolsillo de su pantalón. De los seis disparos que hizo dos alcanzaron en el abdomen a Matías, que murió esa tarde en el Hospital Clemente Alvarez. Otros parroquianos lograron desarmar al agresor y retenerlo hasta que llegó la policía.
Al ser imputado días después Conde dijo haber estado en el lugar y explicó el problema en que los parroquianos se pasaban su guitarra entre ellos sin saber tocar. Luego negó haber hecho lo que consideró como “una aberración. Nunca tuve un arma ni nada por el estilo, Sinceramente no tengo claro cómo se dieron las cosas”, declaró.
En el juicio iniciado ayer el fiscal hizo hincapié en la formación del instructor, que pregona todo lo contrario a la conducta que le achacó. Al justificar el pedido de una pena tan elevada evaluó, además, el “tremendo dolor” causado a la familia de un muchacho que “nunca había tenido problemas con nadie”.
En tal sentido presentó a varios testigos que contaron que a Matías le gustaba la música, el arte, viajar y conocer lugares. “Todos lo adobaran, fue una pérdida terrible”, graficó el fiscal a este diario. “Declaró el padre, que le dijo al acusado que cómo pudo haber hecho algo así con un pibe que podría haber sido su hijo”, comentó Schiappa Pietra.
Sobre la conducta del acusado, indicó el fiscal en función de la investigación, “estaba insoportable: quería pelear con todos los presentes. Y para colmo era profesor de taekwondo, tenía una formación y una cultura por la cual sabía que debería haber evitado lo que hizo. Y sin embargo hizo todo lo contrario”.
El debate ante el tribunal oral conformado por los jueces Hebe Marcogliese, Patricia Bilotta y Gustavo Pérez de Urrechu culminará hoy con los alegatos de clausura y, según el cronograma de la Oficina de Gestión Judicial, el próximo lunes se conocerá el veredicto.