Por segunda vez en una semana una comerciante de Gorriti al 5700 fue objeto de una extorsión a manos de una banda de usureros, esta vez de intereses nacionales. El jueves pasado cuatro colombianos fueron detenidos en inmediaciones del negocio y acusados como coautores por el delito de usura crediticia agravada por habitualidad o profesionalismo. El martes la historia volvió a repetirse cuando efectivos de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE) monitorearon una entrega controlada ordenada por el fiscal David Carizza, de la Agencia de Criminalidad Organizada. A partir de esa entrega fueron detenidas cuatro personas, dos de ellas mujeres, y se allanaron dos domicilios en barrio Triángulo y en San Francisquito, en inmediaciones del Mercado de Productores. En los procedimientos se incautaron 280 mil pesos, dos armas de fuego, una máquina de contar billetes y dos autos, entre otros elementos de interés para la investigación.
La difusión pública de distintos casos de violentas extorsiones a manos de usureros colombianos y sus pistoleros, motivó en los últimos días que varias personas que estaban siendo amedrentadas realizaran denuncias en la Fiscalía Regional Segunda. El viernes pasado el fiscal Carizza acusó a un grupo de colombianos (Gilnardo Antonio G.F., Fader Alexander G.L., Christian Camilo P.H. y Jairo Andrés R.M.) por “haber desempeñado la usura crediticia en forma profesional o habitual como ocupación estable, aprovechándose de la situación de necesidad, carencia e inexperiencia” de las víctimas, que quedaron colocadas en una situación de “ahogamiento económico financiero”. Esta gavilla actuó al menos desde marzo de 2020 hasta la semana pasada.
La actuación de estos colombianos (hay otros que fueron detenidos previamente, aún no se sabe si operan para el mismo grupo) se conoció públicamente a partir de la denuncia de una comerciante de Gorriti al 5700 que era hostigada por el grupo de usureros. Luego de contraer un crédito inicial por 50 mil pesos, a pagar con el doble de dinero, la deuda escaló hasta 1.200.000 pesos. Una suma que le era imposible de afrontar en los pagos diarios convenidos. El mecanismo, según la investigación, consistía en ofrecerle nuevos préstamos para saldar parte de los anteriores, de manera que siempre quedaba atada a la red de usura.
De acuerdo a lo ventilado en la audiencia imputativa a la comerciante los usureros colombianos le ofrecieron a esta mujer un préstamo personal de 50 mil pesos, que debía devolver en un mes y seis días con la suma de 100.800 pesos: Es decir un interés del 2.82% diario. La vecina devolvió 95.200 pesos en 34 cuotas. Cuando le quedaba por saldar una deuda de 5.600 pesos se presentó Fader Alexander G.L. y, “mediante amedrentamientos”, le ofreció refinanciarla. El colombiano le dijo que “no quedaba otra”, que “su patrón era duro” y que “en Colombia a los que no pagaban les quemaban las casas”. Así, ese remanente se convirtió en una nueva deuda a pagar en 50 cuotas diarias de 4.260 pesos por un total de 214 mil pesos.
Días después se presentó el padre de Fader, Gilnardo G. F., y le ofreció a la mujer un nuevo crédito de 50 mil pesos. Debía pagarlo en 36 cuotas de 2.800 con la condición de que, con parte de ese dinero, “achique” la deuda con su hijo. La comerciante aceptó y esto le generó dos compromisos diarios con padre e hijo por un total de 7.080 pesos. Como no pudo cumplir con esa exigencia, más adelante Alexander le presentó a otro prestamista: Camilo P. H. Este le ofreció un nuevo préstamo por 40 mil pesos a abonar con 66 mil en treinta cuotas diarias de 2.200.
Una vez más, con la condición de usar parte del dinero para reducir las deudas anteriores. Y así la mujer quedó atada a una cadena de deudas donde le debía “4.260 pesos diarios a Alexander, 2.800 a Antonio y 2.200 a Camilo”. Una vez más, no estuvo en condiciones de afrontar esos pagos. Entonces llegó el quinto ofrecimiento. Gilnardo Antonio le entregó 50 mil pesos a pagar con 100.800 en 36 cuotas diarias.
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Y no hubo cinco sin seis, así Camilo introdujo entonces a Jairo Andrés R. M., quien generó un nuevo crédito de 60 mil pesos a devolver en 30 cuotas de 3.560, siempre con la condición de achicar parte de las deudas anteriores. La última presión llegó en diciembre, cuando Gilnardo refinanció la deuda por última vez con “tres cartones de 150 mil pesos cada uno, a devolver en 50 cuotas diarias de 4.260 pesos cada cartón”, es decir por un total de 213 mil pesos cada uno.
En enero llegó la amenaza: que pagara la deuda o le iban a quemar la casa. El lunes 18 la comerciante hizo la denuncia que derivó en la detención de los cuatro acusados por actividades de usura.
Made in Argentina
El martes por la tarde la cuadra de Gorriti al 5700 fue escenario una vez más de una entrega controlada en la que efectivos de la TOE montaron un operativo cerrojo vestidos como vecinos y peatones. Todo a partir de otra denuncia formulada por la misma comerciante, esta vez contra una banda de usureros de capitales nacionales.
Esta vez la mujer indicó que había contraído una deuda de 20 mil pesos que se la habían financiado en 6 cuotas de 6 mil pesos. Al llegar al pago de mas de la mitad de dicha deuda se la volvieron a refinanciar a 7 cuotas de 21.500 pesos. Otro círculo vicioso. Así el fiscal Carizza ordenó el martes que se montara un operativo a la espera de la llegada de los cobradores.
Fue entonces que los efectivos de TOE detuvieron a Teresa Alicia F., de 49 años; Rodrigo D., de 29; Angel Enrique A., de 51; y Sandra C.; todos de nacionalidad argentina, como sospechosos de ser parte de una una banda dedicada a otorgar préstamos informales a tasas usurarias que luego se cobran en forma violenta.
Una vez que los cuatro fueron detenidos, el fiscal Carizza gestionó órdenes de allanamientos para domicilios ubicados en Sanguinetti al 5300, en barrio Triángulo, y Cafferata al 2800, en inmediaciones del Mercado de Productores de Rosario, en la barriada de San Francisquito.
En los lugares allanados fueron incautados 280 mil pesos, un revolver calibre 22, una pistola Colt 25 Vest Pocket (que puede ocultarse en la palma de la mano), un posnet, una máquina de contar billetes, un Ford K y un Peugeot 206.
Este jueves, en principio, se realizará la audiencia imputativa. Entonces se conocerá si las bandas de colombianos y argentinos estaban conectados; y si la comerciante recurrió a un a nueva línea de crédito informal para oxigenar sus deudas con los colombianos.