Veinte horas después de que Javier Hernán Búfalo Gómez fuera asesinado a balazos en el cruce de las calles España y Ceibo, en el barrio 17 de Agosto, otro joven fue acribillado a tiros muy cerca de allí. Fue en inmediaciones de España y Pasaje 507, donde poco después de las 21 del jueves cayó abatido Alexis Emanuel Puflito Cabañas, de 21 años, quien volvía caminando a su casa tras asistir al velorio de su amigo Búfalo. El muchacho, dicen las fuentes, fue emboscado por dos hombres en moto que le asestaron cuatro disparos: uno en la rodilla, dos en el cuello y uno en la espalda. Hasta enero pasado Cabañas estuvo pagando una condena a 8 años de prisión en la cárcel de Riccheri y Zeballos, pero quebrantó una salida transitoria y no regresó a prisión. Por eso tenía un pedido de captura activo.
Esta no es la primera vez que Puflito tiene una mención en las crónicas policiales de La Capital. En noviembre de 2008, cuando tenía 17 años, fue detenido y acusado de haber baleado a Walter Ezequiel Wally Romero, de 21 años, para robarle la moto. Ese hecho ocurrió la noche del 28 de octubre de 2008 en la plaza ubicada en Buenos Aires y pasaje Holmberg. La víctima no pudo volver a caminar.
Tres días después de aquel sangriento robo, Puflito fue detenido cuando circulaba con la Yamaha Crypton que le había robado a Romero. Fue en inmediaciones de Moreno y Pasaje 518. Junto a él viajaba Héctor Miguel Gómez, un muchacho de 29 años que era hermano de Búfalo y que también terminó su vida acribillado a balazos meses atrás. En su casa, entonces, la policía había encontrado el cubreasiento de la Crypton que le robaron a Romero.
De todos los días. "No sé que pasó. Acá los disparos son cosa de todas las noches. Los pibes del barrio viven así", dijo escuetamente una doña del barrio 17 de Agosto que vive a pocos metros de donde la noche del jueves cayó agonizante Alexis Emanuel Puflito Cabañas. Una enorme mancha de sangre sobre el pavimento, a metros del cruce de España y Pasaje 507 y a una cuadra de la plazoleta María Curie, quedó como testimonio del lugar donde cayó Puflito.
Los hermanos Gómez y Puflito Cabañas tenían en común no sólo el barrio en el que nacieron y vivieron sino también los códigos aprendidos en las calles y tras las rejas, donde los tres pagaron el haber quebrantado las leyes penales. Y los tres fueron asesinados en una saga donde los nombres, apellidos y apodos se repiten. Algunas veces como verdugos y otras como víctimas.
A Búfalo Gómez lo asesinaron a balazos unos minutos después de la medianoche del miércoles, en España y Ceibo. El relato de su crimen fue la tapa de esta sección en la edición de ayer. A partir del mediodía del jueves su familia comenzó a velarlo en la misma casa en la cual vivió y entre quienes asistieron a despedirlo estuvo Puflito Cabañas. Fue la noche de anteayer cuando el muchacho llevó sus condolencias a la familia Gómez. Tras ello empezó a caminar hacia su casa, pero en Pasaje 507 y España fue emboscado y asesinado. Habían pasado 20 horas de la muerte de su amigo.
Emboscado. La secuencia del crimen depende de quien la cuente, aunque siempre lo hacen en voz muy baja. En ese marco, y por los comentarios, se pudo inferir que Cabañas no andaba desarmado por la vida, más regresando del velorio de Búfalo. Entonces dos jóvenes en una moto lo emboscaron para matarlo y el muchacho se habría resistido a los tiros. Algunos se animaban a indicar que a Puflito lo corrieron desde España y Arrieta, unos cien metros, hasta donde lo alcanzaron y lo remataron.
Mientras el olor a pólvora y muerte flotaban en el barrio 17 de Agosto, dos hombres y una mujer cargaron a Cabañas en un auto gris que sería un Chevrolet Corsa o un Suzuki Fun, y lo llevaron a la guardia del hospital Roque Sáenz Peña. Un centro asistencial que a esa hora no había logrado reponerse de los feroces disturbios que sucedieron después de la medianoche del miércoles tras la muerte de Búfalo. Las tres personas entraron a la guardia de atropellada cargando el cuerpo de Puflito y lo dejaron ahí. Nada pudieron hacer los médicos. El muchacho ya había muerto. Y otra vez se desató el escándalo en el hospital, lo que llevó a que se clausure la guardia y se monte una fuerte presencia policial.
Nombres y apodos. A diferencia del crimen de los hermanos Gómez, en el caso de Puflito nadie mencionó los apodos de los sicarios, aunque en momentos de violencia extrema la sombra de los sospechosos de siempre todo lo cubren. Vale la pena destacar que en el marco de la investigación del asesinato de Héctor Gómez, ocurrido el 20 de julio pasado, está detenido y procesado Sergio Ramón Pototo Portela, de 21 años (ver aparte). En tanto, en la pesquisa por el crimen de Búfalo Gómez se mencionaron dos apodos: uno de ellos el de Satanás, un pibe de 17 años amigo de Pototo que ya estuvo mencionado en al menos tres asesinatos. En el caso de Puflito, por el momento, nadie abrió la boca.
"Es muy poco lo que hay judicializado en los dos casos (Gómez y Cabañas). La hostilidad hacia la policía de la subcomisaría 19ª y de la sección Homicidios fue total de parte de los vecinos y familiares de las víctimas. De hecho, la chica que acompañaba a Búfalo Gómez cuando lo mataron aún no apareció. Y usted sabe como es. Lo que no está escrito en el expediente no existe. Otro detalle, las tres personas que llevaron a Cabañas al hospital desaparecieron antes de que les pudieran tomar sus datos", explicó una fuente de la investigación, en manos del juez de Instrucción Juan Andrés Donnola, quien también actuó en los cuatro asesinatos en los que está vinculado Pototo Portela.
Si bien las líneas de amistad y enemistad en algunos barrios suelen estar claras, en lugares como el 17 de Agosto o Las Flores no siempre las reglas matemáticas son aplicables a rajatabla. Uno más uno puede no dar como resultado dos. Pero, como dice el axioma popular, "es difícil que te puedan cambiar lisa por rayada".