Una mujer embarazada está internada en estado de gravedad después de haber sido atacada a balazos el lunes por la noche en la esquina de Alvear y Presidente Quintana. "Le tiraron a matar", aseguró su madre a La Capital mientras aguardaba un nuevo parte médico en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez. Lo que se sabe hasta el momento es que dos hombres que iban en moto la interceptaron en la calle y gatillaron directamente contra ella.
Cerca de las 21 del lunes María Ayelén Díaz, de 33 años, caminaba con su hijo de 14 años y un joven de 19 por Alvear al 3900, barrio Matheu. Volvían de comprar supremas, papas y huevos para cenar, estaban a unos cincuenta metros de la casa de ella cuando al llegar a la esquina de Presidente Quintana fueron sorprendidos por dos hombres en moto. Sin mediar palabras el acompañante apuntó a María y le pegó siete balazos.
Segundos antes del ataque el hijo de la mujer se asustó porque pensó que le iban a robar su gorra. Pero lo que les esperaba era mucho peor. El que iba en la moto como acompañante se bajó, caminó unos pasos en dirección al trío y cuando tuvo a María Ayelén de cerca le gatilló. En el mismo ataque el chico de 19 años que estaba con ella recibió un disparo en el pie, mientras que el menor resultó ileso.
La secuencia fue reconstruida por Graciela, la madre de María Ayelén, con lo que pudo saber de parte de quienes quedaron a cargo de la investigación. "Le tiraron a matar", contó la mujer a La Capital mientras aguardaba un nuevo parte médico en la sala de espera del Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca), adonde la mujer había sido trasladada por un automovilista que pasó por el lugar.
Junto a Graciela esperaban las novedades otros dos hijos de María Ayelén, un nene de 11 años y una joven de 18. Para media mañana del martes estaban al tanto de que el panorama era complicado. "La pusieron en coma farmacológico para mantenerla con vida", contó la madre de la víctima. Desde el Heca las autoridades confirmaron esa información y manifestaron estar a la espera de la evolución de la paciente, cuyas heridas de gravedad son las que le afectaron el abdomen y la ingle en la zona de la arteria femoral.
María Ayelén estaba viviendo con su padre en una casa de Alvear al 3800 y cursa un embarazo reciente. "No sabemos de cuántos meses porque todavía no se había hecho el control. Me había pedido que le saque un turno", contó su madre. Los médicos le informaron que hasta el momento no había perdido el embarazo.
La zona
En la esquina donde ocurrió el hecho hay dos cámaras vigilancia que pudieron captar algunas imágenes y son parte de la investigación que llevan adelante el fiscal Gastón Ávila y el gabinete criminalístico de la Agencia de Investigación Criminal (AIC). En el lugar los peritos juntaron seis vainas servidas de calibre 9 milímetros, mientras que sobre la calzada quedaron las marcas de sangre incluso en las huellas de los pies de las víctimas como rastro del camino que trazaron en busca de auxilio.
En tanto, en el vecindario lo que quedó fue la conmoción por el ataque contra una persona conocida en esa cuadra. "Todavía nos dura la adrenalina", contó un comerciante. "Estábamos adentro y cuando escuchamos los tiros ni salimos, media hora después nos asomamos y ya no había nadie", agregó el hombre.
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Todos los vecinos consultados por La Capital coincidieron en que ese sector del barrio Matheu se vivían días tranquilos. En un contexto donde ya es habitual tomar medidas de precaución sobre todo por los arrebatos callejeros, el parámetro de la calma barrial es la ausencia de hechos violentos como balaceras o ataques como el de este lunes.
"Igual se escuchan tiros cada tanto, pero siempre viene de las villas Moreno y Centeno", describió un vecino en referencia a los barrios linderos con los que considera que existe alguna diferencia. Este martes trascendió un conflicto a pocas cuadras de distancia que una vecina de Moreno al 3800 está atravesando con un grupo autodenominado "La mafia".
"Tenés 48 para dejar la casa o plomo. Ate: La mafia", dice el mensaje escrito con birome que apareció en la vivienda que habitan dos hermanos y una mujer. Las amenazas incluyeron una balacera ocurrida el domingo pasado, según contó una de las víctimas a Radio 2. Explicaron que dos personas llegaron en un auto y que, cuando un cliente se fue del kiosco que tienen en la casa, dispararon varios balazos. El trasfondo, aseguraron, está vinculado a un intento de desalojo para instalar allí un punto de venta de drogas.
Sin límites
Cada historia relacionada a la violencia urbana tiene sus características que la vuelve singular y grave, sobre todo para las víctimas o sus allegados. Pero hay ocasiones en donde queda la sensación de que los límites se corrieron tanto que ya no quedan. Como ocurre cuando son atacadas mujeres embarazadas o niños, situaciones que a la vez suelen desnudar entramados repletos de vulnerabilidades más allá del hecho en cuestión.
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Un caso testigo reciente es el asesinato de Sabrina Vanina Maturano, de 28 años, que llevaba un embarazo a termino cuando fue baleada en un asentamiento precario del barrio Nuevo Alberdi. En un principio la mujer sobrevivió al ataque pero murió doce días después, internada en el hospital Eva Perón, tras no reponerse a al menos 15 heridas de bala en distintas partes del cuerpo.
En una secuencia similar a la que este lunes dejó al borde de la muerte a María Ayelén Díaz, en esa ocasión Maturano caminaba con dos de sus cuatro hijos cuando fue acribillada desde una moto. Según pudo reconstruir La Capital, volvían de pedir ayuda en casas de la zona norte cuando los agresores los interceptaron después de pasar varias veces por al lado. La mujer se había instalado en Nuevo Alberdi luego de haber sido echada de la casa del barrio Ludueña en la que vivía. Estaba a una semana de dar a luz a su hija, que se iba a llamar Cristal y nació sin signos vitales tras una cesárea de urgencia.
En una situación de vulnerabilidad similar vivía Débora Celeste Andino, de 31 años, asesinada en enero de 2022 en su departamento del Fonavi de Viamonte al 7300. La mujer cursaba un embarazo de seis meses y estaba junto a dos hijas menores cuando el asesino ingresó por la fuerza a la vivienda y la atacó a balazos, provocando también heridas en una de las nenas.
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En el vecindario todos sabían que Débora vendía drogas al igual que lo hacía su hermano antes de ser detenido. Contaban que solía recibir algunos cargamentos que vendía en su departamento o en el ingreso de uno de los pasillos del complejo. Un caso que dejó a la vista el nivel de exposición de las mujeres que crían a sus hijos en un contexto de violencia ligada a la narcocriminalidad.