Hay lugares en la ciudad en los que parece que la cosa nunca mejora. El tiempo pasa, pero los vecinos son víctimas reiteradas de las mismas encerronas. Génova al 2000, una cuadra de 200 metros entre avenida Sabín y las vías que corren paralela a calle 710, podría ser tranquilamente un buen ejemplo. Varias balaceras hacia la boca de un pasillo ubicado al lado del puente ferroviario, con pocos días de diferencia, colocaron otra vez en agenda al lugar y sus circunstancias. Los vecinos cuentan su desgracia a quien los quiera escuchar. Relataron que el blanco del ataque es una modesta construcción en la que una mujer embarazada vende drogas todos los días 11 a 18. El viernes 21 de enero una moto pasó y disparó, y el martes los atacantes perdieron toda timidez y se metieron en el pasillo para disparar. El saldo de los ataques, según los vecinos, fueron cuatro hombres baleados y un perro herido.
Seis años atrás, una fría mañana de agosto de 2016, a 50 metros de ese lugar la policía encontró asesinado con un balazo en la cabeza y enterrado en un pozo ciego de un búnker de venta de drogas a Fabricio Zulatto, un pibe de 21 años que jugaba futsal en Newell´s. Dos personas fueron condenados a prisión perpetua por el crimen. El instigador Andrés Soza Bernard, un licenciado en comercio exterior que en 2008 había asesinado a su novia, y el ejecutor, el cartonero Omar Darío "Pilo" Motier, acusado de matar a Zulatto a cambio de 20 mil pesos.
Poco parece haberse modificado en Génova al 2000 y 2100 a lo largo de seis años. En el límite de Arroyito Oeste con Empalme Graneros, quizás cambió el color de alguna de las casas o el aumento del tráfico de vehículos por Génova. Pero el fuerte de las privaciones de los vecinos siguen estando y se sostienen en el tiempo. El asentamiento sigue estando sostenido por pocos vecinos “viejos” y muchos golondrinas que van migrando en búsqueda de un techo en los que puedan vivir sin poner en juego sus vidas y las de sus hijos.
Claro está que la zona no escapa a la media de la periferia rosarina y a los pesares le sumaron los aprietes vía mensajes por la red social WhatsApp o sencillamente “de cara”, que en la jerga es ir de frente sin ningún tipo de escrúpulo. Los vecinos explican que tienen miedo y que se sienten desamparados. La cuadra y el asentamiento están en escasos 800 metros de la subcomisaría 24ª, ubicada en Juan José Paso y Sabín, en el barrio conocido popularmente como el Toba de la zona noroeste. Los vecinos quisieron denunciar pero nadie quiere dejar sus datos en una denuncia contra un narco.
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“Si haces eso, sos boleta. Y acá todos tenemos familia”, explicó un residente. “No pedimos mucho. Que pongan un patrullero. Van a terminar matando a un pibito. Porque pasan y tiran no les importa nada”, indicó el hombre. Las otras alternativas en el menú de opciones policiales no les generan ninguna esperanza a los vecinos. La seccional 20ª, ubicada a 12 cuadras, está con atención reducida. No está cerrada pero no recibe denuncias. Todo lo que ocurra en Empalme Graneros es derivado a la seccional 12ª, de Solís y Casilda, a 24 cuadras de Génova al 2000, la comisaría de barrio Ludueña considerada como una de las peor vistas desde el Ministerio Público de la Acusación (MPA). La tercer alternativa es la 10ª, ubicada a 17 cuadras, una comisaría que el 16 de septiembre pasado perdió a seis de sus efectivos, entre ellos el jefe y uno de los subjefes, acusados de connivencia con la banda narco de los Ema Pimpi Sandoval.
Varios puntos barrio Ludueña, Empalme Graneros y Arroyito Oeste fueron atacados a baleados desde el viernes pasado. A los mencionados hay que sumarle una serie de balaceras en Génova al 2500, French y Matienzo, Felipe Moré al 500 y 600 bis, y Larrea al 600 bis, donde en una pilchería atacada en numerosas ocasiones dejaron una nota amenazante firmada “con la mafia no se jode”.
Víctima de un calvario
Fabricio Zulatto tenía 21 años y jugaba al futsal en Newell's. Trabajaba con su padre en venta de indumentaria. La tarde del martes 9 de agosto de 2016 salió de su casa de zona sur en su Volkswagen Gol Trend tras avisarle a su madre que iba a comprar un cargador para el celular y a almorzar con dos amigos. A las 15 le envió un mensaje por WhatsApp a su novia, que estaba en el exterior. Desde entonces se le perdió el rastro hasta que la madrugada del jueves 11 de agosto su cuerpo fue hallado enterrado en el pozo ciego de un desvencijado rancho donde los vecinos indicaron que se vendía droga, a unos 50 metros de Génova y calle 710. Fue víctima padeció un calvario hasta que lo asesinaron con un balazo en la cabeza.
Una semana más tarde, la noche del miércoles 17 de agosto, Soza Bernard fue detenido en la casa de sus padres. Estaba en libertad condicional tras haber sido condenado en 2010 por matar a su novia, Gabriela Núñez, el 5 de agosto de 2008 en la esquina del instituto de inglés de Sucre y Mendoza, donde cursaba la piba de 16 años. En mayo de 2019 el Tribunal Federal Oral 3 de Rosario lo condenó a seis años de prisión por comercio de drogas, una pena que unificada que con la del crimen de Núñez quedó en un total de 17 años de prisión efectiva.
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Tres meses más tarde, en agosto de 2019, Soza Bernard y el cartonero “Pilo” Motier escucharon la condena a perpetua en boca de los jueces Ismael Manfrín, Juan Carlos Curto y Gastón Becerra. Los jueces dictaron las penas que habían solicitado la fiscal Georgina Pairola y las abogadas querellantes Juliana Tagliatti y María Noel Severo, del Centro de Asistencia Judicial. Si bien aplicaron el agravante de la promesa remuneratoria, dejaron afuera el concurso premeditado de dos o más personas. La fiscal planteó que Soza Bernard le vendía drogas a la víctima y que en un plan movido por “la ira” le ofreció 20 mil pesos a Motier para perpetrar el crimen.
Para la fiscal, lo que habría motivado el ataque fue algún "comentario desafortunado" de la víctima: "En un momento en que Fabricio estuvo solo con Soza Bernard, en los cinco minutos que tardaron en trasladarse cinco cuadras, hizo un comentario que encendió la ira de Soza Bernard. Es una persona irascible, con algunas características que se habían evidenciado en el anterior crimen. Esto hizo que ponga en marcha el plan criminal”, explicó la fiscal al exponer su teoría del caso que terminó en condena a perpetua. En el rancho en el que fue hallado asesinato Zulatto, hoy reside una familia que, quizás, desconozca el oscuro crimen que se perpetró en el lugar.