Marcelo Nicolás “Fino” Ocampo tenía 38 años y era una rara avis en el hampa local. Era una persona sin grandes vicios. Esa particularidad lo llevó a ser la persona a la que Luis Medina, sindicado narco y empresario asesinado en el 29 de diciembre de 2013, puso al frente de la seguridad de la franquicia del boliche Esperanto en su efímero paso por la noche rosarina a mediados de 2012. Cuentan que Fino no tenía problemas en decir: "Yo era amigo de Luis (por Medina)". Pero muerto el rey, viva el rey. Tras el asesinato de Medina, Fino pasó de escudería y pasó a ser hombre de confianza de Esteban Lindor Alvarado y por ser parte de esa banda fue preso a principios de 2019. Ocampo acordó en proceso abreviado una condena a tres años de prisión efectiva en el que reconoció haber integrado una asociación ilícita comandada por Alvarado. En esa misma audiencia le otorgaron el cese de prisión por el tiempo que llevaba tras las rejas y en agosto pasado obtuvo la libertad condicional. Sin embargo, pocas horas después de aquella salida de la cárcel su casa de Ocampo al 6600, la misma donde fue ejecutado el viernes, fue atacada a balazos.
Este viernes había comenzado bien para Fino. Había recibido una Toyota Hilux 2012 tras un breve conflicto con un vendedor de autos usados. Pero pasadas las 15 lo bueno se convirtió en muy malo para él. En su chata “nueva” junto a uno de sus hijos, de 2 años y cuyo segundo nombre es Lindor tal cual su padrino Alvarado, estacionó frente a su vivienda de Ocampo al 6600.
“Fino era una persona muy despierta, muy atenta, muy vivo para ver la jugada; y se dio cuenta que lo iban a atacar cuando vio a su casa una moto con dos muchachos que no eran del barrio. Por eso trató de salir hacia adelante, pero había un montículo de arena, cuando dio marcha atrás chocó contra un Chevrolet Prisma estacionado y el sicario bajó de la moto lo ejecutó”, explicó una fuente allegada a la investigación. “Le disparó tres veces y lo impactó en el pecho. Tres disparos solamente. No le vació el cargador ni fue por un tiro de remate. Tres disparos, nada más. El tirador no es un pibito. Es un tipo de unos 40 años. Toda la ejecución fue captada por al menos cuatro cámaras que Ocampo tenía en su casa. El tirador ni se inmutó”, explicó el vocero consultado.
Fino no alcanzó a descender del vehículo. Se desmoronó sobre el volante ante el llanto desconsolado de su pequeño hijo, quien resultó herido con las astillas de los vidrios rotos. Fuentes callejeras indicaron que desde hace casi un mes existe en la calle el rumor de que las cabezas de los testigos contra Alvarado tienen precio. Un número que ronda el millón de pesos. Ese dato llegó a oídos de Fino, quien se comunicó con los fiscales pero no aceptó la oferta de una custodia permanente, como había tenido cuando su casa fue baleada. Ocampo estaba bajo el régimen de testigos protegidos bajo la modalidad de monitoreo telefónico. Es decir, varias veces en el día era consultado para que confirmara que todo estaba en orden.
El crimen del "Fino" motivó, casi como un acto reflejo y en día de visita, un allanamiento en la celda de Alvarado en la cárcel de Piñero. Hubo secuestro de celular a una mujer que visitaba a Alvarado.
Testigos en peligro
El 20 de abril del año pasado la camarista Carina Lurati confirmó la prisión preventiva del hoy condenado en proceso abreviado Claudio Tavella, histórico abogado del sindicado narco y hampón Esteban Lindor Alvarado. Dos días más tarde, cuando el abogado recibía otra imputación, los fiscales de la Agencia de Criminalidad Organizada y Delitos Complejos Matías Edery y Luis Schiappa Pietra rescataron de aquella audiencia un concepto de la camarista: tres personas tres personas que declararon en contra de Alvarado tuvieron represalias graves. La camarista se refería a Mariana Ortigala, hermana de uno de los principales testigos contra Alvarado; otro era Fino Ocampo, el primero en firmar una abreviado en el que reconoció la existencia de una asociación ilícita, asesinado este viernes frente a su casa de Villa Urquiza; y Leandro Suárez, quien tiene un negocio de venta de autos que fue atacado a balazos.
A este listado de personas atacadas en el marco de la causa Alvarado, hay que sumarle a Carlos Héctor Argüelles, señalado en audiencia imputativa por los fiscales Edery y Schiappa Pietra como testaferro de Alvarado, quien fue atacado a balazos cuando circulaba con su familia por Gaboto al 5500 el 30 de enero pasado. Argüelles, un mecánico de 46 años que se encargaba de “emponchar” y acondicionar autos de Alvarado, accedió a una morigeración de prisión preventiva en julio de 2019, que le permite circular por la calle en libertad. Por el ataque contra su persona hay dos detenidos. Alvarado está acusado como instigador del crimen del prestamista Lucio Maldonado y como jefe de la asociación ilícita a la que le atribuyen ataques intimidatorios a funcionarios judiciales y edificios del Poder Judicial.
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Fino cayó preso el 18 de febrero de 2019. Hasta ese momento en la calle se decía que se encargaba de hacer inteligencia para trabajos importantes del clan Alvarado y cobrar a incobrables. Algunos pocos lo apuntaron como uno de los sicarios de Alvarado. Todos coinciden que los últimos meses de su vida los pasó buscando un trabajo en blanco y viviendo al día, por lo que había montado una distribuidora de forrajes cerca de su casa. En las distintas audiencias en las que se lo mencionó, dentro de los expedientes abiertos sobre Alvarado y su banda mixta, se lo hizo en el tenor de ser la mano derecha del hampón surgido de la zona oeste.
En el contexto de los ataques contra blancos judiciales, a Fino se le atribuyó haber prestado colaboración esencial para desviar la investigación sobre un ataque a balazos contra la vivienda de empleada del Ministerio Público de la Acusación en Rioja al 500 el 31 de enero de 2019. Un plan que puso en marcha Alvarado, que consistía en sembrar culpables falsos a partir de la incorporación en la causa teléfonos mellizos y datos falsos, para tratar de evadir la acusación con pena estimativa de perpetua por el asesinato de Maldonado. Ocampo fue la primera persona que en proceso abreviado, tres de prisión preventiva, aceptó haber sido parte de una asociación ilícita comandada por Alvarado.
Vínculos en el tiempo
En la nota de la edición impresa de La Capital en la que ayer se dio cuenta del asesinato de Nicolás Fino Ocampo se indica que personas que pertenecieron al grupo criminal de Esteban Alvarado sufrieron atentados a balazos. Se menciona a Rodrigo Ortigala en esa situación, quien no fue atacado pero sí su hermana, Mariana, que en marzo de 2020 fue blanco de una balacera con 27 disparos frente a su vivienda de Roldán.
Mariana Ortigala se comunicó con este diario para hacer constar que nunca su hermano perteneció de ninguna forma al entorno de Alvarado sino que fue víctima de una amenaza extorsiva por la cual tuvo que ceder una vivienda, lo que también consta en la nota. Tal cosa es cierta y es parte de los delitos atribuidos a la organización de Alvarado. No obstante, fuentes judiciales ratificaron ayer que Ortigala tuvo conexiones con el entorno de Esteban antes de que se produjera el hecho extorsivo que efectivamente sufrió.