Los tres principales imputados en una causa por una trama de extorsiones al dueño de una cadena de loterías de Rosario, entre ellos el condenado como jefe de Los Monos Ariel “Guille” Cantero, pidieron declarar este miércoles en la audiencia imputativa por el caso. Lo hicieron luego del revuelo institucional que causó la exhibición por parte del fiscal Pablo Socca de intercambios de mensajes entre su colega Matías Edery y dos mujeres imputadas que serían sus informantes. Los tres tomaron distancia de las acusaciones y cuestionaron rasgos de la investigación. Los fiscales terminaron denunciando a Edery por delitos de acción pública.
Una de las que declaró fue Lorena Córdoba, ex pareja del fallecido capitalista de juego ilegal de Rafaela David Perona, que está imputada en este caso. La mujer habló de un “revés entre fiscales” al referirse a los mensajes de carácter íntimo que supuestamente intercambió por WhatsApp con un contacto que sería Edery: “Yo estoy acá porque me acusan de una extorsión. De las cuales cuando se me da lugar para hacerme preguntas ninguna estaba relacionada al motivo por el cual estoy sentada acá. Mas allá de eso hoy mostraron unas capturas que yo desconozco. Todavía no sé el motivo ni las procedencia de esas capturas. Al señor Edery no lo conozco, no lo conozco personalmente”.
“Esto da lugar para que investiguen si existe una relación, debería haber más prueba de un supuesto encuentro. El fiscal dijo que yo tenía una relación amorosa, para que eso exista yo tendría que tener un encuentro. Así hubiese existido esa conversación, para que exista una relación se tienen que conocer físicamente. Más allá de eso veo que se convirtió en un show por fuera del motivo por el que estamos acá”.
Palabras de Mariana
La exposición más extensa corrió por cuenta de Mariana Ortigala, ex colaboradora del empresario narco Esteban Alvarado que tras declarar en su contra en el juicio y sobrevivir a un atentado con más de treinta disparos en marzo de 2020 buscó protección en Los Monos. Está acusada de haber actuado como testaferro de Guille por tener más de catorce propiedades a su nombre que, se sospecha, podrían ser fruto del lavado de activos.
Además el fiscal la acusó de haber participado junto a su marido, Sebastián Felipe, de aprietes al dueño de la agencia de loterías El Califa, Cristian Q., cuando entrenaban en el gimnasio La Estación, de Fisherton. El empresario denunció que el marido de Ortigala lo abordó y le dijo: “Me manda la mafia y tenés que pagar 1,5 millón de dólares. Si no lo hacés te vamos a denunciar a la Afip, entre otras cosas”, a lo que él le respondió contestó que “era un gil, que lo iba a meter preso y que no sabía con quien se metía”. Según la denuncia, de los aprietes también participó la imputada Lorena Córdoba, que se presentó en algunas sucursales de la agencia a reclamarle dinero.
“Siempre estuve a disposición de la Justicia, me encomiendo como siempre a las autoridades para que se investigue”, abrió su declaración Ortigala, quien negó pertenecer a una organización criminal. “Lo primero que quiero decir es que yo no soy ni fui de la banda de Esteban Alvarado. Jamás. Yo lo conocí a Esteban Alvarado en el año 2011 en el marco de gente que íbamos a comer al río y tuve una pequeña relación con su mujer hasta que mi hermano cometió el error de tener una relación con ella y ahí se separaron nuestras vidas”, añadió.
“Nunca tuve una causa con él, ni con él ni con gente de su banda, yo era inclusive amiga de él cuando lo quiso matar a mi hermano, cuando le sacaron su casa, cuando intentó matarlo a mi marido, citándolo que él reparaba aires acondicionados y lo citó dos veces para matarlo”, dijo Ortigala, quien recordó sus aportes en la causa que el año pasado terminó con la condena a perpetua Alvarado: “Gracias a la declaración mía y de mi hermano se pudo terminar con una banda con policías y funcionarios, se pudieron decomisar más de cien propiedades, autos. Se pudo constatar que todo lo que yo había denunciado durante diez años y nunca me habían dado oportunidad o lo habían archivado”.
Tras recordar los graves perjuicios que le causó el atentado con 35 disparos en el frente de su casa _”ese día morí, perdí mi auto, mi casa, mi vida social”, dijo_, dar cuenta de sus estudios de la carrera de abogacía y repasar los trabajos que realizó a lo largo de catorce años, explicó que cambiaba frecuentemente de chip telefónico a partir de amenazas que dice recibir redes sociales. “Dice el fiscal que nunca en su vida vio una persona contar con 400 chips. Yo no sé cambiar un chip. Yo vendí mi celular a una chica que lo usaba para activar todos los teléfonos de su negocio”.
“Si hubiese tenido tantos lazos como dice el fiscal con la delincuencia habría contratado a una persona que por dos pesos le habría dado _dijo en alusión a Alvarado_ y lejos de eso durante dos años lo denuncié”, se defendió. “Les pido que humanamente se pongan un poquito en mi lugar yo soy una mujer que nunca agarré un arma, nunca robé, nunca vendí drogas, nunca maté”, añadió. También explicó que su vínculo con Lorena Córdoba se inició a partir de un asesoramiento jurídico que no le cobró y dijo que durante un tiempo alojó en su casa a la mujer, viuda del “zar del juego” clandestino de Rafaela, David Perona, cuando “pesaba cuarenta kilos, no tenía dinero y no tenía dónde vivir”.
Al referirse a la denuncia de Q., apeló al contragolpe: “El señor Q. Mide 1.90, es casi físicoculturista. En el gimnasio si bien es muy grande él resalta. Tiene una personalidad imponente, llegaba en un auto Mercedes o un auto importado negro. No tuve mucha relación como él declara, pero este señor hacía alardes de que tenía contactos policiales y de que se juntaba con la gente de Central”.
“No me entra en la cabeza cómo este señor dice que está siendo amenazado por Guille que supuestamente es el mafioso número uno, se le planta y lo denuncia, se dejaría amedrentar por mi marido. Es el gimnasio al que voy desde hace diez años, me conoce todo el mundo, hay cámaras en todo el gimnasio, ¿cómo va a ir mi marido a amedrentarlo a él?”, planteó.
Ortigala admitió que le sacó fotos al denunciante en el gimnasio: ”Cuando dice que le sacan es verdad. Es verdad. Yo le saque fotos y las mande a fiscalía y ya en ese momento lo denuncié al señor Q. porque su trabajo era ilícito. El llegaba con un bolso inmenso y cambiaba cheques adentro del gimnasio a policías y a otras personas. Todos los días alrededor de las 19 llegaba un muchacho con un bolso gigante de dinero y lo guardaban en el auto. No creo que sea la recaudación de una quiniela normal”. Dijo además que la víctima tiene “un montón de contactos en la policía y en la política”.
Con respecto a las propiedades, dijo que llegó a administrar ochenta inmuebles con alquileres y subalquileres temporarios: “No es que tengo mi trabajo para que la gente de Guille vaya a vivir. Lejísimo de eso, he tenido una chica que trabaja, albañiñes, he trabajado muchísimo con estudiantes, al ser un sistema temporario se presta a cosas de las que soy ajena”.
Por último, habló de su relación Guille Cantero, a quien comenzó a visitar en la cárcel desde hace menos de dos años a partir de su amistad con la pareja del condenado como gente de Los Monos: “Con nosotros es muy cariñoso, jamás Guille me dijo que vaya a cometer un ilícito, en las visitas no se habla de delito”. Dijo que ella consiguió una profesional que realizó una pericia psiquiátrica de Guille y que, al leerla, lloró.
“Nosotros como sociedad estamos todo el tiempo juzgando. Hay muertes todos los días, balaceras, pero el Estado no está abarcando el problema desde la raíz. Me largué a llorar por la vida que tuvo él. Hay gente que no tuvo la posibilidad de nacer como yo en hogares con un estudio, con una contención, Guille no tuvo posibilidad de nada. Guille nació con un arma en la mano. No tiene ni un recuerdo feliz de la infancia, es una persona totalmente vulnerada y dejada por la sociedad. También es un humano”, expresó, y contó que lo ayudó a empezar la escuela en prisión.
El turno de Guille Cantero
Guille también pidió hablar en la audiencia, pero antes de referirse a la causa en cuestión logró que la operadora que estaba a cargo del manejo de las transmisiones virtuales excluyera a todos los funcionarios que presenciaban la audiencia por zoom. Se refirió concretamente al fiscal Luis Schiappa Pietra. Se trataba de usuarios que no tenían prendidas sus cámaras. Cuando la jueza pidió que se identificaran solo lo hizo el fiscal Franco Carbone, compañero de Socca en la Unidad de Balaceras, por lo cual la magistrada solicitó que los demás fueran apartados de la transmisión.
Ya con ese tema saldado, no fue mucho lo que dijo Cantero. Dijo tener una relación de amistad con Ortigala, pero que a tres de los otros imputados no los conocía. Además se refirió al dueño de la agencia de loterías que denunció los intentos de extorsión. "Al señor Q. no lo conozco, nunca lo amenacé. Desconozco a qué se dedica, si está con el juego clandestino. Nunca lo llamé, nunca le pedí plata, nunca nada". Cuando los fiscales se negaron a hacerle preguntas, Cantero indicó: "Qué raro, porque si tienen una duda me pueden preguntar".