Es difícil de encontrar una madre que no este orgullosa de su hijo. Y así estaba Mariana Valeria Espinoza, cuyo hijo Lucas Ariel “Berraco” Espinoza está preso en el pabellón 3 de la cárcel de Piñero acusado de ser un tiratiros o sicario de la banda de Los Monos. “Él no se come ninguna, sale y tira. No le importa que después venga la policía”, dijo la mujer en una escucha judicializada en la investigación realizada al joven. Esos pensamientos se fueron con ella a la tumba la noche del viernes, poco después de las 21.30, cuando fue ejecutada a balazos en la puerta de su casa de Ayacucho al 4000, una de las zonas más calientes de barrio Tablada. Dos hombres que llegaron a pie la llamaron por su nombre y cuando ella se asomó a la puerta la asesinaron a sangre fría. Su cuerpo quedó perforado por trece heridas y otras tantas vainas servidas quedaron sobre la vereda de la escena criminal. Un homicidio bestial con un abanico de múltiples sospechosos y un claro mensaje mafioso que amenaza con ser prólogo de revanchas y venganzas.
Es imposible hablar de Mariana Espinoza sin repasar la vida de “Berraco”, un pibe que a base de tiros y miedo se convirtió en sicario. “Tiro desde los 13 años...estoy podrido de andar a los tiros, de vivir al límite. Cansa. Antes yo estaba acostumbrado a estar todo el día en el auto buscando alguien para matar y todo eso. Y ahora no hay nada para hacer. Si ya matamos a todos. A los guachos les batí cualquiera. Manga de giles. Yo los saqué a la calle. Eran míos. ¿Qué onda? Yo los traje a la banda, yo los saqué a tirar tiros. Si yo los hacía que manejen las motos para que yo tire tiros. Yo mataba gente y ustedes me manejaban la moto. Tengo una banda de cajas de balas estancadas. No hay pistolas, pero voy a activar por todos lados. Que paguen si quieren vender en la zona de «Los Berraco». Y si no pagan le voy a dejar un re tirado en cada búnker afuera, al que cruce nomás, al que cruce: piba, pibe, cualquier cosa. Cualquiera que cruce. Mientras me paguen a mi qué me importa”. Esa podría ser la carta de presentación de “Berraco”, según un extracto de una de las escuchas expuestas en la acusación que le hicieron el ultimo día de abril pasado.
Lucas tiene 18 años y es parte de una generación de tiratiros que en base a su sangre fría se ganaron un nombre que trascendió los límites de Tablada y llegar a la tapa de los diarios. Una generación de adolescentes que parecen desechables para la sociedad, que matan o mueren con balazos pagados por el mejor postor.
“Berraco” cayó preso el 27 de abril en Corrientes y Uriburu. La policía lo buscaba por ser parte de una asociación ilícita liderada por Fernando “Enano” Morel, preso en Coronda por actuar bajo las órdenes de Ariel Máximo “Guille” Cantero, uno de los líderes de Los Monos. “Yo tengo cabida con el de arriba, el que usa lentes”, contó a su interlocutora “Berraco” en las escuchas ventiladas en la imputación.
El 30 de abril “Berraco” fue acusado por los fiscales de la Agencia de Criminalidad Organizada y Delitos Complejos Matías Edery y David Carizza, y su par de Homicidios Patricio Saldutti, por integrar una violenta gavilla dedicada a extorsionar personas para conseguir dinero a cambio de tranquilidad o protección. Lo acusaron por abuso de armas, homicidio agravado por el medio empleado, uso de arma de fuego y portación ilegítima de arma de fuego de guerra en carácter de coautor; asociación ilícita en carácter de miembro, amenazas coactivas calificadas por ser cometidas con arma de fuego y portación de arma de fuego de guerra.
El asesinato por el que “Berraco” está detenido es el de Felipe Schneider, un hombre de 65 años que tendría lazo parental con los integrnates de Los Monos y que recibió un balazo el 10 de diciembre pasado en 24 de Septiembre y pasaje Guerrico. El ataque tenía como objetivo amedrentar a Marta Susana “Chana” Bustamante, una mujer de 50 años que está en prisión domiciliaria por causas federales y provinciales en una vivienda lindera a la casa de la víctima y que es madre de una chica de 17 años que fue apresada el jueves en esa misma casa bajo la sospecha de haber participado de otro homicidio.
Pero cuando las huestes de “Berraco” fueron a atacar a “Chana” erraron el objetivo y uno de los proyectiles dio en Schneider cuando cerraba las persianas de su casa para evitar las balas. Además, el joven está sospechado de haber sido quien participó de los ataques a tiros contra la sede del Sindicato de Peones de Taxis en septiembre y octubre pasado, y por el homicidio del gerente de la sucursal del Banco Nación de Las Parejas, Enrique Encino, quien el 11 de enero recibió un disparo mientras fumaba en un balcón del Casino City Center.
¿Una venganza?
“Es un muchacho que tiene tantas broncas y enemigos que el asesinato de la madre puede venir por cualquier lado. Además la mujer estaba sindicada como vendedora de drogas”, explicó ayer una fuente de la investigación de la muerte de Mariana Espinoza. Así las cosas, en las relaciones y adversarios de “Berraco” estaría la clave para resolver el asesinato de la madre de un sicario que actuaba bajo el lema “con la mafia no se jode”.
El viernes, pasadas las 21.30, dos hombres llegaron a pie hasta la casa de Mariana y la llamaron por su nombre. Cuando la mujer que era madre de tres hijos se asomó la ejecutaron sin más palabras. El hermano de Mariana fue atacado al tratar de socorrerla y resultó ileso.
Con el ego inflado por haber asesinado, los sicarios huyeron en un vehículo que los esperaba. La mujer fue trasladada al Hospital Roque Saenz Peña y de allí derivada al Hospital de Emergencias donde falleció minutos después. Tenía al menos 13 heridas con orificios de entrada y salida en el abdomen y las piernas. En la escena se incautaron otras tantas vainas servidas calibre 9 milímetros. Y mientras la policía trabajaba en el lugar bajo las órdenes del fiscal Luis Schiappa Pietra, un manto de silencio cubrió ese sector de Tablada.
Enfrenteamiento barrial
No obstante, algunos vecinos recordaron que tanto Mariana como “Berraco” estaban enfrentados con “Chana” y su yerno, el tiratiros Lucas Iván “Lukita” S., que tiene sus dominios a unos 800 metros de la escena criminal. Una disputa por ganar territorios en el marco de la narcocriminalidad.
Si la cosa viene por ahí, “Chana” no tuvo una semana sencilla. Su hija Priscila Gimena A., de 17 años y apodada “Chanita”, fue detenida el jueves junto a Facundo Sebastián L., de 22 años. La adolescente cumplía arresto domiciliario por la tentativa de homicidio de Francesca P., una nena de un año que el 19 de septiembre pasado fue baleada en pasaje Iberia al 100 bis. También tenía un pedido de captura por el crimen de Franco “Milhouse” Navarro, acribillado el 29 de enero en el Fonavi del Parque del Mercado.
Priscila es pareja de “Lukita” S., un pibe de 18 años que al igual que su hermano, Brian S., fueron catalogados como tiratiros enfrentados a los hermanos Lautaro y Alan Funes, quienes junto a Carlos “Pelo Duro” Fernández eran aliados de la banda de René “El brujo” Ungaro.
Brian S. quedó al borde de la muerte el 4 de septiembre pasado cuando en Benito Juárez y Médici recibió tres balazos mientras conducía su moto Honda Wave. El principal sospechoso de ese ataque fue “Berraco” y por eso aquel hecho ocupa un lugar entre las hipótesis de la carpeta de los investigadores que quieren saber por qué mataron a Mariana Espinoza.