El juez de Instrucción Osvaldo Barbero procesó a Marisa Zingales, la mamá del
chico que participó junto a Raúl Flores en el asesinato del sindicalista Abel Beroiz, como coautora
mediata del crimen. Se trata de una figura legal que se acerca a la de instigador u organizador. El
magistrado cree que la mujer buscó beneficiarse con la acción de su hijo, que participó de
reuniones previas al atentado, que consintió la participación del chico y que recibió parte del
dinero que los autores intelectuales le pagaron a los sicarios.
Con la resolución conocida ayer, ya son 8 los imputados en la causa que está
caratulada como homicidio calificado por encargo, delito que es sancionado con prisión
prepetua.
La acusación. Barbero amplió el círculo de sospechosos sobre la mamá de Juancito
luego de que el confeso sicario Raúl Flores brindara una segunda declaración indagatoria en la que
atribuyó a Marisa un rol activo en la programación del asesinato, ocurrido el 27 de noviembre del
año pasado en la cochera del ACA, de San Juan y Barón de Mauá.
Según los dichos de Flores, la mujer estaba al tanto de lo que iba a pasar con
el titular del Sindicato de Camioneros de Santa Fe y tesorero de la Federación Nacional que conduce
el jefe de la CGT Hugo Moyano. En base a los datos que aportó el sicario, el juez pidió a
principios de noviembre último la captura de la mujer, pero Marisa se mantuvo prófuga más de un mes
hasta que fue ubicada y detenida por la Brigada de Homicidios.
Marisa ya declaró durante los primeros meses de la causa cuando se estableció
que había recibido parte del dinero que recibieron Juancito y Flores por el trabajo que
realizaron.
Consentimiento. Barbero estableció que Marisa no sólo habría tenido
participación en la planificación del crimen sino que "consintió" y "promovió" la actuación de su
hijo, que por entonces tenía 16 años y no era punible por la ley penal.
La figura de autoría mediata no es común, pero tiene un importante respaldo
doctrinario. En síntesis, puede imputarle a los padres de un menor un rol o responsabilidad en el
delito que puedan cometer si se comprueba que sacaron algún provecho de esa acción. Y endilga haber
usado como herramienta a una persona, cuya voluntad no opera por sí misma, como en los casos de
menores de 16 años. Esa acusación no necesariamente tiene que ver con el vínculo familiar de un
chico en conflicto con la ley penal. También puede aplicarse a cualquier persona adulta aunque no
sean los padres.
Según fuentes judiciales, el juez Barbero tiene acreditado que la mujer conocía
o tenía relación con uno de los principales acusados, el gestor Julio Gerez, porque ella le
derivaba trámites o juicios laborales. Cuando tuvo oportunidad de defenderse, la mamá de Juancito
negó todas las acusaciones y manifestó que no tenía nada que ver con el crimen de Beroiz.
Testigo. Un testimonio que fue volcado al expediente es el de Jesuán, un
adolescente que habría sido convocado para el trabajo, pero que desistió. Ese chico fue aportado
por la defensa de Marisa. Lo paradójico fue que, cuando le tocó el turno de declarar, el menor
complicó aún más a la mujer. Dijo que ella había aprobado e incitado a que Juancito fuera de la
partida.
Alberto Tortajada y José Alcácer, los defensores de Zingale, presentaron una
apelación ante la Cámara Penal para que ese tribunal de alzada revise el auto de procesamiento
dictado en contra de la mujer. "Conforme a lo que hemos visto de la resolución, creemos que hay
puntos que pueden pelearse en el tribunal superior", dijo Alcácer.