Los primos Nicolás Cóceres y Mauro Barrionuevo fueron asesinados con un mes y medio de diferencia en el barrio Parque Casas, en 2018. El más chico, de 15 años, había sido testigo del crimen del otro, de 19. Y un mismo tirador estaba mencionado en ambas muertes. Estos factores unieron ambos casos en un extenso juicio oral que ayer llegó a su fin con condenas que van de 1 año y medio hasta 30 años de prisión para los cinco acusados a los hechos ligados a la disputa territorial por la venta de drogas. En el debate se planteó que los acusados integraban una banda narco liderada por uno de ellos apodado “Gordo Axel”. El mismo hombre a quien la semana pasada su pareja le acercó a la cárcel de Piñero 340 mil pesos ocultos entre galletitas y paquetes de arroz.
La sentencia fue dictada por los jueces Román Lanzón, Mariano Aliau y Rodolfo Zvala. La pena más alta recayó sobre Alejandro Nahuel “Pechocho” Leguizamón, de 20 años, condenado a 30 años de prisión por ambas muertes además de la portación y tenencia ilegal de armas. Como quien lo acompañó en el crimen de Cóceres, Lucas Ezequiel “Payo” Rivas, de 26 años, recibió 15 años de prisión en carácter de partícipe necesario de homicidio agravado por el uso de arma de fuego.
Otros dos jóvenes fueron condenados por irrumpir en un auto y atacar a tiros la casa de Barrionuevo a los 53 días del primer crimen. El fiscal Adrián Spelta planteó que buscaban al padre de la víctima, quien salió de la vivienda con un arma y respondió a tiros el ataque. Además de Pechocho, para el tribunal, los tiradores fueron Germán “Macarrón” Ledesma, de 23 años, sentenciado a 18 años de prisión, y Axel “Gordo” González, de 26, quien recibió 15 años de condena y fue sindicado por testigos como el líder del grupo. Los dos fueron sentenciados como coautores de homicidio agravado por el uso de arma y la portación ilegal.
En cuanto a David Maximiliano “Tahuali” Ledesma, de 27 años, los jueces consideraron que no está probada su intervención en la balacera y lo absolvieron por el beneficio de la duda. Pero recibió una pena de 1 año y medio de prisión por la portación ilegal de un arma que llevaba encima cuando el padre de la víctima lo atrapó en las inmediaciones y lo entregó a la policía.
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Conforme con ese resultado “en cuanto a los montos, las calificaciones y los encuadres que hizo el tribunal”, el fiscal de Homicidios Adrián Spelta reveló a este diario que la investigación seguirá adelante en coordinación con la Justicia federal por las actividades narcos mencionadas en el debate.
Otra causa conexa se abrió el martes de la semana pasada, cuando la pareja del Gordo González fue detenida al ir a visitarlo a la cárcel de Piñero. En una requisa filmada personal penitenciario detectó que llevaba 340.700 pesos envueltos en fajos mal disimulados dentro de una caja con paquetes de galletitas, arroz y sal. Ante la sospecha de que el dinero podía estar destinado a “comprar” una fuga, el fiscal pidió que se extremaran los recaudos a la hora de trasladar al acusado al Centro de Justicia Penal, tanto para la lectura del veredicto como a una audiencia previa.
A la mujer, en tanto, le abrieron una causa por lavado de activos. En su celular se detectó además que González le pedía que le acercara un teléfono a una sala contigua a la del juicio. “Esto parece confirmar las sospechas de que, detrás de este grupo, existe una actividad de comercio de drogas. Un comisario declaró en las audiencias que “González era el líder del grupo y los demás sus soldaditos”, apuntó el fiscal.
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Es que los crímenes de Nicolás Ezequiel Cóceres y Mauro Barrionuevo tuvieron como trasfondo la disputa territorial por la venta de drogas en los barrios Parque Casas, La Cerámica, La Esperanza y El Churrasco. El primero fue el 9 de septiembre de 2018, cuando en la plaza de Pizzurno al 1900 había un festejo por el día de las infancias. Nicolás Cóceres estaba sentado con amigos en un banco cercano, frente a la casa de su tía Gabriela, quien de a ratos participaba de los festejos y de a ratos iba a charlar con ellos.
La mujer, madre de Barrionuevo, perdería a su hijo en el mismo lugar un mes y medio después. En base a ese y otros testimonios el fiscal planteó que alrededor de las 17.30 Pechocho se acercó a Nicolás y discutieron por un accidente de tránsito entre una moto de la víctima y un auto de amigos del acusado. “Enfierrate porque te voy a matar. No te voy a dar más tiros en las piernas”, amenazó el primero. “¿Por qué me voy a enfierrar si con vos está todo bien?”, respondió Cóceres.
Leguizamón se fue del lugar junto a Lucas Rivas en una moto blanca y negra y a los pocos minutos regresó, protegido por un chaleco antibalas, en otra moto y con Rivas. “¿Te enfierraste, guacho?”, encaró a Cóceres el agresor antes de disparar. La tía del joven se acercó desde la plaza al escuchar los tiros y vio que Pechocho disparaba desde la moto mientras Nicolás rogaba desde el piso: “Basta, basta, ya fue”. “Pechocho le dio el último tiro y después de eso Nico no habló más”, dijo su tía.
“Le disparó dos veces a las rodillas y cuando el muchacho cayó al suelo lo remató con un tiro en el pecho”, indicó Spelta. En el lugar se secuestraron diez vainas 9 milímetros. Cóceres estudiaba herrería, quería ser peluquero y murió por una hemorragia masiva de tórax.
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El ataque a Barrionuevo fue el 31 de octubre del mismo año. Lo que planteó la acusación es que la bronca no era contra el chico de 15 años sino con su padre, a quien culpaban de haber prendido fuego a la casa de la madre de Pechocho tras el primer crimen. Esa noche el adolescente y su madre conversaban sobre un bolsón de arena frente a su casa de Pizzurno al 1900 cuando pasó un Citroën C3 con cinco personas. En el asiento trasero reconocieron a Pechocho, aunque éste negó su participación en este crimen. La madre de Mauro fue a la comisaría 30ª a reclamar protección pero le respondieron que no había móviles.
Alrededor de las 23 el auto pasó por tercera vez y se detuvo en la esquina. Frente a la casa había cuatro personas. De acuerdo con la mecánica que relató el fiscal, avalada en la sentencia, el “Gordo” González manejaba el auto. Del asiento trasero bajaron Pechocho y Macarrón, se acercaron a la casa de los Barrionuevo y comenzaron a disparar. “Nos tiramos al piso. Yo comencé a gritar que pararan y vi que mi hijo tenía toda la cara mojada en sangre. Ellos siguieron tirando”, dijo la madre del chico que falleció por destrucción craneoencefálica.
Los atacantes se fueron. Algunos en auto, otros corriendo. El padre de Mauro salió a perseguirlos con un familiar en una moto. En Superí y Cavia alcanzó a Tahuali Ledesma y lo entregó a policías que le secuestraron una pistola 7.35. Si bien estaba acusado de participar de la balacera, la principal testigo no lo situó en el ataque y por eso fue absuelto. Pechocho fue detenido en noviembre de 2018 en una casa de Tablada donde se secuestró una pistola 9 milímetros con un cargador con seis balas usada en el crimen.
La balacera fue demencial: quedaron 13 vainas que se corresponden con el arma secuestrada, un orificio en la ventana, cinco impactos en la pared y un plomo sobre un aparador.
El juicio arrancó el 24 de noviembre y tuvo momentos de fuerte emotividad cuando declararon las madres de las víctimas e incluso la madre del acusado Leguizamón, un joven institucionalizado desde adolescente que fue quien se llevó la pena más alta.