La pandemia de coronavirus no sólo plantea a los gobiernos desafíos sanitarios, económicos y políticos sino también comunicacionales: qué decir, cuándo y cómo.
La pandemia de coronavirus no sólo plantea a los gobiernos desafíos sanitarios, económicos y políticos sino también comunicacionales: qué decir, cuándo y cómo.
En este marco, La Capital consultó a tres especialistas en comunicación política su visión sobre los aciertos y errores de la estrategia de comunicación presidencial y su respuesta a un interrogante que se resolverá recién en los próximos meses: ¿Cómo afecta la emergencia sanitaria el liderazgo de Alberto Fernández?
Los tres coinciden en el diagnóstico: más allá de algunos desvíos, el primer mandatario está piloteando bien la situación.
Para Carlos Fara, titular de Carlos Fara & asociados, los mensajes presidenciales “están en una línea correcta en cuanto al tono y la actitud”. Y argumenta: “No sólo tiene que ser pedagógico y contundente, debe equilibrar la firmeza con la calidez y la prudencia. En este sentido, Alberto Fernández se plantó como el presidente que está utilizando todas las herramientas constitucionales para controlar la crisis”.
De acuerdo a Mario Riorda, director de la maestría de Comunicación Política de la Universidad Austral, “el gobierno está híper activo tomando decisiones en dos frentes: por un lado, con lógica de comunicación de riesgo ante un riesgo potencial elevado sin que sea crisis sanitaria por el momento, y en el marco de una situación de crisis económica con consecuencias sociales amplias”.
Según Gustavo Córdoba, director de la consultora Zuban Cordoba, la pandemia ha obligado al gobierno a replantar su estilo y formato de comunicación, produciendo cambios en muy poco tiempo.
“Aunque el gobierno todavía no ha encontrado el equilibrio o el formato más adecuado —señala—, sí tiene la inteligencia de entender y adaptarse a los contextos”.
Los errores del gobierno
Sin embargo, no son todos elogios: los especialistas alertan también sobre descuidos que pueden hacer pagarle al gobierno costos ante la opinión pública y agregar todavía más tensión a la situación.
Fara evalúa que las declaraciones periodísticas que hizo el presidente el domingo pasado a la mañana fueron desacertadas.
Ese día Alberto Fernández afirmó: “Paremos la Argentina por 10 días y quedémonos en nuestras casas”. El resultado es conocido: los consumidores desbordaron los supermercados ante una decisión que parecía inminente.
Efectivamente, el presidente dio un mensaje el mismo domingo a la noche pero anunció el aislamiento social preventivo y obligatorio el jueves. “El presidente no puede especular con sus declaraciones, tiene que ser asertivo con sus dichos”, subraya Fara.
“El gobierno nacional debe ajustar la coordinación del riesgo en su faz informativa, donde muchas veces el voluntarismo decisional supera a las recomendaciones del riesgo en estas circunstancias —apunta Riorda—. Pareciera que son cosas menores, pero le resta eficacia a la comunicación del riesgo”.
Córdoba evalúa que ante la emergencia sanitaria Fernández cometió dos equivocaciones. Uno es cómo usó la cadena nacional: “Fue técnicamente impecable, pero no agregó ningún elemento novedoso a la información que teníamos como sociedad hasta ese momento”.
El segundo, remarca, es la crítica explícita al gobierno de Cambiemos en el video en que se anuncia la construcción de nuevos hospitales, en el que aparece Fernández junto al ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis.
“Si vos como gestión mostrás una foto en la que aparecés con la oposición y dejás de lado las diferencias no podés aparecer castigando sólo hacia atrás”, explica Córdoba.
La grieta, en cuarentena
Precisamente, la coordinación entre el oficialismo y la oposición asoma en plena pandemia como la señal de una convivencia política más saludable.
“Las fotos de Alberto Fernández con (Horacio) Rodríguez Larreta y (Axel) Kicillof y con los gobernadores son muy acertadas para ganar credibilidad respecto a un elemento de mensaje fuerte de su campaña, que fue terminar con la gierta”, destaca Fara.
No obstante, las fotos no sólo apuntan a cumplir una promesa electoral: también buscan inyectarle consenso político a una medida drástica como prohibir la circulación y dejar abiertos sólo los establecimientos que desarrollan actividades esenciales.
En este sentido, según Córdoba es un acierto que el primer mandatario se haya mostrado dos veces con referentes opositores, aunque a su entender Fernández está “un poco obligado por la realidad, porque la mayoría de los casos se están produciendo en la provincia de Buenos Aires y en Capital Federal”.
Con todo, en su opinión hoy es imposible pensar en un aprovechamiento político-electoral de esta circunstancia. “Es un proceso que recién comienza, pero el contexto obliga a toda la política a no tener un ego desmedido, mostrar unidad y coherencia frente a los desafíos que impone la hora”, recomienda.
Riorda valora que Fernández logró un “consenso multinivel, multipartidario e interno para decidir”. Y agrega: “Incluso se lo ve aplomado, cauto y decidido. Si se pensara en las formas del liderazgo, Alberto se recibió de líder aceleradamente, al menos hasta ahora”.
Es que la emergencia sanitaria plantea a Fernández un desafío mayúsculo, pero también una oportunidad: fortalecer su liderazgo en el país pero también al interior de su propia coalición.
“Probablemente con esta crisis Alberto se reciba de presidente, está obligado a demostrar de qué madera está hecho —analiza Fara—. La crisis lo ayuda no sólo ante la opinión pública, también se legitima como el líder del Frente de Todos. Esto es muy importante porque en las últimas semanas había comenzado una suerte de fuego cruzado interno, en función de un gobierno que se leía que iba lento”.
Córdoba considera que “el liderazgo de Alberto Fernández se ha empezado a ver” y contrasta con lo que sucedía hace sólo tres semanas: “Veinte días atrás estábamos hablando del impacto de su discurso de apertura de las sesiones legislativas. Hoy la Argentina es otro país y hay otro mundo. Nada va a ser como antes”.