Escribir un libro se presenta como un acto de rebeldía literaria. Un desafío ejemplar cuando el hábito de la lectura y la interpretación de textos dejaron de ser recursos para convertirse en carencias. Por eso que tres periodistas hayan encontrado un espacio en común para contar historias haciendo historia es reconfortante. Más aún cuando la narrativa no sólo es descriptiva sino pedagógica. Y en un ámbito tan pasional como el deportivo. "100 años de boxeo argentino en 12 combates legendarios", escrita por Carlos Irusta, Ernesto Cherquis Bialo y Diego Morilla propone un recorrido dinámico, entretenido y revelador para los que gustan del box y también para aquellos que disfrutan de la buena escritura.
Esta producción tiene una cuota de rosarinidad porque Morilla nació en la ciudad, quien forjó su carrera periodística desde los 21 años cuando emigró a Estados Unidos.
Cherquis Bialo, referente del periodismo argentino, se encargó de los capítulos que protagonizaron Nicolino Locche con Paul Fuji, Oscar Bonavena ante Muhammad Ali, Víctor Galíndez frente a Richie Kates y Carlos Monzón versus Rodrigo Valdez.
Carlos Irusta, uno de los especialistas argentinos en boxeo y con un gran reconocimiento internacional, fue quien describió los combates de Justo Suárez con Julio Mocoroa, José María Gatica ante Alfredo Prada, Marcela Acuña frente a Christy Martin y el del Chino Maidana versus Floyd Mayweather.
Diego Morilla, quien es el único periodista argentino habilitado como elector del Salón Internacional de la Fama del Boxeo, aportó lo sucedido entre Firpo ante Dempsey, Pascual Pérez contra Yoshio Shirai, Jorge Locomotora Castro versus John David Jackson, y Sergio Maravilla Martínez con Julio César Chávez Jr.
Y es justamente la presencia de Morilla la que le da al libro un anclaje en Rosario, porque nació en la ciudad y cuando transitaba su juventud decidió emigrar a Boston, donde inició un recorrido profesional que lo llevó a convertirse en un cultor del periodismo en general y del boxeo en particular, inscribiendo su nombre en lugares de referencia.
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"Yo soy del barrio Echesortu. Nací en el hospital que estaba en San Juan y Dorrego, por ahí. Y viví en Crespo y 9 de Julio hasta los 20 años. Después me mudé más al oeste, pero a los 21 me fui para Boston a estudiar y a vivir la vida. Y ahí empecé a trabajar en un diario y de ahí pasé a Puerto Rico. Después volví, trabajé para ESPN acá en Buenos Aires. Y bueno, un recorrido bastante extenso. Estoy radicado en Buenos Aires ya hace 20 años aproximadamente", reseña Morilla en diálogo con La Capital.
¿Cómo fue compartir esta experiencia con Carlos Irusta y Cherquis Bialo?
La experiencia en sí fue maravillosa y el resultado hasta ahora ha tenido un éxito extraordinario, una aceptación muy buena, la gente lo ha recibido muy bien, la gente del boxeo más que nada y el público en general. Te diría que es producto de un libro que hace una lectura ágil de cosas históricas con un ambiente más literario, no tan aséptico como una biografía que tienden a ser medio aburridas, o simplemente detallar hechos y lugares y acontecimientos. Acá se trata de una lectura que tenga un poquito de ambición literaria, que sean como cuentos de no ficción, digamos, todo esto que está ahí sucedió. Entonces el libro yo digo que viene de tres vertientes, es un libro de historia sin duda, es un libro que tiene ambición literaria y tiene los ojos, la nariz y la boca de su abuelo el periodismo. Tiene que tener ese rigor periodístico de que los hechos estén chequeados y sean correctos pero contados con un ambiente un poco más entretenido y más llevadero.
El libro es entretenido, dinámico y tiene una narrativa que abreva en esa acertada estrategia de contar la historia a través de historias de vida.
Exacto. En eso Cherquis, bueno, qué podemos decir de un narrador nato como él, agarra cualquier anécdota y te la transforma en una historia fantástica, digna de escuchar y que podés estar horas escuchándola, retratarla, y en este caso que tenga ese espacio como para hacer algo un poco más grande de una obra que una nota de un diario o de revista. Que cada capítulo sea una historia de sí misma. Esto le dio mucho aire para hacer algo realmente hermoso, extraordinario.
Cada capítulo son como novelas. ¿Esto fue parte de la idea?
Así es. Al abrir el libro vas a ver que hay unos pequeños guantes, un párrafo del otro, un capítulo del otro, son como pequeñas novelas en sí mismas, que nos dio mucha más libertad para que cada uno de esos capítulos hable por sí solo y no sea todo un larguísimo choclo que si no lo lees entero no lo puedes leer.
Fuiste testigo de grandes veladas. ¿Qué aprendizaje te quedó de toda esa rica experiencia?
Tener la oportunidad de ver en primera fila a tipos como esos que hoy son leyenda, que se sabía desde ese momento que iban a quedar en el recuerdo, realmente fue un privilegio enorme. Capturás cada momento con una atención muy especial. Yo recuerdo particularmente a Roy Jones Jr., un superdotado, probablemente el mejor atleta de la historia del boxeo. No sé si el mejor boxeador, pero como atleta, como nivel atlético, era impecable. Y verlo ahí, ver toda esa trastienda, ver todos esos momentos antes y después, es realmente único. Ojalá haya podido volcar mucho de eso en las historias estas. Como la de Sergio Martínez, que en esa pelea puntual no estuve, pero como conozco toda su historia muy detalladamente, pude volcar muchas otras cosas que transforman esa pelea, la de Maravilla con Chávez, en una de las peleas más importantes del siglo de la Argentina, por todo lo que cuento ahí en el libro.
¿Imaginabas llegar a este lugar profesional cuando caminabas por Echesortu?
No, honestamente jamás me lo imaginé. La literatura y las letras siempre fueron una ambición para mí, pero nunca me imaginé que iba a llegar. Por ejemplo en el puesto actual que desempeño en la revista de Ring, que yo la compraba estando en Boston, como algo inalcanzable, lo leía como algo extraordinario, y ahora estar aquí editando y escribiendo y ganando premios para ellos y todo, me parece una fantasía, un sueño. Y bueno, desde mi primeros pasos, digamos, casi involuntario en el reporte periodístico, que era cuando me quedaba hasta las 2 de la mañana viendo las peleas de Durán, de Heagler, de Hearns, para después contárselo a mi viejo el otro día. Desde ese día hasta hoy, realmente, cada paso ha sido un crecimiento que nunca me imaginé, y bueno, estar acá con Cherquis, con Carlos, es algo que realmente nunca pensé. Y ver la respuesta que se ha generado por este libro en la gente, en colegas, en gente de boxeo, es realmente extraordinario.