Central está en una etapa de transición futbolística. Está tratando de reinventarse. Busca una nueva identidad entre lo bueno que hizo en el pasado cercano y lo que pretende ser de acá en adelante. Y no hay dudas de que por ahora el pasaje a esta nueva etapa asoma como complejo, si se quiere traumático, porque todavía está haciendo el duelo de los futbolistas que se le fueron, en especial en la defensa, como por ejemplo el Flaco Donatti y Pablo Alvarez, además de la lesión de Javier Pinola. Los extraña muchísimo y se nota. Ayer Vélez desnudó serias fallas en el retroceso y dejó a Central con una derrota que le dolió demasiado, tanto por el 2 a 0 del resultado como por el formato de equipo permeable que entregó. El Canalla tiene las defensas bajas y debe crecer en lo colectivo desde atrás hacia adelante. Caso contrario jugará siempre a la ruleta rusa y eso no es aconsejable para un equipo que se propuso ser protagonista del torneo.
Van dos fechas del certamen doméstico y no es para dramatizar, pero Central no está bien y eso lo dejó muy claro ayer en el pospartido Eduardo Coudet. "Es el partido que más caliente me voy desde que estoy en Central. No puedo mentir y dimos otra vez la sensación de inseguridad", aceptó el Chacho sin rodeos a la salida del vestuario, con gesto adusto y muy preocupado porque su equipo sufre demasiado cuando lo atacan y encima se complica sólo cometiendo errores no forzados. El DT ya había hablado de sensación de inseguridad ante Rafaela por Copa Argentina.
Vélez ayer llegada muy golpeado. Incluso sus hinchas armaron un banderazo en la previa para motivar a los jugadores para que levanten la cosecha de puntos con el objetivo de escaparle a la zona del descenso. Pero Central entró dormido en los dos tiempos y el Tanque Pavone por duplicado, en el amanecer de cada etapa, clavó las dos estocadas que enterraron las aspiraciones auriazules.
La primera grosería defensiva fue de Marco Torsiglieri, que pifió un despeje ante un tiro perdido de Gonzalo Díaz, la pelota le cayó a Maxi Romero y tras la tapada providencial de Sosa la empujó al gol Pavone. Un mazazo para arrancar el partido cuando apenas se habían consumido siete minutos de juego.
Y si bien el Canalla tuvo chances netas para igualar, como un mano a mano de Ruben y otro de José Luis Fernández, luego en el inicio del complemento llegó la sentencia del pleito tras una corrida de Caire que apiló camisetas auriazules en la mitad de la cancha, no lo frenaron, abrió para Romero y de su centro llegó el toque goleador de Pavone. Otra mano de nocaut.
Pero hubo más. En otra tontera, Víctor Salazar le metió un manotazo a Pavone y el lateral canalla dejó a su equipo con diez y con dos goles abajo. Había cuarenta minutos por jugar, pero el ánimo y la moral ya estaban por el piso.
Está claro que los equipos atacan y defienden en bloque y que no es acertado poner a la parrilla sólo a los integrantes de la última línea. Pero sí es un hecho que el talón de Aquiles está en la defensa y eso debe corregirse cuanto antes, más allá de los nombres que ocupen los respectivos lugares.
El fútbol es un juego de contagio y hoy Central transmite vulnerabilidad cuando defiende, lo que repercute en los jugadores propios y los rivales. Los equipos se arman de atrás para adelante y allí estará el gran desafío de un Chacho que ayer se fue más que preocupado de Liniers. No es para menos.