El vuelco que dio Sportivo América en materia deportiva e institucional en los últimos años es notorio. En este 2024 tuvo su premio: después de 47 años, el club de la calle Tucumán se consagró campeón del torneo de básquet rosarino, con el agregado de que lo hizo de manera invicta como para que no queden dudas.
La última vez que Sportivo América salió campeón a nivel local fue en 1976. Desde ese momento navegó en los mares de la intrascendencia en el que el panorama que divisaba no era muy alentador sino todo lo contrario.
En ese contexto, un grupo de ex jugadores comenzó un camino de reconstrucción institucional y deportiva que lo llevó casi sin obstáculos a escalar la Primera C, la división B y la A2, el ansiado retorno a la máxima categoría rosarina para terminar con la obtención del título en la Súper Liga. En ese lejano 1976, el DT de América fue nada menos que León Najnudel, el creador de la Liga Nacional. Su actual entrenador es Hugo Luna, quien además es el presidente de la institución.
Al hacer un análisis de por qué Sportivo América demoró tanto tiempo para volver a salir campeón, Luna fue muy claro: “Hasta el 2018, año en que cambió la comisión directiva, en el club estuvo 40 años la misma comisión, la que veía al club de otra manera. Más que la ambición deportiva, lo movilizaban otras cosas. Sportivo América era un club de alquiler. Si bien había movimiento, había poca interacción entre la gente que iba al club. No iban socios, iba la gente que alquilaban dependencias, había productores de boxeo o de rock que alquilaban el estadio y hasta funcionó una filial de River. Era visto como una cuestión comercial y no deportiva. Pero desde el 2018 tomó la conducción un grupo de familias que les gusta el básquet, que empezamos a jugar en Sportivo América y queremos que nuestro hijos tengan la posibilidad que nosotros no tuvimos, de desarrollarse en el club, que deportivamente vivan ligados al club, crearles un sentido de pertenencia. Es el club que anhelábamos y el que desde 2018 venimos construyendo”.
—Cuando se hicieron cargo del club, ¿con qué se encontraron?
—Cuando tomamos la conducción del club nos encontramos con decenas de juicios laborales, de empleados de concesionarios que le hacían juicios al club. Cosas que no figuraban en los balances, pero que estaban. Esto sin contar la destrucción edilicia. Era un club que se estaba cayendo, un lote muy buscado por su ubicación, pero venido a menos. Producías algo a la noche, con las luces apagadas y no se notaba, pero si ibas un sábado a la mañana a jugar al básquet, la pelota no picaba en ningún lado, si llovía el agua entraba como loco y no había pelotas. La vida social propia del club no existía. Pero de a poco lo fuimos poniendo de pie. Laburando, con un plan integral de infraestructura. Tuvimos que hacer un montón de asambleas para poder ceder un torneo lindero y empezar la construcción de locales para múltiples usos. Hoy queremos seguir sumando socios.
—Para así crecer en todos los aspectos.
—Por un lado va el terreno deportivo y, por el otro, la infraestructura y la generación de recursos para poder jugar. Con el proyecto de infraestructura que tenemos, generamos los recursos suficientes como para poder jugar profesionalmente. De hecho jugamos tres años en la Liga Argentina, nos agarró la pandemia y tuvimos que parar porque no pudimos comenzar las obras. Tuvimos que discontinuar lo profesional, esperar. Terminamos en diciembre de 2023 y este año arrancamos nuevamente el camino. Esta vez vamos a ir deportivamente. La última vez habíamos comprado la plaza. Ahora va paso a paso. Primero ganar el torneo local, luego el torneo Pre Federal y después el Torneo Federal el tiempo que nos lleve, porque eso depende de muchas cosas. Hacer la escalerita, subir categoría por categoría.
—Y uno de los objetivos fue la SúperLiga.
—Desde que empezamos en la C nos pusimos como objetivo la SúperLiga, era la que nos faltaba, la frutilla del postre.
—¿Qué análisis hacés del torneo de Rosario?
—Jugar en Rosario no es fácil. Un día te hacen entrar en calor en la vereda, en otro no tenés agua caliente en el vestuario o te apagan las luces, te patean los bidones... Es una ciudad picante, con historia de básquet donde han salido grandes jugadores, estrellas. Hay mucha pasión, pero también mucha viveza, mucha picardía. El torneo fue durísimo. Yo jugué catorce ligas en Rosario y es la quinta que dirijo. Provincial, Temperley, Sportsmen y Náutico fueron rivales muy duros, armados para jugar un torneo superior y con el mismo plantel jugaron en el torneo local. Como todos los equipos eran fuertes, el torneo fue muy parejo.
—El premio era valioso ya que el título los habilitó a jugar el torneo Pre Federal, que es la instancia anterior a la tercera categoría nacional. ¿Cuáles fueron las claves?
—Fundamentalmente el grupo y cuando digo grupo no me refiero solamente a los que se ponen los pantalones cortos y saltan a la cancha. En el ámbito del básquet, tenemos una estructura que pocos equipos tienen en Rosario. Por eso pienso que una de las claves fue haber acertado con las personas que trajimos para jugar.
—¿Hubo algún jugador que se destacó?
—Hubo partidos y partidos. Como entrenador soy muy pragmático y programo todo partido a partido. Creo que lo del estilo de juego de un entrenador terminó, caducó. Tenemos buenos jugadores en todas las posiciones y de acuerdo al partido lo planteamos de una determinada manera y juegan determinados jugadores. Tenemos una muy buen base. Horacio Fascia domina la categoría y en base a él armamos un equipo para que se sienta cómodo. Conoce a todos los jugadores de Rosario y da unas soluciones tremendas.
—¿Por qué se dio el título justo este año?
—Las cosas se dan cuando se tienen que dar. En 2021 arreglamos que el equipo que jugaba en la Liga Argentina también juegue en la liga local, para buscar el título. Y con la pandemia, el único torneo que una vez empezado se discontinuó fue el de Rosario. Había comenzado la Liga Nacional y terminó, y lo mismo pasó con la Liga Argentina y la Liga Federal. El de Rosario se interrumpió y nosotros quedamos con un récord de 10 partidos jugados, 10 ganados. Era muy probable que peleáramos el título, pero se discontinuó. Y cuando volvió en septiembre el equipo estaba desarmado ya que habíamos resuelto no jugar más en la Liga Argentina y le dimos libertad de acción a los jugadores. Después empezamos con las obras y el presupuesto se destinó a la finalización de las mismas.
—El título es un buen aliciente, y de ahora en más ¿qué?
—Estamos muy contentos, pero pienso que esto es apenas el comienzo. Vamos a seguir subiendo escalones, apuntalando a las inferiores y manteniendo una primera competitiva. La idea es poner herramientas a disposición de todos los jugadores, de Escuelita a Primera División. Todas los equipos tienen su entrenador, asistente y utilero; a todas las categorías les compramos la ropa para que estén uniformados. Falta desarrollar mucho en lo deportivo y social, generando recursos genuinos para no depender de la chequera de nadie. Creo que cuando se da un éxito tiene que ver con la coherencia entre lo que se piensa, se dice y se hace. En Sportivo América es así desde el primer directivo hasta el último jugador, pasando por el cuerpo técnico y todos los que rodean al proyecto. Lo que se dice se cumple y todo el mundo está cómodo para desarrollar su potencial. Queremos volver a ganarnos el lugar que tuvimos y no tendríamos que haber dejado si no fuese por la pandemia que es la Liga Argentina”.