El título y el desahogo monumental de River. Una fabulosa arremetida de Quilmes en el momento justo. Esas fueron las postales que se adueñaron ayer del premio gordo de la B Nacional: las dos plazas de ascenso directo al círculo privilegiado. Y Central, junto a Instituto, se quedó masticando bronca por la propia impericia mostrada ayer en San Juan, mirando por la ventana la consagración ajena y debiéndose conformar con la Promoción. Ese fue el desenlace de un sábado infartante, de un final de torneo atrapante, pero de rasgos esquizofrénicos.
Central otra vez faltó a la cita con sus obligaciones. Ahondó sus heridas en el peor momento y contra rivales que profundizan la sensación de desencanto. El equipo de Pizzi necesitaba expresar una auténtica señal de rebeldía después de los duros golpes que significaron las caídas con Patronato y Chacarita, pero no surgió un gesto transformador. Todo lo contrario.
Cayó 3 a 2 ante Desamparados en San Juan (dos de Gigena y uno de Ogga para el local; Castillejos y Méndez para la visita) y se quedó con las manos atadas en el cierre de la pelea. No consiguió ningún brebaje revitalizador y la dura derrota ante un rival que descendió lo dejó por el piso anímicamente de cara a los próximos cruces de promoción.
Más allá de que su suerte dependía de otros, Central no cumplió con lo suyo y ese es su mayor dolor. Así, su gran anhelo se alejó un poco entre pasos en falso, goles errados, fallas defensivas infantiles, reproches e ironías. Un combo fatal para el derrotero canalla.
River sí hizo los deberes y de la mano de Trezeguet se liberó de sus hechizos y encontró el pasaje de regreso a primera, que incluso ayer se festejó en las plazas céntricas de San Juan. En la jornada final, el conjunto de Almeyda se reconcilió con su mandato natural y acomodó las piezas de la historia en un sitio más acorde. El 2 a 0 sobre Almirante Brown en Núñez fue un atajo, una revancha, un imán que lo rescató de tanta angustia, y lo depositó mágicamente en la máxima categoría.
Quilmes corrió de atrás con la fusta bajo el brazo y con un gran sprint final logró la segunda colocación que le alcanzó para subir directamente. Sin grandes complicaciones venció 2 a 0 (dos de Cauteruccio) a un alternativo de Guillermo Brown en Puerto Madryn, y con esa efervescente prepotencia aprovechó los tropezones de Instituto y Central. Los cerveceros fueron los que mejor rendimiento alcanzaron en las jornadas finales y tuvieron su merecida recompensa.
En tanto, Instituto cayó de local 3 a 0 con Ferro (tantos de Salmerón, Pereyra Díaz y Navarro), un convidado de piedra a la ceremonia de la definición. ¿Sorpresa? No tanto, sobre todo porque la Gloria fue dando muestras cíclicas de decaimiento y debilidad en el último cuarto del certamen. En ese marco, recibió un fuerte cachetazo y terminó en el tercer puesto que le otorga la chance de promoción.
A Central evidentemente el esfuerzo no le fue suficiente porque cuando pisó el umbral de su realización, patinó en forma increíble. Ahora le queda la Promoción, una instancia que asoma socarrona después de lo que desperdició en las tres fechas finales. De su capacidad de reconstrucción, depende su futuro. El destino le regala una chance más.