En 1980, durante la Copa de las Naciones de Düsseldorf, también llamada Copa Mundial por Equipos de Tenis, que ganaría Argentina por primera vez, se produjo una rareza: Guillermo Vilas derrotó al sueco Bjorn Borg. Fue 6/3, 1/6 y 6/1 en la última vez que se enfrentaron. Hacía 5 años que Guillermo no le ganaba, sólo lo consiguió 5 veces en 23 enfrentamientos.
Es el único historial tan desfavorable del más grande tenista argentino de todos los tiempos, pero suficiente para que las críticas se montaran por aquellas épocas contra el número 2 del mundo que, entre otras derrotas contra el "Hombre de hielo", cometió el pecado de perder también dos finales de Roland Garros en 1975 y 1978.
Casi nunca los deportistas argentinos son reconocidos en tiempo y espacio. Casi siempre después.
El exitismo generalmente atenta contra la leyenda durante su construcción y desarrollo.
Aquí suele pasar con mucha frecuencia que a las grandes estrellas se las reconoce cuando su actividad ya se apagó. Y entonces aparecen las referencias del caso.
Cuán lejos está el tenis argentino de tener un Guillermo Vilas. La respuesta es casi irrefutable: inalcanzable e imposible.
Basta con algunos números: 4 Grand Slams ganados y otras tantas finales. Primer puesto en el Gran Prix, una especie de Carrera de Campeones de hoy en 1974, 1975 y 1977.
Aunque nunca fue reconocido como número uno del mundo, Guillermo, que desde 1991 tiene un espacio en el Salón de la Fama del Tenis, exige a la ATP muy sobriamente y alejado de la exposición mediática una reparación histórica que hasta ahora no llegó.
Sólo cinco argentinos llegaron algunas vez al top 3 del tenis mundial: Vilas, Gabriela Sabatini, Guillermo Coria, David Nalbandian y, ahora, Juan Martín Del Potro.
El logro es inmenso, pero así como a Vilas se le achacaba perder casi siempre con Borg, cada uno de sus compatriotas recibió una especie de bullying público por algunas estadísticas supuestamente pendientes.
Todavía hoy Gabriela recibe críticas por haber perdido casi siempre con Steffi Graf y Monica Seles.
A Coria se le recordará de por vida más su crisis de pánico en la final de Roland Garros que sus grandes triunfos. Muy pocos recuerdan que integra el selecto grupo de cuatro tenistas argentinos que alguna vez jugaron la final del abierto de Francia.
La principal queja contra Nalbandian, el más completo de todos, es que nunca se propuso ser número uno del mundo como si fuera posible que alguien pudiera arrogarse el derecho de marcarle las prioridades al deportista.
Y a Del Potro se le mira con desconfianza su muñeca. La Torre de Tandil es supuestamente proclive a dejarse vencer por el dolor, pero blindó su imagen con la obtención de la Copa Davis en 2016, un logro que debió esperar muchos más años de lo supuesto y que fue agigantándose hasta transformarse en una obsesión incontrolable.
Ese triunfo, el más importante del tenis argentino en toda su historia, también puso bajo llave para siempre la dolorosa derrota de 2008 en Mar del Plata frente a España con escándalo interno incluido y con Delpo como principal protagonista.
Vilas jugó 4 finales de Roland Garros, 3 de Australia, 1 de Estados Unidos, obtuvo 7 Grand Prix, hoy conocidos como Masters 1000 y ganó 949 partidos en su carrera. Guillermo también inventó un golpe, más bien un recurso, que lleva su nombre, la Gran Willy, y es ovacionado cuando algún tenista lo utiliza, pero durante muchos años debió luchar contra el estigma Borg.
El fútbol es otro deporte pero aquí nomás también pasó algo parecido en 2001 en cuanto a la injusticia del reconocimiento que llegó a destiempo.
El plantel de Central, más precisamente algunos de sus futbolistas eran criticados por su rendimiento y escasa ductilidad. Entonces el Patón Bauza, el entrenador de un equipo que llegó a las semifinales de la Copa Libertadores, les sugirió a los canallas que disfrutaran el momento porque vaya a saberse cuándo volverían a tener semejante protagonismo. Lo que siguió en los siguientes años es historia conocida.
Allá por fines de los 80 muchos hasta se burlaban de Gaby por sus reiteradas caídas con Graf, pero no sólo contestó ganando dos Masters y un abierto de Estados Unidos sino que es reconocida por el mundo del tenis femenino como una de las jugadoras más completas de la era moderna.
¿Cuántas Sabatini vinieron después? ¿Cuántos Coria vendrán? ¿Cuánto darían los amantes del deporte argentino por encontrar otro competidor con la panza de Nalbandian? La idea es disfrutar a Del Potro porque vaya a saberse cuánto tiempo pasará para que el tenis argentino tenga otro jugador de su jerarquía.
¿Lo tendrá? Por ahora sólo sería posible algún arresto individual, porque de política deportiva... cero.