Newell’s se llenó de dudas. No dio la talla. Boca lo superó y le ganó con comodidad más allá del 2 a 1 final. Una versión muy floja, inédita del equipo de Gabriel Heinze. Primero Lucas Hoyos tuvo una falla garrafal y terminó metiendo contra su propio arco el centro de Valentín Barco. Fue el principio del fin. Newell’s entró en una picada indefinida. No tuvo respuestas. Ni de juego, ni anímicas. Incluso el equipo se desplomó más todavía en el inicio del complemento. Es que el segundo grito de Medina lo enterró en la impotencia absoluta. Ni el descuento del final de Jorge Recalde sirvió para maquillar una puesta en escena preocupante. La prueba que era Boca para pensar en Corinthians salió pésima. Ahora se vienen los octavos de Copa Sudamericana el próximo martes 1 de agosto (antes Talleres el viernes por la liga) y allí no se podrá fallar en San Pablo. Una fuerte señal de alerta en la Bombonera. Mucho para pensar de parte de Heinze y sus muchachos.
El cotejo se inició con los dos equipos tratando de tomar la iniciativa en el medio. Boca con línea de cinco y Newell’s con el habitual 4-3-3, con Pérez Tica y Aguirre abiertos por las bandas. La lepra buscaba ser prolijo con la pelota y no perder el orden. Lo mismo ocurría con el xeneize y por ello las áreas al comienzo eran terrenos casi inexplorados. Si bien había buenas intenciones compartidas ninguno hasta los 20 minutos hizo locuras.
Pero justo a los 21 minutos cuando se rompió el molde del partido. En la primera llegada a fondo de Boca. Córner muy pasado, Valentín Barco madrugó a Ferreira, después engañó a Velázquez y lanzó sin ángulo desde la izquierda un chanfle al primer palo. Tomó muy mal ubicado a Lucas Hoyos, que quiso adivinar el centro y con un manotazo desesperado terminó metiendo la pelota en su propio arco. Un error no forzado y desde la avivada del juvenil boquense Barco, sumada a la ingenuidad leprosa, llegó la estocada local.
Así en la primera que aceleró Boca, Newell’s tuvo mandíbula de cristal y se fue a la lona. Encima con un gol que fue todo por errores propios, más que por acierto del rival. A remar contra la corriente. Allí se hizo un tajo en la paridad anterior. Boca se sintió amo y señor del trámite, la lepra perdió el orden y la confianza. Empezó a sufrir el predominio en cada divida del equipo de Almirón.
Newell’s seguía insistiendo por abajo, pero con más pases para atrás que para adelante y se jugaba siempre en campo rojinegro. Ni Portillo ni Mosquera podían con Barco por la izquierda y además Sforza no lograba dar con el paradero de Medina. La etapa inicial terminó con el rojinegro logrando generar recién en el descuento la última jugada de riesgo. Ferreira remató frontal y tapó bien Javier García.
Desde lo táctico y estratégico, hasta ahí Newell’s fue superado por Boca, que le quitó la pelota, lo presionó alto y lo obligó al error. Es cierto que no sufrió tantas acciones de peligro, pero con la falla de Hoyos le alcanzó al xeneize para irse en ganancia con justicia al vestuario.
Y si el primer tiempo fue muy flojo e inocente para la lepra, el inicio del segundo fue incluso peor. Porque en la misma reanudación Barco volvió a ser intratable por la izquierda, metió un centro flotado para Medina, que entró al área a carrera, libre de marcas y de cabeza anticipó el achique desesperado de Hoyos. Segundo de Boca. Otro error grosero de Newell’s, otra pésima cobertura defensiva, otra desconcentración y a sacar del medio de nuevo.
Pasados los diez minutos Heinze mandó a la cancha a dos habituales titulares que volvían de lesiones. Iván Gómez y Ramiro Sordo. Una especie de salvavidas para intentar recuperar la línea de flotación cuando el agua estaba hasta el cuello. El juez Echenique vio falta previa en el anulado descuento de Recalde.
Newell’s lucía destartalado. Superado en todas la líneas. No podía sostener la pelota. Erraba pases fáciles y padecía el partido, como sabiendo de antemano que ya no había nada para hacer. Una situación rara para el equipo de Heinze, que siempre, jugando bien o mal, empuja y no claudica en su propuesta hasta el final.
Esta vez se sintió superado ampliamente por el rival, pero en especial expuso que nunca tuvo un plan alternativo para salir del pantano al que lo forzó Boca. No supo desatar nunca el nudo táctico que pensó Almirón y así se vio una versión pocas veces vista en en este ciclo de Heinze.
Es que tras el segundo gol de Boca, a falta de casi un tiempo entero por jugar, Newell’s colapsó, capituló y no jugó casi el complemento envuelto por la impotencia. Apenas en el final el gol de Jorge Recalde decoró con el 2 a 1 un dura derrota.
No lo podrá repetir cuando visite a Corinthians el próximo martes 1 de agosto en San Pablo por la Sudamericana. Heinze deberá reanimar al equipo, en el juego y la confianza. La noche de la Bombonera fue un señal de alerta, que golpeó fuerte en el club del Parque.
El #Xeneize de nuevo se hizo fuerte como local y venció a la #Lepra | #Boca 2-1 #Newells | Resumen