En una Liga Profesional donde se gana con poco, en el que el sube y baja de los equipos en el rendimiento es una constante, Newell’s llegó a la mitad de competencia con una inestabilidad manifiesta y, lo que es peor, con un balance negativo en las últimas cinco fechas. Sí, en rojo, porque perdió tres partidos, igualó uno y ganó el restante. Los resultados, en ese lapso, son un indicador de la realidad del equipo, de su funcionamiento. Y en ese aspecto, el conjunto rojinegro no termina de asimilar la idea futbolística de Gabriel Heinze y ofrece actuaciones como la del sábado por la noche ante Belgrano, en la que fue pasivo en la primera etapa y falto de agresividad en ataque cuando intentó, algo mejor, protagonizar el partido en el segundo tiempo, ejercer el dominio y avasallar a su oponente. Tuvo una anemia ofensiva, la de costumbre, en la caída por 1 a 0.
La lógica expectativa que causó la asunción de Heinze se fue diluyendo y la quinta derrota en 13 partidos no ayudó a levantar el ánimo. Por el contrario, se buscan explicaciones por todos lados para entender por qué cuesta tanto observar a Newell’s ser ambicioso y agresivo, como por ejemplo el entrenador lo plasmó en sus anteriores clubes. Por lo general, la lepra termina siendo un equipo con una tenencia de balón que le reditúa muy poco. Se torna previsible y fácil presa para las defensas rivales.
Así se mostró ante Belgrano. No inquietó nunca con el sistema 5-2-3, porque los intérpretes designados por Heinze no aportaron juego vertical y despliegue, y un poco más se acercó al arco rival, solo eso, con el 4-3-3 de costumbre. Tampoco para imaginar que llegó por todos lados. Igual, en cantidad no fueron menos que las que dispuso Belgrano. Pero el pirata tiene un nueve y la lepra no.
Si los goles se repartieran entre varios, no sería tanto problema. La cuestión es que Newell’s genera poco y nadie la mete. Un gol, de Gustavo Velázquez de pelota parada, en los últimos cinco partidos es muy escaso. Jorge Recalde no incide en la posición de centrodelantero, acompañado habitualmente por dos extremos. El paraguayo se tira atrás para involucrarse en la gestación, la toca bien de espaldas y nada más. Pasa desapercibido dentro del área.
Heinze lo considera titular y, salvo las veces que ingresó Djorkaeff Reasco, no hay otro que juegue en esa posición, por disposición del DT. A Jeremías Pérez Tica lo hace jugar por afuera. Así es que, siendo volante creativo o mediapunta, Recalde carga con una responsabilidad que le queda grande.
La imposibilidad de contratar a un centrodelantero es uno de los principales déficits de un último mercado de pases, que fue con más sombras que luces. La mayoría de los que se incorporaron no mejoraron lo que había en proporción a la gran inversión que se realizó. Si para Heinze, los laterales son importantes para proyectarse y convertirse en variantes de ataque, Jherson Mosquera, Bruno Pittón y Ángelo Martino, todos llegados antes del inicio de la liga, no consiguieron ser profundos hasta el momento con la regularidad que se espera de ellos. Es así que Armando Méndez, con una menor presencia y que ya estaba en el club y casi se va, fue el que respondió mejor.
Iván Gómez, otro de los refuerzos, mantuvo un mejor nivel que el de las otras incorporaciones, aunque siempre en forma discontinua de volante por derecha. Todavía le falta asociarse más en ataque. De mediocampista central, las veces que le tocó reemplazar a Juan Sforza, como sucedió contra Belgrano, fracasó en la obstrucción. Este es justamente otro inconveniente de la lepra. Si falta Sforza, lo sufre a horrores.
Un párrafo aparte para mencionar a uno más de los que se sumó en el reciente mercado: Guillermo Ortiz. De regreso al club, su presencia fue poca hasta acá y su desempeño, irregular. Quedó en la foto del gol de Belgrano, con Pablo Vegetti girando adelante suyo sin problemas, sumado a la floja marca de Willer Ditta al nueve.
Cristian Ferreira ya estaba en el club, pero no es más que los que se sumaron recientemente al club. Durante determinado momento del torneo parecía que finalmente se convertiría en el constructor de juego. Pero se apagó. Sin un generador y sin preponderancia de otros, Newell’s simplifica su tarea a las corridas por los extremos de Brian Aguirre, la grata revelación rojinegra, que encima no desniveló en Córdoba, y Ramiro Sordo, lo poco rescatable ante el pirata. Es decir, que el equipo carece de variantes.
Newell’s atraviesa presentes diferentes, uno en la liga y el otro en la Sudamericana, siendo líder del grupo E con victorias en las dos primeras fechas. Pero el árbol no puede tapar el bosque. La realidad del plantel es la misma. Está en el entrenador mover las piezas para que haya un crecimiento sostenido, con lo que tiene.
Mitad de goles de pelota parada
El último gol de Newell’s fue en el merecido triunfo sobre Racing en el Cilindro por 1 a 0, con un balón detenido. Tiro de esquina de Ramiro Sordo y Gustavo Velázquez conectó de cabeza para la victoria. Cinco de los diez goles de la lepra fueron de pelota parada. Expone la falta de volumen de juego. La falta de gol de la lepra se profundizó desde el triunfo contra San Lorenzo por 1 a 0. A partir de allí, perdió con Estudiantes (3-0), igualó con Central (0-0), venció a Racing (1-0) y sufrió dos derrotas seguidas en la liga, por primera vez con Heinze, frente a River (1-0) y Belgrano (1-0).
Un jugador imprescindible
Hasta los que no observan al detalle la trascendencia de Juan Sforza, por su entendimiento del juego y capacidad para ocupar los espacios sin la pelota, se dan cuenta de lo importante que es cuando falta. Contra Belgrano fue una muestra. El mediocampista central cumplió la fecha de suspensión por acumulación de amarillas y retornará al equipo el viernes, a las 19, contra Argentinos en el Coloso.