No será una noche más en el renovado Monumental porteño. Será la velada de los campeones del mundo. Una reunión multitudinaria para festejar la épica conquista de Qatar 2022. Para abrazar fuerte a la tercera estrella de la selección argentina. La primera vez que la Scaloneta saltará a la cancha tras lo que fue la infartante final ante Francia, que tras el 3 a 3, culminó con éxtasis albiceleste en la definición por penales. Los héroes mundialistas serán recibidos con honores por los hinchas argentinos, miles en las tribunas y millones pegados al televisor en cada rincón del país. Con dos abanderados rosarinos que acapararán todos los flashes, el rey Lionel Messi y el emperador Angel Di María, los sobrevivientes de las finales perdidas, los que varias veces sufrieron críticas despiadadas, los ejemplos de superación y lucha, los símbolos de que no hay que rendirse jamás, los que antes de ser campeones como jugadores son campeones de la vida. La Pulga y Fideo, junto a todo un plantel sensacional, y un cuerpo técnico extraordinario liderado por Lionel Scaloni, le ofrendarán la Copa del Mundo al pueblo argentino, ni mas ni menos. Logro que significó para una gran mayoría anónima la última gran alegría colectiva que les tocó vivir, en un país en el que la gente de a pie suele perder por goleada en el devenir cotidiano, incluso para poder sobrevivir y parar la olla. La excusa de la reunión es el amistoso ante Panamá, que arrancará a las 20.30, en el marco de un gran show musical.
Lo que parecía podía llegar a convertirse en un gran despropósito, es decir que Lionel Messi no logre levantar la Copa del Mundo, finalmente se acomodó para el lado de la justicia, y Leo jugando un Mundial excepcional cumplió su máximo sueño y su felicidad es la de todos los argentinos futboleros. Por eso el furor y la devoción que ya existía hacia el diez rosarino se potenció a niveles superlativos. Leo se convirtió el leyenda.
El título ecuménico lo terminó de ubicar en el pedestal. De allí la locura que generó cuando a fin de año estuvo en Rosario para pasar las fiestas en familia y la revolución que está desatando ahora en Buenos Aires, como cuando el lunes por la noche fue a cenar a una parrilla de Palermo y juntó a una multitud que lo veneró como un santo pagano.
El mismo afecto y admiración despierta Angel Di María, que jamás bajó los brazos y metió goles clave para alzar la Copa América, primero, y el Mundial, después. Angelito también se ganó un lugar en el lienzo de la bandera dorada del fútbol argentino. Y a la hora de los aplausos esta noche él también estará en el podio.
Y otro personaje rutilante de la velada será el gran DT. Lionel Scaloni, el aprendiz de entrenador que se graduó en tiempo récord y comenzó su carrera con el máximo título en su primer intento. Un verdadero conductor de grupo, un líder con todas la letras y un animal táctico, que le sacó el jugo a cada futbolista, que no se casó con nadie y que llenó de energía positiva a un plantel que entregó todo, en la victoria, el empate y en la derrota. Siempre con la frente en alto y la camiseta regada de transpiración.
Ellos tres fueron los que lideraron, dentro y fuera de la cancha, a un grupo de leones, que a diferencia de selecciones anteriores no tenía tanto nombre ni marquesina, pero que cuando las papas quemaron sacaron a relucir un juego leal, de ataque, con alma y corazón y con un espíritu colectivo que fue la médula de la conquista mundial.
Por eso la gran celebración multitudinaria de esta noche. Con un pueblo diciéndole gracias a la Scaloneta, por tanta entrega, tanta pasión, tanto sacrificio y por cumplir el sueño de todo un país de sentirse, en algo, al menos en el fútbol, el mejor del mundo. Una velada que promete grandes emociones. Una fiesta de todos y todas. ¡Salud, campeones! Como decía un grande que ya no está “la pelota no se mancha” y este grupo le hizo honor a esa frase con valentía.