Por Vanesa Valenti
Lucha Aymar, el gran símbolo de las Leonas de todos los tiempos, en su nuevo rol de mamá, con su hijo Félix de 8 meses en brazos.
El llanto y el abrazo con su fiel compañero de siempre, su papá René.
Cuando parte de esta historia ya se estaba gestando, la flaquita Luciana Aymar todavía jugaba en una lonja de pasto y combinaba el hockey con la danza y el patín, con el tenis y el fútbol y con las obras de teatro que ella misma armaba y en las que después pasaba la gorra para juntar algo de plata entre los familiares. Entonces, incluso, apenas podía imaginar con qué quedarse entre todo esto cuando le tocase elegir. No podía saber que su vida iba a tener un guión de película. Lo dijo siempre, ya siendo adulta: "De chiquita soñaba con jugar en el seleccionado, con llenar estadios, con estar en un Mundial". Sin embargo, el correlato con la realidad la hacía dudar. ¿Cómo poder lograrlo si cuando caminaba por la calle con el palo de hockey le preguntaban si se dedicaba al golf? ¿Cómo era posible eso en un país con estructura incipiente en lo suyo? Con lo que no contaba Lucha era con que le había tocado nacer en un momento clave en el que la vida la hizo coincidir con una camada generacional estupenda que dio origen a Las Leonas allá por Sydney 2000 y que a partir de ello alteró para siempre la realidad de este deporte en Argentina. Otra cosa con la que no contaba Luciana era con su particularidad. Era distinta. Debió aprenderlo y asimilarlo. Porque no era una distinta más, era una distinta única, la más grande en lo suyo.
El 11 de septiembre de 2010, pese a todos los pronósticos y pese a que ni los trazos más osados con los que dibujaba sus sueños se atrevieron a tanto, Luciana Paula Aymar levantó la Copa del Mundo en Rosario, en su ciudad, a metros de su casa y tocó el cielo con las manos en una noche sublime. La Maga del hockey, la dueña de tantos premios individuales y grupales, leyenda viviente de su deporte, fue la gran protagonista en un equipo de Leonas que se rindió a sus pies. Cada una de esas jugadoras quería consagrarse, pero también quería que ella, la artista de un juego único e indeleble, se diera ese gusto. Nada podía salir mal. Y nada salió mal. Las Leonas ganaron de punta a punta un Mundial fabuloso, volaron en la cancha y ella, figura y capitana, a los 33 años encontró la perfección, convirtiendo el mejor gol de la historia.
Desde Chile, donde vive con su novio, el ex tenista Fernando González, y a ocho meses de haber sido mamá de su primer hijo, Félix, entre risas y emociones de todos los colores, una vez más Luciana Aymar le dio un mano a mano exclusivo a La Capital en el que se permitió desandar los recuerdos de ese Mundial, el que fue más suyo que ningún otro. Recaló una y otra vez en el amor que la gente les prodigó por esos días, en las presiones, en la fidelidad con lo que se quiere, en el equipo extraordinario y en todo aquello que nunca olvidará. Y entre tanto, reconoció lo que sintió cuando elevó la copa al cielo, en ese instante especial que sólo conocen unos pocos: "Cuando levanté la copa pensé en la nena de 14 años que soñaba con ese momento". A 10 años, 10 preguntas con una Maga que tiene miles de historias más, pero que en todo caso ameritan un libro. Hoy, este relato se llama Rosario 2010.
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¿Qué es lo primero que se te viene a la cabeza cuando pensás en este Mundial?
La gente y el estadio. Ese momento cuando entrábamos a la cancha... Pero en especial el momento del himno en el que estábamos todas abrazadas, con la gente saltando y coreándolo. Yo que decía 'que no se caiga nada'. Se sentían esas tribunas. Ese momento es de los más especiales.
Cuando llegaste a la ciudad por esos días, una de las primeras cosas que dijiste es que este, un Mundial en tu casa, era un regalo que te daba la vida por tantos años de esfuerzo y sacrificio. A 10 años, ¿cómo lo valorás, seguís pensándolo igual?
Por supuesto que lo sigo sosteniendo, me parece que para cualquier deportista jugar un Mundial en su casa y levantar una copa es de las cosas más lindas que le pueden pasar. Cuando pienso en el Mundial pienso mucho en esa nena que no paraba de soñar con grandes cosas en el deporte y la veía a Gaby (Sabatini) y a Diego (Maradona) y decía 'quiero estar en ese lugar'. Así que lo comparo mucho con eso. Levantar una Copa del Mundo habiendo sido esa nena que jugaba en una lonja de pasto es como decir 'no dejemos de soñar porque las cosas se pueden cumplir'. Siempre fui muy fiel a lo que deseé hacer, a mis sueños. Por eso cuando levanté esa copa rodeada de todas mis compañeras, y para mí ese fue uno de los equipos más lindos de todos porque era muy fácil jugar, me acordé de todo eso. De la nena de 12 años, de la adolescente de 16 que viajaba a Buenos Aires y sufría por dejar a su familia, su adolescencia, sus amigos, que se perdía un montón de cosas. Del sufrimiento de mi familia, por de dejarme ir sola, sin celular, sin poder comunicarse conmigo y por verme sufrir también a mí.
Ya que lo nombraste, hay un video que recorre el mundo, de Diego en blanco y negro, aún sin haber debutado en primera, en el que dice que su sueño es jugar un Mundial. Son pocos los que pueden alcanzar el sueño de jugar un Mundial, menos los que pueden hacerlo en su país y contados con los dedos de una mano los que pueden hacerlo en su ciudad. ¿Sentís que tu realidad superó tus sueños?
Creo que sí. Uno sueña con jugar en el seleccionado y cuando llegás al seleccionado querés jugar unos Juegos Olímpicos, un Mundial y querés ganarlos. Te vas metiendo y vas siendo estratega con vos mismo para poder lograr tus metas. Y las cosas se van dando. Obviamente que se van dando por un montón de circunstancias, como vos decías, son pocos los que llegan porque hay que tener la cabeza, el entrenamiento, la perseverancia, ser consciente de que hay que afrontar situaciones complicadas, críticas, y también saber revertir esas situaciones o tomarlas como oportunidades. He pasado por situaciones difíciles en las cuales he pensado si seguía jugando o no pero traté de tomarlas como oportunidades, como algo positivo. Bueno, se me cierra una puerta, se me van a abrir otras nuevas, ¿no? En ese transcurso de los años que te vas poniendo metas, sos medio inconsciente de lo que vas logrando, yo siempre buscaba algo más y quizás no me daba cuenta de lo que iba consiguiendo. Realmente me di cuenta de mi carrera deportiva una vez que me alejé.
¿Dejar los premios a un costado y seguir era el asunto?
Era quizás mi forma de ser, ambiciosa. También mi familia me ha formado de esa manera. Mi padre con muy poco ha creado su propia empresa, mi madre también siempre ha sido un ejemplo de perseverancia con cuatro hijos. Así que tenemos en casa dos ejemplos muy fuertes en cuanto al sacrificio, la perseverancia y la ambición, aparte de esos valores que me ha transmitido mi familia en general. Mis hermanos me apoyaron todos estos años, siempre estaban ahí para que yo pudiera continuar. Sin todas esas cosas es muy difícil lo demás. Sí, yo tenía un talento y era consciente de mi talento pero a veces todo lo otro es mucho más importante, te lo puedo asegurar. Mucho más importante es el esfuerzo, el no bajar los brazos, la familia que es el sostén más importante, lo económico también.
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En el Mundial 2010 se da el gol que para muchos es el más lindo de la historia. Inmediatamente que convertiste ese gol a China en el que apilás al menos a seis rivales el Chapa Retegui, el DT de ese momento, gritó "¡Barrilete Cósmico!" y así quedó bautizado. ¿Te gusta que se llame así siendo una comparación inmediata con el de Maradona en el '86'?
Ahora que lo veo en televisión me da mucha risa porque hay cosas que uno cuando está adentro de la cancha no ve, y lo vi cómo hacía con las manos, como 'no puede ser, no puede ser'. Me parece que está increíble que se lo haya llamado así, bah, no sé. Creo que Diego pasó a un par más (risas). A ver, para mí hay un montón de goles relindos, quizás más lindos que este y no hablo sólo de los míos sino a nivel internacional, de muchas jugadoras que son geniales. Hay goles de Sole García que para mí son alucinantes. Pero bueno, este se da en un Mundial que ganamos, en mi casa y contra las chinas en un partido bastante complicado, cerrado, con muchas faltas, muy físico, con mucho contacto. ¡Y me acordé que me sacaron dos tarjetas verdes! (Se tienta).
Ernesto Morlan, uno de tus primeros entrenadores, habla maravillas de vos. Pero también cuenta que eras muy calentona y que cuando te pegaban, de chica, te ponías peor. Pero también dice que ahí salía lo más inimaginable que podías hacer. ¿Cuánto había de esa nena que tanto se enojaba porque no le cobraban las faltas en Rosario en esa Lucha del Mundial y en ese gol maradoniano?
Primero tengo que agradecer a los entrenadores que me han sabido corregir ciertas cosas. Realmente, como dice Ernesto, era una jugadora muy calentona, me costaba mucho manejar las emociones en los partidos. Si me pegaban me daba vuelta y pegaba más fuerte, contestaba mucho a los árbitros, me peleaba constantemente. Obviamente, después, analizándolo, se ve que era mi forma de expresarme porque me costaba mucho hablar fuera de la cancha. Ernesto me tuvo que corregir en situaciones que estuvieron muy bien marcadas. Y después vino Cacho (Sergio Vigil) que me terminó de corregir en general. Me acuerdo que Clota Médici (Jefa de equipo), antes de 2010, estaba muy preocupada por el tema de mis tarjetas, me iba controlando. Cuando me pegaban o me agarraban no podía transformar mi bronca en algo positivo, lo llegué a lograr con el tiempo y para Rosario me preparé especialmente. Aunque ese partido me pareció muy injusto y me decía que no tenía que reaccionar, sabía que el árbitro estaba jugando un poco con ese poder y mi forma de contestar tenía que ser jugando. En realidad es la única forma de contestar, más a nivel internacional. Es la mejor forma de contestar, jugando mejor. Por suerte pude reaccionar bien. Y sí, salió ese gol en el que por fin me pude sacar de encima a esa china que no la aguantaba más (Xiaxou Xu, la marca personal). Yo le preguntaba: "¿Por qué no querés jugar?" Y no me contestaba.
¿Cuán cerca te sentiste de tu ciudad, cuán abrazada y qué te genera hoy esa locura que se vivió en torno a ustedes, incluso con una caravana al Monumento con gente corriendo el colectivo, devocionada, llorando?
El equipo de Las Leonas fue y es muy querido. Hemos vivido muchas situaciones con una adrenalina muy grande en un montón de torneos a los que fuimos a jugar en Argentina. Todo el mundo quería venir a jugar nuestro país, sabían que la presión era muy grande pero lo que se veía en las tribunas no se vive en otro lado, porque nosotros vivimos el deporte de esa manera. Pero específicamente en ese Mundial, desde el primer día que llegamos al hotel hasta el último no podía creer la cantidad de gente que había en todos lados bancando a Las Leonas. Tratábamos de buscar un equilibrio, aunque sea cinco minutos para saludar a la gente, pero era impresionante, nunca viví algo así, de estar rodeada y vallada. El estadio, el público desesperado, las banderas, el himno… Decías, 'no lo puedo creer. Gracias'. Era solamente agradecer. Me sentí muy acompañada por la gente en ese Mundial y eso me ayudó muchísimo a estar más tranquila. Obviamente cuando una siente ese cariño y se siente idolatrada se te infla el pecho y te sentís mejor, es una realidad. Y la verdad es que me sentí con un cariño enorme, tenía el corazón agrandado por eso. En la caravana nos mirábamos sin poder creerlo, nunca volvimos a vivir algo así. Y llegar al Monumento… siempre lo cuento, dije '¿Qué es toda esta gente? Acá hay un evento, acá pasó algo'. No, estaban esperando a Las Leonas. No quería que pasara el tiempo, la verdad.
Si pudieras elegir un momento o una circunstancia para volver a vivir, ¿cuál sería?
¡Qué pregunta, porque elegiría tantos! Me quedo con el abrazo de todos con la copa, no solamente con mi levantada de copa por ser la capitana, porque hay un momento en el que la levanto y viene todo el equipo. Y eso no se da todo el tiempo, eso transmite mucha unión. Me quedo en ese abrazo conjunto porque en ese abrazo conjunto está el público, están los periodistas, la familia. Más allá de disfrutar en levantar una copa para mí era pensar en que todos estaban disfrutando de eso… Me imaginaba a mis padres y hermanos llorando, a las Leonas Vintages (las ya retiradas) que estaban ahí arriba en la tribuna, a ustedes, a todos...
En el libro que revive historias a 30 años del Mundial de fútbol de México '86, Diego Maradona inicia diciendo: "Les habla Diego Armando Maradona, el hombre que le hizo dos goles a Inglaterra y uno de los pocos argentinos que saben cuánto pesa la Copa del Mundo". Luciana Aymar, ¿cuánto pesa la Copa del Mundo?
(Se ríe, piensa emocionada). Esa era muy pesada, muy pesada. Dice tanto en una sola frase... Es que ahí no levantás solamente el peso de la copa. Levantás toda la trayectoria de un montón de jugadoras, el camino andado de muchas cosas, el sacrificio, el dejar de lado una vida normal... Levantás cada pasada de mil metros, levantás un montón de esfuerzo de todo el mundo. Por eso digo, cuando levanté la copa pensé en la nena de 14 años que soñaba con ese momento. Tuvieron que pasar muchos años y muchas cosas en el medio para poder darme cuenta del peso que tiene una copa del mundo.
Hace poco levantaste otra copa, quizás más importante, con Félix, tu hijo, que hoy apenas tiene ocho meses pero que un día va a hablar y va a preguntar quién fue su mamá. ¿Qué te gustaría decirle o que le digan a partir de aquello que resume de la mejor manera quién fue Luciana Aymar?
Ay. Escuchá... Eh... Es difícil (Ríe, se quiebra y finalmente responde). La verdad es que mi mensaje más genuino para él sería que sea fiel a sus sentimientos, que no le haga caso a los 'no se puede', 'eso no te conviene, te convendría hacer tal cosa', sea lo que sea. Porque también digo, 'pobre chico, teniendo dos padres que estuvieron en el alto rendimiento, seguramente será mucha presión'. Entonces, realmente queremos dejarlo andar por la vida y que él vaya disfrutando y eligiendo sin presionarlo ni nada. Es un desafío nuevo para mí ser madre, no hay un librito que te diga todo lo que tenés que hacer, todos los días son una experiencia nueva y lo que más trato de transmitirle es amor. Sin ponerle trabas y por más que yo tenga deseos para él espero que elija lo que quiera y que sea fiel a sus sueños.
La entrevista completa que se transmitió en vivo por las redes de La Capital: