Debieron pasar más de cuatro décadas para que un clásico se juegue un 30 de setiembre. Es más, fue el único en la historia de los 275 oficiales que jugaron Central y Newell’s en esa fecha. Y fue un miércoles, además, también una rareza. El 30 de setiembre de 1981 se jugó también en el Gigante de Arroyito, pero en horario nocturno (comenzó a las 21). Fue por la cuarta fecha del Nacional 1981 y lo ganaron los auriazules 3 a 1, pese a que los rojinegros abrieron la cuenta. El arbitraje estuvo a cargo de Raúl Marsiglia.
Los cuatro goles fueron en el arco de Regatas, ya que Newell’s vencía en el primer tiempo y Central lo dio vuelta en el complemento. La historia completa de este partido. Con la crónica de La Capital de aquella vez, la síntesis y el testimonio de una pieza fundamental para el triunfo canalla: José Raúl “Toti” Iglesias.
El decano de la prensa argentina tituló: “Central fue legítimo vencedor de un clásico con emoción y goles. Gran actuación de José L. Gaitán”. Mientras que el comentario, que no llevó la firma de ningún periodista como se estilaba en la época, expresó: “Un clásico emotivo que tuvo en Central a su indiscutible vencedor. Jugado con armas limpias y gran entrega física por parte de los dos. No fue brillante pero sí agradable. El único que no se asoció al espectáculo se llamó Raúl Marsiglia, el encargado de administrar justicia. Se equivocó bastante y muy seguido. Nuestra libreta de apuntes no nos deja mentir: no aplicó nunca la ley de ventaja, dejó sin sancionar un foul penal de Killer a Bauza en la etapa inicial, no expulsó a Iglesias cuando arrojó un puntapié intencional desde atrás y sin pelota contra Killer, anuló un gol de Bauza que hasta el momento no le encontramos explicación y sancionó una inexistente pena máxima favorable a Central que significó el empate transitorio. Sólo rescatamos de su pobrísimo desempeño la decisión que adoptó a los 16’ del complemento, cuando le sacó tarjeta roja a Meo por reaccionar tontamente contra Ghielmetti”.
“Pero dejemos a Marsiglia y sus errores. Vayamos al partido. Podemos decir que fue bueno. Cada equipo trató de hacer lo suyo de la mejor manera posible, más allá de las imperfecciones técnicas que se observaron. Con libretos completamente distintos, es cierto, pero conscientes ambos de que era lo mejor. Newell’s mostró desde el arranque su intención de esperar y utilizar como arma ofensiva el contraataque. Central, todo lo contrario. Pensó en Civarelli desde la pitada inicial y, finalmente, consiguió adueñarse del clásico”.
“La primera llegada ya nos hizo creer que el trámite iba a ser interesante. Palma dejó en el camino a Acosta, entró en diagonal por la izquierda, pasó entre Azzolini y Simón, salvando con lo justo Civarelli. Poco después se producía la apertura del marcador. Meo cortó una entrada de Iglesias, descargó el balón en Petti y éste alargó en dirección de Santamaría, aprovechando las espaldas de Ghielmetti. El puntero inició una veloz carrera, intentó el cruce con poca fortuna Craiyacich y el centro atrás se impuso. Bauza no consiguió despejar y el remate de Ramos se estrelló en el travesaño. Cuando la pelota bajaba, Petti la hizo llegar al fondo de la red con golpe de cabeza. Iban 7 minutos”.
“A partir de ese momento, Newell’s se aferró a un planteo cauteloso. Cedió el campo y la pelota a su adversario. Esperó con una línea de fondo bien parada, más el aporte de Aguerópolis metido de cuña entre los zagueros centrales y con Acosta aguardando los desenganches de Bauza o tratando de tapar a quien llegara por ese sector. Cuando conseguía la pelota hacía lo más fácil y conveniente a sus intereses: pelotazos en busca de Santamaría”.
“Central creció y durante 25’ fue el dueño absoluto. Porque Gaitán y Palma recibían con comodidad, trasladaban rápido y aunque en los metros finales faltaba precisión en las maniobras, conseguían inquietar. A los 11’ el empate estuvo en los pies de Bauza, quien conectó de volea, como venía un centro de Iglesias, encontrando la pelota el cuerpo de Civarelli. Tres minutos más tarde lo perdió Magallanes, a los 35’ Marsiglia no cobró un penal de Killer a Bauza, y a los 37’ Civarelli descolgó de un ángulo un tiro libre del propio Bauza. A esa altura el local ya merecía la igualdad”.
“En el complemento, después de la paridad (iban 12 minutos), todo le perteneció a Central. Monopolizó la pelota en el medio a través de la gestión de Chazarreta, Palma y Gaitán. Abrió la cancha con sentido práctico y llegó a la red con bastante facilidad en dos oportunidades. Newell’s estaba perdido en el campo y ni siquiera podía sacar el contraataque con la justeza necesaria, pero aceptaba con lealtad el desafío de fútbol que le proponía su rival, a excepción de Meo, quien se hizo expulsar sin ningún sentido”.
“El clásico tuvo en Central a su indiscutible vencedor. De su producción, lo mejor fue la entrega física que realizó y sus intenciones ofensivas. Individualmente, nos quedamos con Gaitán, la figura del partido por su despliegue y capacidad para conducir al equipo. Jugó, por momentos, como en sus mejores épocas”.
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Fina estampa. José Raúl Iglesias se cansó de hacer goles por donde pasó y Central también pudo disfrutar sus goles, uno de ellos en el clásico del 81.
La palabra del Toti Iglesias
A pesar de no encontrarse en Argentina, José Raúl Iglesias, quien hizo un gol y le cometieron un penal, atendió la consulta de Ovación y expresó: “Fue mi primer clásico y hacía poco que había llegado al club desde Sarmiento de Junín. Era un partido importante por todo lo que vi en esos días de la ciudad. Central tenía un equipazo que venía de salir campeón en el Nacional 1980 y me insertaron a mí en lugar de Félix Orte. Tengo un recuerdo hermoso porque me acuerdo que luego de un pase de Marchetti hice el tercer gol y definimos el partido. Además fue mi primer gol en Central”.
El gran goleador de aquellos años, expresó además: “Tengo un recuerdo hermoso sobre todo de la gente de Central. Estuve dos años y medio en el club, y los hinchas siempre me respondieron ya que hice 29 goles en 67 partidos antes de volver a San Lorenzo”, finalizó el ex delantero auriazul quien en el Nacional 1982 marcó diez goles de forma consecutiva entre las fechas 6 y 11, cuatro de ellos en el 9-1 en Junín ante Mariano Moreno.