Los clásicos en esta ciudad cobran muchos significados, tienen efectos multiplicadores. Elevan de condición lo bueno, y no ofrecen compasión con lo malo. Han sido la real cuna de muchos amores, de relaciones que se transformaron en llaves de templos sagrados y en pactos tácitos de devoción eterna. Y para otros fueron auténticos tormentos, vínculos cargados de angustias y señalamientos condenatorios, contaminados por esa desmesura que suele inyectarle el fútbol a todo lo que lo rodea.
Newell’s empezó a escribir su historia grande ante Central, y en Arroyito. Esa referencia ineludible, ese espesor tan pasional envuelve el desafío del sábado. Gabriel Heinze lo sabe y está ante la valiosa oportunidad de construir la señal de despegue que tanto anda buscando su proceso.
Por ahora, todo ha transcurrido en un terreno de intenciones, de insinuaciones, de avances y retrocesos, y un triunfo en el Gigante podría otorgarle el envión pretendido, una recompensa de nivel superior, que afirmaría su recorrido como entrenador en el universo leproso y que le extendería los créditos y los reconocimientos que supo ganarse como jugador.
Y conseguir ese halo victorioso de visitante, con todo lo que le costó a este equipo alcanzar cosechas gruesas en esa condición, representaría otro aval contundente, más que oportuno, irrefutable, una ratificación de lineamientos y direcciones.
La necesaria luz en estos tiempos de nubarrones, confusión e incertidumbre que instalaron las últimas dos derrotas ante Racing en Avellaneda y Estudiantes en el Coloso.
Queda claro que es imposible que este choque pase desapercibido en Rosario. Esta ciudad venera esta práctica, tan distintiva de sus preferencias, y la convierte en tema de conversación y cargadas cruzadas en cada rincón, en cada mesa de bar, en cada escritorio de trabajo durante semanas. Y si lo ocurrido lo merece, puede llegar vestirse de recuerdo imborrable.
Este momento tan particular de Newell’s le brinda al Gringo una chance de carácter extraordinaria. Tan importante como el mismo clásico. Con ese tremendo poder de reverberación que puede derivar en guiño del destino.
Heinze lo sabe, por eso no quiere que sea uno más. Debe sacar provecho de esos rasgos y efectos tan especiales, tan propios de la pasión rosarina.
En el Gigante ganó como técnico
El Gringo Heinze tratará de seguir con su buena racha ante Central como DT. Es que desde la derrota que sufrió ante los canallas por 3-1 con Godoy Cruz en Mendoza, el 19 de septiembre de 2015, se mantuvo invicto como DT frente a los auriazules en los últimos cuatro partidos.
Tres fueron dirigiendo a Vélez. En la Superliga 2017/18 (el 11 de marzo de 2018) empató 2-2 ante los de Arroyito en Liniers; en la Superliga 2018/19 (el 3 de diciembre de 2018) ganó 2-0 en el José Amalfitani, mientras que la única vez que vino como técnico al Gigante fue el 20 de octubre de 2019, en la Superliga 2019/20 y el Fortín venció 1-0 a Central.
En tanto, el 9 de abril de 2023, en la Liga Profesional 2023, ya en Newell’s dirigió su único clásico y fue 0 a 0 en el Coloso Marcelo Bielsa.
Aquella vez formó con Lucas Hoyos; Jherson Mosquera, Willer Ditta, Facundo Mansilla y Bruno Pittón; Iván Gómez, Juan Sforza y Cristian Ferreira; Brian Aguirre, Jorge Recalde y Ramiro Sordo.
Fue una parda sin goles y el conjunto del Gringo se paró con cuatro hombres atrás. Lo curioso en este caso es que ninguno de esos arrancaría como titular el sábado ante Central.
A aquel Newell’s le costó generar ocasiones de riesgo, no pateó al arco en todo el partido, y a los hinchas le quedó en el inconsciente colectivo que el equipo tendría que haber encontrado una manera más enfática y explícita de atacar.