Ningún jugador de Newell's merece destacarse en la horrible derrota contra Boca por 5 a 0 en la Bombonera. Cocoliso González tuvo una y no la pudo meter. Fue la única de la Lepra en todo el partido. Por eso solo se lo menciona. La realidad, todos tuvieron un partido pésimo
Juan Espínola 3,5: el quinto gol fue su responsabilidad. Los otros, no. Tampoco los evitó. Y fueron muchos los que recibió.
Jherson Mosquera 3,5: no pudo con Velasco cuando se movió por su sector. Tampoco con las subidas de Blanco.
Luciano Lollo 3,5: el futbolista que debía seguir era Merentiel y falló en ese duelo individual.
Fabián Noguera 3: responsable de los cierres en el fondo, no dominó su zona. Nunca dio seguridad.
Víctor Cuesta 3: fue el responsable de que Giménez, gran figura, prevalezca siempre en su zona.
Alejo Montero 3,5: le costó tomar a Aguirre y a Blanco. La pierna cambiada lo desfavorece por izquierda.
Ever Banega 3: perdió pelotas peligrosas en la salida y no elaboró nada positivo. Toques intrascendentes.
Luca Regiardo 3: sin compañía para recuperar en el medio, tampoco fue capaz de contener a los volantes locales.
Giovani Chiaverano 3: en ofensiva, no hizo nada. No respaldó a Mosquera tapando las trepadas de Blanco.
Carlos González 3,5: tuvo una disputa con Di Lollo en la que perdió casi siempre. Le ganó una, que pudo ser gol.
Luciano Herrera 3: no desniveló nunca. Perdió referencia en la obstrucción de Barinaga.
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Los que entraron en Newell's:
Gaspar Iñíguez 3,5: buscó llevar algo de juego, pero ninguna entrega que fue incisiva.
Facundo Guch 3-5: unos pocos intentos, sin resultado beneficioso, para perforar por afuera.
Darío Benedetto 3,5: buscó conectar toques en ataque, pero nada productivo.
Jerónimo Gómez Mattar 3,5: no pudo entrar en contacto con la pelota y llevar juego.
Ignacio Liberato 3,5: ingresó cuando todos esperaban nada más que el final.
El técnico leproso en La Bombonera
Cristian Fabbiani 3,5: equivocó el camino. En vez de fortalecer el medio, para interrumpir el fútbol de Boca, volvió a armar una línea de cinco, que encima fue desastrosa. Se dedicó a esperar y defender. Nada más. Un cúmulo de errores condenatorios. Pero el pésimo presente es por equivocaciones de mucho antes.